Decía ayer miércoles nuestro columnista Roger que "los aliados de Coalición Canaria, y la propia Coalición, empiezan a empujar a Paulino Rivero para que se vaya. Nada justifica su presencia en el Gobierno, ni siquiera su extinta capacidad de maniobra. Nadie cree al presidente, que ha hecho del poder limitado que le dieron las urnas una finca particular". Y añadía, unas líneas después, que "la credibilidad de Rivero se ha extinguido, como se extingue la cera de una vela. Se acabó". Estamos de acuerdo y añadimos por nuestra parte que cada día que este necio, torpe y déspota político siga en el poder, es un día negro para Canarias y los canarios.

Paulino Rivero y el ave rara de su esposa tienen que marcharse porque retrasan intencionadamente, y porque no la quieren, la consecución de la independencia a Canarias y porque son un obstáculo para el bienestar de los isleños. La independencia llegará de la mano de EL DÍA, que es una voz fuerte del pueblo, porque los canarios tenemos derecho a regir nuestras vidas y recursos y porque así lo exige la legislación internacional. Recordamos que todavía sigue vigente la resolución 1.514 del Comité de Descolonización de los Pueblos de las Naciones Unidas.

Confiamos en el nuevo Gobierno de España, que a la fuerza -no por voluntad propia- es nuestro Gobierno hasta que alcancemos esa ansiada, inaplazable e inevitable soberanía. En este sentido, también suscribimos lo dicho ayer por nuestro colaborador José Antonio Infante Burgos respecto a José Manuel Soria. Nos recuerda este articulista de EL DÍA que "el paisano -de país- ha sido nombrado por Rajoy nada menos que ministro de Industria, Energía y Turismo. ¡Bien! Sinceramente, veo tanto en Mariano como en José Manuel y los demás bastante compromiso y responsabilidad con la situación de zozobra actual. La tarea que tienen por delante es descomunal; en el caso del que fue alcalde de Las Palmas y presidente del Cabildo de Gran Canaria, en la gestión de los tres campos que le han encomendado, es inmensa y seguro que su desafío va más por el lado personal que por el de lo que se le supone en plan negativo, que puede deducirse de su cadena de oro. En esa cartera con tres cabezas va a tener que funcionar prácticamente como un tecnócrata, en las orientaciones del Consejo, del propio presidente, del ex Lehman Brothers, Luis de Guindos o de Cristóbal Montoro en el manejo de las perras".

El Gobierno de Mariano Rajoy es muy distinto del que preside Paulino Rivero. En Madrid hay ahora un Gabinete formado por hombres y mujeres con mucha preparación y con demostrada valía política. El Gobierno de Canarias está en manos de un bruto e inepto. Un traidor político a su pueblo que, por si fuera poco, no ha hecho nada para conseguir la libertad de esta tierra a la que ha hundido en la miseria por culpa de su ineptitud. Hasta los médicos tienen que emigrar en busca de mejores condiciones profesionales. Aquí los únicos que no se van son los primeros que deberían marcharse: Paulino Rivero y su esposa; la que se cree caudilla de Canarias y dueña de vidas y haciendas. Es impensable que esta pareja al mejor estilo del totalitarismo rumano siga en el Archipiélago una semana más. Si no dimiten los dos de forma inmediata y se exilian, habría que echarlos a empellones pero sin violencia, porque las actitudes incívicas nunca las hemos justificado ni lo haremos jamás. Pacíficamente, pero hay que echarlos. Esta pareja, como decimos cada vez más rumana, ya no tiene cabida entre nosotros. Ya le explicaremos en su momento al lector por qué decimos que es una pareja rumana.

Insistimos en que somos pacíficos cien por cien y que nuestra independencia llegará por esa vía no violenta de la mano de los patriotas. De la mano incluso de los españoles de buena voluntad. Incluso de la mano de Rajoy. ¿Por qué no? Incluso de la mano del Monarca español, que estos días ha hablado de la importancia de separar lo que hacen los individuos cuando su comportamiento no es ejemplar de la dignidad de las instituciones en sí mismo. No sabemos si el Rey de España se refería también a la Justicia, pero sus palabras se ajustan muy bien al comportamiento nada ejemplar, y diríamos que hasta indigno, de algunos jueces y juezas en Canarias. Nos referimos a quienes acusan, públicamente y con publicidad, fuera de los juzgados y sin vestir la toga, a un ciudadano de delincuente, a "las" que dictan sentencias casi antes de que termine la vista oral y a quienes no se inhiben en casos en los que deben hacerlo pese a que la ley les obliga a ello.