Los participantes en el debate temen una regresión, una "vuelta a las cavernas", a los tiempos de la dictadura y al yermo cultural de hace décadas.

Si se materializa lo que se está fraguando, aduce Teodoro Ríos, "habremos llegado al final de un ciclo. Si de golpe se cargan el tejido empresarial, será muy difícil de recuperar".

Braulio Pérez hunde el bisturí de su crítica en el punto más delicado: "O los responsables políticos producen cultura o nos dan las herramientas para que hagamos ese trabajo. A mí no se me subvenciona, se me contrata. Prestamos un servicio, como un proveedor, un constructor o un empleado de la recogida de basuras". Martín Rivero no entiende que se eche barro sobre el sector, "cuando, en su mayoría, se trata de microiniciativas de emprendedores". Vicky Bastos traslada su preocupación a unos jóvenes formados en la era digital, "con inquietudes que quizá no puedan realizar si no existe un mercado que los acoja".

Rivero dibuja un paisaje sombrío, a tenor de la perversa confusión de cultura y ocio en la que aquella debe actuar como una prolongación rentable de éste o morir. "Estamos abocados a una reestructuración del sector en un contexto en el que la iniciativa privada se vería seriamente limitada -prevé-. A fin de poder subsistir, se produciría una concentración de empresas y el producto se encarecería. Se iría, por un lado, a una oferta de entretenimiento comercial, y por otro a una cultura de primor destinada a un sector privilegiado", en referencia a la música clásica.

"Vamos hacia una cultura elitista", coincide Braulio Pérez; "para el que se la pueda permitir". A propósito, desliza un dato sangrante: "La aportación global de las instituciones canarias a la música clásica, hablo de Gobierno y Cabildos de Tenerife y Gran Canaria, es de 18 millones de euros, repartidos entre el Festival de Música y las dos orquestas. Aportación que se va a mantener. Entretanto, todas las políticas del Gobierno referidas a cultura han costado este año 14,13 millones de euros, que si se materializa el recorte se quedarían en 2,8".

"Cuando habla de modelo insostenible y de que se acabó vivir de las subvenciones, la consejera no sabe lo que dice, y además es muy torpe, porque le hubiera resultado muy sencillo reunirse con nosotros para explicarse y buscar alternativas", afirma contundente Braulio Pérez.

"¿Modelo insostenible?", concluye Ríos. "Creo, en efecto, que la consejera no sabe lo que ha dicho. Si no hay vuelta atrás y se reconoce el error, vamos a pasar un año 2012 complicadísimo". "La Administración es muy mala gestora", añade. "¿Es posible pensar en un producción cultural reducida a menos de 3 millones de euros y gestionada por una legión de funcionarios? Si vamos hacia ese futuro habrá en efecto una cultura para las elites, y el resto deberá conformarse con Telecinco y el fútbol".

Morales, por su parte, no sólo incide en la ineptitud de los administradores públicos, sino en su ignorancia supina. "No tienen ni puñetera idea de lo que gestionan ni valoran el trabajo que hacemos. Estamos gobernados por analfabetos", sentencia.