Aquel 15M que tanto esperanzas alentó, aquel resurgir de una parte de la ciudadanía en defensa y reclamación de sus derechos, capaz de darle la vuelta a la perversa y desconecta idea entre la causa de la crisis y sus consecuencias, esa que nos hacía creer incluso que éramos parte de su causa cuando la realidad es otra bien distinta...

Ese espíritu no se enfocó hacia una coalición que verdaderamente nos hubiese representado para no perder el bienestar social o la merma de todos los derechos laborales que nuestros abuelos y padres lograron desde los albores del s. XX, incluso bajo las dictaduras, como la jornada laboral de cuarenta horas, vacaciones y jubilación retribuidas, escuela y sanidad gratuitas, igualdad entre hombres y mujeres o el derecho a ser diferentes. Esa falta de dirección sirvió a los intereses de los especuladores y de sus fieles defensores, la patronal, la banca y a cierto partido político con su victoria aplastante en las elecciones municipales y nacionales.

¿Qué queda del espíritu del 15M? Anuncios de una multinacional y ciertos grupos que se enfrentan a los desahucios; poco más. Ya han pasado las elecciones con el resultado que sabemos, volveremos en gran medida a los años cincuenta, aumentará la represión ante cualquier manifestación en protesta por la pérdida de nuestros derechos, intentarán convencernos de que las medidas que toman son necesarias y todos debemos hacer un sacrificio. Han empezado con los funcionarios e interinos (solo por algunos), porque los diputados del Congreso, los senadores, los numerosos parlamentarios autonómicos, junto a las personas contratadas por ellos durante el ejercicio de su cargo, a esos mantienen y aumentan; tampoco con el Ejército. ¿Para qué queremos tanto material inútil? Tanques, aviones, flota y soldados para guerras que no son nuestras, sino del capital en busca de petróleo u otras fuentes de energía; solo es necesario una parte de él. Al tener fronteras seguras no hace falta en el exterior supuestamente para implantar una pseudodemocracia. A un pueblo no se le entrega democracia; ellos eligen lo que creen más necesario.

En España hemos votado democráticamente, pero el partido político elegido practica posiblemente democracia entre los suyos; para el resto de la población aplicará la dictadura de la mayoría, y tiene la intención de cercenar todo lo conquistado anteriormente. ¿Quién nos salvará? Volverá el trabajo semiesclavo, ahora llamado "minijobs", por horas, sin retribución de vacaciones, pérdida de la jubilación por dicha causa al no poder cotizar los treinta y siete años, sin paga extra. Una educación básica; poco más que saber leer, escribir y las cuentas, como fue la de nuestros padres, así como la pérdida de las ayudas sociales al privatizar esas parcelas; las privatizan porque dicen que son pérdidas. Entonces ¿por qué las compran? Algo no cuadra. Solo nosotros podremos parar este desmantelamiento del bienestar social; nadie vendrá a reponernos las pérdidas. ¡Debemos evitar que no las quiten!

nació descabezado como espíritu vivo de la conciencia de los jóvenes parados y sin futuro. Pero ese mismo espíritu fue perdiendo fuerza paulatinamente, posiblemente manipulado para que no surgiera un líder capaz de encauzar sus pretensiones, sin apoyo universitario como motor de ideas, ni protestas de los trabajadores como antaño. Ahora ellos apenas se mueven. Unos por falta de conciencia social; los otros por el temor a la pérdida de trabajo o represalias laborales por las leyes aprobadas.

Todo tiene un límite, y posiblemente les tocará una vez más a los más desfavorecidos, a los que no tienen nada y, por lo tanto, nada que perder. Será como consecuencia del continuo aumento del precio de los productos básicos, la inaccesibilidad a una mejora social, a una vivienda digna, a la educación plural, condenando a la subsistencia; con ellos volveremos a las barricadas reclamando lo perdido. Es cuestión de tiempo.

José Enrique Centén Martín