Y SIGUE hediendo la marrana en el lodazal en que se ha trocado este mundo de apariencias, en este teatro de títeres sin cabeza, porque pese a todos los gestos y esfuerzos que se emplean para esta galería de las vanidades todo parece indicar que nada podrá sacarla del barro. Una de las muestras palmarias de los despropósitos que ahora afloran en época de vacas flacas que ya ridiculizan a las aparecidas en los sueños de José, el hijo predilecto del patriarca Yaacov, durante su cautiverio en una de las cárceles del faraón, en Egipto, la evidenciamos en esta querida tierra, con una medida que podría pasar de puntillas, como la rebaja en un millón de euros de la consignación prometida en su día por el presidente del Gobierno de Canarias, Paulino Rivero, en la sede de la Cofradía de Pescadores del Puerto de la Cruz. Se cumplen dos años el próximo día 19 de los corrientes, justo el día de reflexión previo a la cita con las urnas. Todo parece sugerir que no hay dinero para tanto muelle o puerto -y perdonen mi osadía- ni tanta imaginación para establecer las prioridades sin caer en cualquier tentación de clientelismo político en aras de una u otra población en función de afinidades o intereses. Tengo la sensación de que, como en muchas otras actuaciones o gestiones, se han colocado las carretas delante de los bueyes, se ha pretendido empezar la casa por el tejado.

Si se cumplen las previsiones, el muelle de Garachico estará listo, en cuanto a su infraestructura básica se refiere, para mediados de enero de 2012, aunque todavía no se hayan desarrollado los planes de urbanización y equipamiento que permitan su operatividad. En este caso, me temo que se ha fallado al no establecer primero la urbanización del entorno como condición previa para acometer la infraestructura, sin tener que esperar ahora a que se acometa la obra básica. En Canarias, por desgracia, estamos acostumbrados, tal vez por su idiosincrasia, a construir o edificar primero y urbanizar y equipar luego. Y si no, observen la trama urbana de las medianías e, incluso, de los cascos consolidados de gran parte de los municipios de la geografía insular, con los sobrecostos que han deparado a las administraciones públicas. La dispersión geográfica de los asentamientos humanos encarecen los servicios e incluso comprometen su continuidad, especialmente, en materia sanitaria y docente; transporte público, telecomunicaciones y saneamiento. Pero esto es harina de otro costal que quedará al descubierto en los próximos años si no se reconduce la situación de crisis. Y si no, miren esa obra inacabada del Hospital del Norte, que se construye en Icod de los Vinos, que cuando tuve la oportunidad de acudir para presenciar y narrar para EL DÍA la entrada de la primera residente de las cien primeras previstas entonces, antes de las elecciones locales de mayo, quedaba mucho por hacer en las edificaciones colindantes y apenas se habían trazado los accesos. De las primeras semanas de la puesta en funcionamiento del área de gerontología mejor ni hablar, dado que en parte lo han hecho, en su día, las personas y entidades implicadas. Pero no todo queda ahí, en este botón de muestra, pues el costo del mantenimiento anual del futuro centro hospitalario del Norte equivaldrá al devengado por su construcción si no me equivoco.

En otro orden de cosas, es de suponer que el Ayuntamiento de la Villa y Puerto disponga de los terrenos anejos a la infraestructura marítima o resuelto, al menos, aquellos aspectos relacionados con su utilización.

Y volviendo a la dichosa marrana, espero equivocarme, porque el Puerto de la Cruz tendrá que esperar sentado y con manta la aplicación efectiva de ese millón de euros, que antes eran dos millones, para iniciar su ansiado muelle pesquero y deportivo. Porque, como se sabe, "las cosas de palacio van despacio", aunque esto, de momento, no es una república bananera, pero lo parece.