UNA RELACIÓN matrimonial satisfactoria y hasta feliz no se logra con grandes ocurrencias o acontecimientos, sino con pequeños detalles o situaciones diarias: notas, regalitos, ayudas no esperadas, llamadas, comidas agradables, ratos tranquilos para charlar, un espacio confortable y cuidado, unas invitaciones sorpresa cuando uno de los cónyuges está agobiado: ¡detalles, detalles y detalles! Está comprobado que los detalles son un magnífico modo de la relación satisfactoria: a más detalles más posibilidades de hacer feliz al otro. Mantener la expectativa de la sorpresa es una cualidad admirable que nos hace más deseados. Se es detallista o delicado no por tener un tipo de personalidad ni una forma de ser, sino por tener o no una habilidad para enamorar y enamorarse a diario del marido o de la mujer.

Esmerarse en la presencia física, las buenas maneras y cuidar los detalles. Es importante el aseo personal, la forma de vestir y la delicadeza en el trato. Hay que tener mucha confianza con la mujer o con el marido, pero con mucha delicadeza, respeto y elegancia. El doctor Marañón escribió que "el lugar más peligroso de la pareja es el cuarto de baño"; tal vez por ser, a veces, un lugar reducido, propenso a los roces corporales, donde la intimidad está desnuda, desmaquillada y ella con rulos... No basta con dejar tapado el tubo del dentífrico, tenemos que ser sobre todo muy delicados

Ser cómplices y huir del "más de lo mismo". Contar con el apoyo indiscutible de la mujer o del marido, saber que va a creer en nosotros ante cualquier otro, que nos va a proteger y a defender, es un sentimiento suficientemente elevado para dar todo por la persona que hemos elegido para compartir toda nuestra vida. Mantener esta confianza y proteger estos sentimientos solo pueden hacerse manteniendo una estrecha colaboración respecto al resto del mundo. Es la complicidad, es la que mantendrá el respeto de los hijos, de los padres, la que hará que los demás nos admiren; y que mantendrá la confianza y la ilusión por seguir adelante, aunque el camino, a veces, se haga pedregoso o cuesta arriba. Hay que huir de la rutina como de la peste, incluso es bueno añorar una buena dosis de la misma. Eso indicará que no nos estamos sumergiendo en ella. Uno de los objetivos importantes en el matrimonio debiera ser la mejora personal y enriquecimiento mutuo de los cónyuges. Por ello hay que ser activo, inquieto, buscar fuentes nuevas de conocimiento, no basta con la información, hay que formarse: leer y estudiar. Además, vale para mantener temas de conversación, entre los cónyuges nada vulgares. Siempre "más de lo mismo" empobrece, aburre y, con frecuencia, lleva a buscar la distracción "buscándole tres pies al gato".

Hay que mantener vivas la viejas ilusiones de siempre: ¡te quiero y te quiero con pasión, porque me da la gana!, y dar paso a otras nuevas; es decir, no sólo vivir de los recuerdos. "Quien solo añora el pasado se sepulta en vida en un mausoleo", dice un viejo dicho. Y sentido del humor, aprender a reírse de uno mismo y a reírse con el otro: recordar con gracia las torpezas de los comienzos, aceptar las pequeñas bromas caseras, que contribuyen a eludir las tensiones o la rutina. Ver el lado positivo de las cosas, por ejemplo: "Qué maravilla de Navidades hemos pasado, nos hemos quedado sin un euro"; en vez de "¡cuánto dinero nos hemos gastado, ¿cómo vamos a llegar a fin de mes? ¿Cantamos o nos reímos juntos?". La risa es uno de los mecanismos que más puede ayudar para poner en orden sentimientos discordantes. Cuántas veces un chiste a tiempo puede cambiar una relación tensa en algo cordial. "La risa abre una puerta en la mente, distrae la atención y amplía el radio de acción el pensamiento", escribe una amiga neuróloga.

Alguien ha dicho que "el matrimonio es la más bella aventura". A lo que añadiría: y por la que merece la pena apostar. Si tuviera que resumir las tres notas mínimas imprescindibles o irrenunciables para llevar el matrimonio a buen término concluiría con: el respeto mutuo, la entrega amorosa y la comunicación interpersonal entre los cónyuges. Hay que poner todos los medios humanos de nuestra parte, pero a veces no son suficientes, y estamos necesitados de medios sobrenaturales que, en definitiva, son para todos, la ayuda de Dios.

y profesor emérito del CEOFT

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