1.- Recordaré dos fechas en mi relación con Spanair. Una fue la noche de la tormenta tropical Delta, me parece que el 28 de noviembre de 2005, regresando de Madrid, cuando el comandante del MD en el que viajaba intentó aterrizar en el aeropuerto de Los Rodeos. El viento era tan fuerte -hubo rachas cercanas a los 200 k.p.h.- que el piloto al mando, tras dos maniobras de aproximación, decidió irse al Reina Sofía, azotado también por un auténtico temporal. Aquello era un verdadero infierno: lo recordarán los pasajeros que viajaban en ese avión, que daba bandazos espectaculares hasta posarse en la pista sureña. Lo de posarse es un decir porque la fuerza del viento era tal que las puertas del avión no podían abrirse y, una vez abiertas, se cerraban por la fuerza del vendaval. Finalmente lograron calzar la aeronave y sujetar las puertas; y así pudimos salir, a duras penas. No recuerdo el nombre del comandante, pero todos los pasajeros le transmitimos nuestro agradecimiento por habernos traído a casa; sanos y salvos, pero asustados. En un avión que llegó después viajaba Zerolo, a la sazón alcalde santacrucero. Como yo circulaba delante, con dirección a Santa Cruz, en el Audi-6 de mi empresa, conducido por RubénRodríguez y con el subteniente de la Guardia Civil FranciscoSolano como acompañante, íbamos relatando a la escolta de Zerolo, por el móvil, los obstáculos que se hallaban en la desierta autopista, para que su conductor pudiera esquivarlos.

2.- La última vez que volé con Spanair fue el otro día, el del partido Madrid-Barcelona en el Bernabéu y regreso al día siguiente. Tripulaciones superamables, una preferente cómoda y una compañía puntual. Llegó un momento en que Spanair, si el avión retrasaba su despegue un cuarto de hora, te regalaba un pasaje para la misma ruta. Una iniciativa fantástica. La compañía empezó a caer tras el accidente de Barajas, porque los pasajeros preferían volar con otras alas. Fue una pena. No hay nada más terrible para una empresa de aviación que un accidente con víctimas.

3.- Spanair se había rehecho, había cambiado su accionariado, había entablado conversaciones con un holding árabe para su rescate y había recibido importantes subvenciones del Gobierno catalán. Pero no fue suficiente y unas 2.000 personas se han quedado en la calle. AntonioVázquez, presidente de Iberia, había declarado hace unos días que Spanair era totalmente inviable. Como así ha sido, al fallarle todos los recursos. Guardo un grato recuerdo de Spanair, de la amabilidad de su gente, de su confortable clase preferente -para lo que se estila ahora- y de la profesionalidad de sus tripulaciones técnicas y de cabina. No merecía este final la compañía española. Ni mucho menos.

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