NO SÉ si usted habrá observado lo mismo que yo: que los empresarios de este país no han estado demasiado atinados últimamente a la hora de elegir a su presidente. Los optimistas irreductibles pensaron que la CEOE había tocado fondo con Gerardo Díaz Ferrán, pero, ¡ay!, siempre es posible coger una pala y ponerse a cavar. Y es que a su sucesor y actual presidente, Juan Rosell, le ha faltado tiempo para dedicarnos un par de perlas cultivadas como para echarse a temblar. La cosa tiene su importancia, porque se supone que son los empresarios quienes tienen que tirar del carro de la recuperación económica y el empleo cuando el flamante ejecutivo de Rajoy haya cumplido su amenaza de "crear las condiciones adecuadas" para ello.

Sostiene Rosell, en base a una encuesta elaborada por la patronal, que los desempleados españoles prefieren currar por cuatrocientos euros del ala que estar en el paro y no cobrar nada. Ya puestos, ¿prefiere usted que le corten los dos brazos o solo uno? Se trata de la inmoral falacia de siempre: es cierto que obtenemos beneficios, pero en realidad los estamos ayudando, porque si no fuera por el miserable salario que les pagamos estarían peor.

Sostiene Rosell, esta vez sin encuesta de por medio, que hay que acabar con los privilegios de los empleados públicos y despedir a los que sobran. He aquí otro argumento perverso. Resulta que en este país la estabilidad laboral es un "privilegio", cuando debería ser el estándar. El truco, la sutil trampa que nos tiende el señor Rosell a los trabajadores, consiste en tratar de igualarnos por abajo. El mensaje sería: no exijas estabilidad laboral para ti, reclama inestabilidad para los demás. Y dado el proverbial sentimiento de amor-odio de la sociedad española hacia sus servidores públicos, el éxito de esta recurrente manipulación está asegurado.

Como el patrón de patrones no aporta dato alguno para sostener su afirmación de que el sector público español está sobredimensionado y sobran funcionarios, imagino que lo dice por intuición. No sé qué opina usted, pero a mí no me parece que sobren policías, jueces, médicos o profesores. En cualquier caso, los datos dicen que la población empleada en el sector público español no llega al 10%, cuando la media europea es del 16% y en Dinamarca, por poner un ejemplo de país avanzado, es del 25,7%.

Por supuesto que nuestro sector público es mejorable y que la exigencia a los empleados públicos debe ser máxima (como a los políticos, cuyos sueldos también pagamos entre todos). Pero el presidente de la CEOE haría un gran favor a esta sociedad si se pone a trabajar en lo suyo y se deja de cortinas de humo.