QUERIDO Pepe Ignacio, ¡qué suerte tienes de estar allá donde todo es gozo, serenidad y paz! Espero que nos ayudes a los que sufrimos todavía en este valle de lágrimas. Tú, que todo lo sabes; te agradeceríamos que nos dieras ánimos y nos ayudaras para superar las pruebas que en estos días nos ha mandado el Señor. Pruebas que estamos seguros que vamos a salir de ellas con más fe y esperanza.

En estos días de Navidad nos toca destacar el año de esperanza que se abre para todos nuestros conciudadanos que sigan dispuestos a asumir su autogobierno. La España que se renueva en estos días, con la llegada al poder de un hombre tranquilo y previsible como Mariano Rajoy y el equipo que ha diseñado para su Gabinete, nos infunde ánimos para seguir en estas modestas reflexiones quincenales, tratando de aportar algunos análisis sobre lo que acontece a nuestro alrededor.

Creo que Canarias, como el resto de España, va a salir beneficiada de este nuevo equipo de Gobierno, que trata principalmente de hacer que todos los españoles sean iguales ante la ley, cualquiera que sea su lugar de residencia. Salvando las especificidades propias de cada uno de los territorios que integran este viejo solar patrio del que Canarias es avanzadilla atlántica hacia esa América hermana con la que tenemos que restablecer unos lazos más estrechos que los que se han ido rompiendo a lo largo de las dos últimas legislaturas de la era que los españoles acabamos, felizmente, de cerrar después de tantas majaderías y cancaburradas que hemos tenido que soportar.

Pero si en estos siete años largos de la etapa Zapatero se ha destruido la integridad de la nación española, potenciándose los nacionalismos disgregadores y depredadores de la misma, ahora nos toca a todos ayudar a que se reconstruya la unidad nacional y se refuerce la también quebrada ilusión de solidificar la Unión Europea, tan castigada por la avaricia de los "lajas" mercaderes internacionales, que se han aprovechado de la incompetencia de unos gestores nacionales que han llegado a poner en jaque cuanto se construyó por nuestros mayores tras las contiendas bélicas que sangraron la civilización judeocristiana de Europa a lo largo del pasado siglo y durante esta primera década del tercer milenio.

No vamos a hablar de este Gobierno recién estrenado hasta que se sepa qué se ha encontrado en las "gavetas" de la Presidencia y debajo de las alfombras en los ministerios. Puede que los sacrificios que Rajoy anunció en su prudente y valiente discurso de investidura obliguen a nuevos sacrificios a todos los españoles para sacarnos del abismo en el que nos dejó, por tercera vez, con algunos "palanquines" y "rebenques" el socialismo más destructivo que ha sufrido este viejo Reino.

Deseamos que al nuevo presidente no le tiemble la mano para repartir los sacrificios de modo equitativo. Empezando por la clase política que nos ha conducido a la quiebra como país. Hay que refundar España, remodelando lo que no funciona del pacto y la Constitución de 1978. Desde la forma de Estado hasta la estructura política y territorial del mismo. Cierto es que esa no es la tarea más inmediata, sino que lo urgente es, como ha dicho el presidente Rajoy, crear empleo, pagar las deudas de los "sabandijas" manirrotos que nos han gobernado y salir de la crisis.

Sin embargo, es hora de cambiar nuestros vicios nacionales. De habituarnos a vivir por debajo de nuestras posibilidades. A no gastar más de lo que ingresemos. A estimular el ahorro y cuidar del patrimonio común y público. De lo que es de todos. Y no como dijo esa majadera exministra de Fomento que todavía quiere seguir agarrada al momio que tiene en el Banco Europeo de Inversiones, cuando sentenció que el "dinero público no es de nadie". Menuda patojada.

Si los españoles van a tener que seguir trabajando hasta los 67 o más años para tener derecho a una pensión digna, Rajoy tiene que aplicar con maña la autoridad de su mayoría absoluta para eliminar sueldos, mamaderas y pensiones privilegiadas de los políticos. ¿Qué es eso de que, además del honor de haber servido a la nación y disfrutado de un buen sueldo durante dos legislaturas, los parlamentarios de cualquier cámara nacional o autonómica sigan con la "perreta" de poder jubilarse con el sueldo completo, cualquiera que sea su edad? ¿Y esos privilegios para los ex, como los que estos días hemos sabido que se han aprobado para que los expresidentes del Congreso o del Gobierno se vayan a disfrutar de por vida, en sus retiros dorados, sin que jamás hayan sabido qué es ser asalariado a sueldo de una empresa privada?

Rajoy ha prometido legislar para que los responsables de cualquier nivel que gestionen dinero público no se vayan de rositas, después de haber malgastado, prevaricado o dilapidado los respectivos presupuestos. Esperamos que cumpla lo que ha dicho en los próximos seis meses. En cuanto puedan aprobar el nuevo Presupuesto. No hay otro modo de disciplinar a los responsables de cualquier nivel de las administraciones públicas.

Tendremos que habituarnos a gastar menos, a no despilfarrar los Presupuestos. Por ejemplo, no cobrando fraudulentamente subsidios o prestaciones públicas, no engañando a Hacienda, acabando con la economía sumergida, respetando el patrimonio de todos... No es posible que el 25 por ciento de los profesores de la enseñanza pública estén de baja permanente por enfermedad; que los que tienen un estatus de funcionario tengan tan baja tasa de productividad; que se haya triplicado el número de funcionarios o asimilados; que se cobre distinto según cual sea la autonomía o administración en la que se presten los servicios; que haya más de 300.000 puestos de trabajo designados a dedo, emperrados en conseguir un "echadero" por vida, mientras se han vaciado de competencias los grandes cuerpos nacionales de la Administración.

Hay mucho de donde ahorrar y recortar para alcanzar los niveles de déficit público que nos hemos comprometido a no superar con nuestros socios europeos. Solo así recuperaremos la confianza y la fiabilidad de los mercados que nos permitirán superar la crisis que padecemos. Tenemos que volver a ser una nación con prestigio y solvencia. Y eso requiere muchos sacrificios que hemos de aplicarnos, cada uno en su ámbito. Por ejemplo, los mayores, no almacenando medicinas que no necesitamos; o los jóvenes, respetando el mobiliario urbano. Y todos, respetándonos más los unos a los otros, recuperando el principio de la autoridad pública en todos los niveles sociales, desde la educación a la judicatura o las fuerzas del orden. Y eso se logra a base de geito, con una mayor trasparencia de todos los poderes públicos, con una mayor educación, urbanidad o respeto por el prójimo, como se decía en nuestra juventud, Pepe Ignacio. Ni más ni menos.