Nunca ha estado Canarias peor que en la actualidad. Gobernando tanto CC como Paulino Rivero y, al parecer, también su señora esposa, con todas las ramificaciones adicionales que son posibles con este déspota político, unas Islas que antes eran afortunadas han caído en una profunda depresión económica y social. Una hecatombe en la que toma parte activa Ana Oramas, que es como los camaleones: se presta al PP, al PSOE y hasta al Partido Comunista si los comunistas se presentaran a las elecciones. Hace lo que haga falta con tal de seguir como diputada en Madrid riéndose de los canarios -aunque también los diputados peninsulares se ríen de ella interiormente- y jugando a la política pura, mientras su pueblo pasa hambre. A ella lo único que le importa es mantenerse en las Cortes otra legislatura y cobrar una pensión vitalicia. Para eso les está pidiendo el voto a los canarios y no, como dice con la mayor caradura política que se ha visto jamás, para defender los intereses del Archipiélago en la capital del país que nos sojuzga con el yugo colonial. Decimos que los diputados y políticos españoles se ríen de ella porque realmente lo hacen; sobre todo cuando la oyen decir que es española, porque todos sabemos -y ella misma lo sabe- que es una indígena aunque se vista a la europea. Lo mismo podemos decir de Ricardo Melchior y de todo el resto de la comparsa del falso nacionalismo.

Decir que Canarias necesita un reconocimiento especial por parte del Gobierno de España para salir de la crisis es una machangada. Lo único que puede salvar a Canarias es la independencia. No nos cansaremos de repetirlo. Ni los socialistas, ni los liberales, ni los falsos nacionalistas, ni los comunistas: los únicos capaces de guiar al pueblo canario hacia un futuro de prosperidad y respeto internacional son los patriotas que luchan -pacíficamente, la violencia nunca- por la independencia. Solo hace falta que se alce una voz -la ONU ya ordenó el derecho a la libertad de los pueblos en su resolución 1.514- para que se ponga en marcha todo el proceso conducente a la consecución de nuestra soberanía nacional. Una voz que puede ser también la de un político que milite en un partido estatista, pero que se sienta canario; que ame a su tierra por encima de las conveniencias de partido y de las instrucciones que recibe desde Madrid, que es donde están las cúpulas de los partidos estatistas -el PP y el PSOE-, porque esas directrices procuran el bien de España y no el de Canarias. Lo que llevan haciendo los españoles con estas Islas desde hace casi seis siglos -esquilmándolas incesantemente, mamando de la teta canaria- es la mejor muestra de que tenemos razón en nuestros planteamientos. Si no estamos mejor es por culpa del colonialismo; por culpa de la esclavitud a la que nos tiene sometida España desde los tiempos de la conquista genocida sufrida por nuestros antepasados.

Pensábamos que esa voz de la que hablamos, que ese hombre o esa mujer que se irguiese sobre los demás para levantar, alta y muy visible, la bandera de la independencia, podía salir de las filas del nacionalismo que encabeza Coalición Canaria. Sin embargo, nos equivocamos. Reconocemos nuestro error con humildad. Los nacionalistas de CC se han aliado con los intereses de los partidos estatistas, en concreto con el PSOE de Zapatero en los últimos tiempos, por lo que son aún más abyectos políticamente que ellos. La traición de estos falsos nacionalistas a su gente, en especial la felonía política del déspota político que nos gobierna y de su cómica representante en Madrid, la quícara Oramas, ha sido de tal magnitud, que los canarios jamás podrán perdonarla. Por eso reiteramos que la única opción que les queda a los dos es dimitir de inmediato y desterrarse. Lo mismo cabe decir de Ángela Mena, igual de perversa políticamente hablando ya que hasta se permite atacar al único medio de comunicación que defiende la libertad de esta tierra atormentada y empobrecida por la rapiña española.

Hay que iniciar conversaciones cuanto antes para llegar a conseguir lo que es inevitable: la independencia de Canarias. Un país no puede estar dominado por otro. Peor aún si esa dominación se lleva a cabo con la complicidad de un político déspota, necio y ruin como Paulino Rivero. Un país como Canarias, con sus enormes recursos actuales y potenciales, no puede arrastrarse en Madrid de la mano de la señora Oramas para mendigar unas limosnas; para suplicar que los españoles nos devuelvan una parte insignificante de lo mucho que se han llevado de aquí. Eso es una infamia; eso es engañar miserablemente al pueblo canario, que es honrado y trabajador. Y eso es lo que está haciendo Ana Oramas al ir por ahí diciendo babiecadas.