ASEGURA un viejo aforismo que quien olvida su historia está condenado a repetirla. No sé si alguien del PP, ahíto de triunfo como sigue estando todo el mundo en ese partido a día de hoy, recuerda lo que ocurrió entre el jueves 11 de marzo de 2004 y el domingo siguiente, cita electoral en la que Mariano Rajoy se postulaba por primera vez para presidir el Gobierno de España y fue derrotado. En cualquier caso, como la tinta más pálida perdura más que la más retentiva de las memorias, convendría repasar en las hemerotecas, e incluso en los libros de historia, lo acontecido en aquellos cuatro días. No fueron los sangrientos atentados de Madrid los que le hicieron perder al PP las elecciones de aquel domingo; fue la soberbia y, sobre todo, fueron las mentiras de algunos dirigentes populares la causa definitiva de que el PSOE de Zapatero triunfase en aquellos comicios. El PP perdió por mentir.

Mala cosa es que once años y medio después, y con una derrota electoral por medio, inaugure su legislatura un Gobierno de Mariano Rajoy desvelando otra gran mentira celosamente guardada. El mismo viernes, apenas acababa de anunciar Soraya Sáenz la brutal subida del IRPF, no salía de su asombro Duran Lleida. "¿Pero no se han pasado la campaña diciendo que no iban a subir los impuestos?", se preguntaba sin que le llegara la camiseta al cuello. Qué fácil es decir Diego donde antes se dijo digo. O al revés; qué más da. Una brutal subida que pagarán sobre todo las clases medias. ¿Pero no se han cansado los políticos del PP de criticar, durante años y años, las políticas socialistas contra las clases medias, que en realidad son las que garantizan el bienestar y estabilidad social de un país? Aunque eso poca importancia tiene porque Rajoy, sus ministros y sus asesores saben a quiénes pueden darles el palo con el menor coste político.

Conoce el PP que esas mencionadas clases medias -su granero electoral- encajarán el golpe con resignación. Además, cuando toque volver a votar, los impuestos habrán vuelto a su cauce. O no. ¿Por qué hemos de creer a Rajoy y sus ministros cuando aseguran que la subida solo será durante dos años, cuando hace apenas unas semanas aseguraban que no habría incremento de ningún tipo?

No vale la disculpa de las circunstancias excepcionales. Bien sabía el PP desde septiembre u octubre, recién iniciado el curso político tras el verano, que el déficit al final de año no iba a ser del seis por ciento. Era imposible alcanzar esa cifra porque la economía española se había vuelto a ralentizar. De hecho, estábamos a punto de entrar en recesión. Basta revisar lo publicado por la prensa en aquellos días para comprobar el convencimiento de la cúpula popular de que el déficit se situaría entre el siete y el ocho por ciento al final de diciembre. Sin embargo, prefirieron callar en la sede de la calle Génova para no asustar a la clientela.

No voy a decir que no me importa pagar más impuestos si es para salvar a este país de la zozobra. Me importa aunque sea para eso, pero estoy dispuesto a hacerlo. De buen grado o a la fuerza -qué remedio- estoy dispuesto al esfuerzo. Pagaría incluso más para que no se suprimiesen las subvenciones en I+D+i por un importe de 600 millones de euros. Qué disparate: agrava este Ejecutivo nuestra principal lacra histórica desde la revolución industrial, e incluso antes, como es la negativa a investigar e innovar; el principal valor añadido de este país moderno. Y eso que se han cansado, también durante años, de subrayar la importancia de las políticas de desarrollo científico. Qué cinismo. A lo que no estoy dispuesto es a que se siga dilapidando lo que yo, junto con muchos millones de contribuyentes, tendremos que pagar de más. Tirando el dinero público, por ejemplo, en televisiones y radios autonómicas, amén de coches oficiales. Por cierto, ya que hablamos de coches, ¿es verdad que José Manuel Soria ha encargado hoy lunes dos vehículos oficiales, uno para él y otro para su asesor, durante su primera visita a Las Palmas como ministro? ¿Dónde está la austeridad que han reclamado tanto él como otros miembros destacados del PP durante tanto tiempo? Bien es verdad que una cosa es predicar y otra dar trigo.

¿Qué decir también de las subvenciones a los sindicatos, a la CEOE y a los partidos, que se mantienen con un recorte de apenas el 20 por ciento? ¿Por qué tengo que pagar más para seguir manteniendo a unos sindicatos y a una patronal que jamás me han representado, entre otras cosas porque no necesito que me representen? ¿Por qué no se financian con las cuotas de sus propios asociados?

En fin, a llorar a la Plaza el Charco como dicen en mi pueblo. Convendría, pese a todo, que algunos tengan más cuidado con lo que dicen si luego no van a cumplir su palabra. La ciudadanía de este país puede ser un tanto aborregada, desgraciadamente es así, pero no por ello carece de memoria.