EL AYUNTAMIENTO de Santa Cruz se ha lanzado sin contemplaciones a la búsqueda de dinero, persiguiendo con saña a todo aquel contribuyente del que tiene ligera o simple sospecha de que pueda estar incurso en una infracción. Lo está haciendo todos los días, embargando cuentas y cobrándose toda la deuda si es posible, aunque el contribuyente sea un pensionista. Este sistema me recuerda a un pobre hombre de color perdido entre los dos bandos de la guerra civil española. En un alto le pidieron que se identificara, y contestó nacionales, pero como eran republicanos le atizaron una paliza. Malherido siguió su camino y volvieron a darle un alto. Sin ninguna duda afirmó ser republicano, pero como eran nacionales volvió a ser atizado. Sin apenas fuerzas continuó el camino, y en el siguiente alto, con un hilito de voz dijo: ¡dilo tú primero! Pues así es como se está comportando la recaudación ejecutiva del ayuntamiento: primero embargan y después tienes que defenderte recurriendo y presentando las pruebas pertinentes, y esperar sentado a que se resuelva el recurso, que puede durar muchos meses, y, si es favorable, tener paciencia para que le devuelvan el dinero. Es justo pagar si uno se ha olvidado o se le ha pasado alguna tasa, pero este aquí te pillo aquí te mato que están utilizando actualmente es indecente.

Hace más de dieciocho años que no estoy empadronado en Santa Cruz, y más de veinte que no tengo ninguna propiedad en el municipio, y aun así el ayuntamiento me ha hecho pasar un calvario los últimos días merecedor de una denuncia en el juzgado. Todo comenzó una mañana en que fui tranquilamente a sacar dinero con la tarjeta y me encontré la cuenta bloqueada. Al pedir un extracto me encontré con el embargo, y, sin saber exactamente por qué era, fui a la trasera del edificio principal, al servicio de gestión tributaria. Después de un par de horas, con los nervios a flor de piel, y en una enorme cola atendida solo por dos funcionarios, una señorita sacó una relación de recibos pendientes, correspondientes a un vado que supuestamente había solicitado en la calle Garcilaso de la Vega, y que según ellos no pagaba desde 2005. Le contesté a la señorita que no tenía propiedades en ese lugar desde 1991, y que además allí nunca había existido ningún vado, pues ni siquiera el edificio tenía aparcamientos. Me contestó que tenía que probarlo, pues ellos no tenían archivos de esa época, y que lo consultara en Urbanismo. Como era tarde, y ya no podía hacer más gestiones, aproveché para pasar por el domicilio citado y comprobar que, efectivamente, no existía vado. Al día siguiente me personé en la gerencia, me mandaron a la cuarta planta, donde por cierto solo había tres o cuatro mesas ocupadas de casi cincuenta. Se "equivocaron"; tenía que subir a la quinta. En el ascensor subió conmigo una señora, y amablemente se ofreció a llevarme hasta la persona indicada, pero como no estaba me atendió ella misma. Comenzó a llamar por teléfono, indagando quién podría resolver o atender el problema, y muy tranquila me espetó que era mejor pagar primero la deuda, después dar de baja el vado, porque los recibos continuarían saliendo (de algo que nunca había solicitado) y que después reclamara. Me remitió a la oficina de la Policía Municipal, donde tuve la suerte de ser atendido por una señora que, la pobre, debía estar en su casa con una manta, pues tenía un catarro de órdago. Rebuscó en el ordenador e hizo un montón de llamadas y, por supuesto, nadie estaba en su lugar de trabajo. Al final me consiguió una entrevista para el día siguiente en la Inspección de Tributos, consiguió hablar por fin con otra señorita en la planta E, quien rellenó la correspondiente reclamación. En la inspección, otro funcionario amable, que ya había recibido la solicitud, dio la orden de levantar el embargo, ya que les proporcioné los datos del actual propietario, al que nada tienen que requerir, porque no existe tal vado.

La indefensión como ciudadano ante la irresponsabilidad de un funcionario es increíble. No me gusta meter en el mismo saco a todos los funcionarios, pero a veces se lo buscan. Menos mal que en esta traba burocrática hubo tres, de los que me gustaría conocer sus nombres, que fueron modélicos en sus actuaciones. De qué sirven tantos avances informáticos y técnicos ante la caradura e irresponsabilidad de unos cuantos.

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