1.- Todos los magos, los velillos y los elementos barriada son forofos del F.C. Barcelona. Lo cual no quiere decir que la totalidad de la hinchada de ese equipo de fútbol sala esté compuesta por magos, velillos y elementos barriada; mucho cuidado con eso. No me vengan luego a hacerse los insultados. Pero yo no he asistido jamás a un choteo tal de los colores de un equipo. Y no digamos nada de la internacionalización de la horterada. Pones la tele y estás viendo un safari en África, relatado con pelos y señales en un bello documental de la Nacional Geographic, y al porteador negro llevando el rifle en una mano y el matul en la cabeza, vestido con la camiseta del Barsa. Ya se han cargado el encanto del atavío continental y el exotismo tradicional de las tierras africanas. Y ofrecen las imágenes de un atentado en Irak y observas la estampa patética y triste de veinte inocentes destripados, diez de los cuales están vestidos con los colores del Barsa. Y hasta en un reportaje sobre la recogida de arroz en la a profunda aparece Lu con la camisola blaugrana. Coño, es demasiado. Puede ser también que a los del Madrid nos dé cierta grima que el Barsa desate tantas pasiones. En la tierra del mago la camisa del Barsa se ha convertido en un uniforme; en la nueva bandera de las medianías. Y los velillos pintan las fachadas de sus casas con los colores de ese club; de momento hemos escapado con la barretina y otras cursiladas regionales, como la sardana y eso.

2.- Al Barsa le hace falta una cura de humildad, tal cual le dio el Madrid en el Nou Camp, el otro día, aunque no ganara. Cara de apuro la de aquella hinchada, tiritando de miedo ante la avalancha de un equipo desmelenado y épico. Van para atrás, como los cangrejos. Se les acabó el ciclo. Lo concentraban todo en injuriar a Pepe desde la grada, a ese adalid de la deportividad, a ese noble futbolista al que le tenían que conceder el premio al juego limpio. Porque -lo dije el otro día y lo repito ahora-, Pepe es un señor. Pone tanta fe y tanto ardor en lo que hace que él solito se disparata a veces, pero sin mala intención.

3.- A nosotros, a los borjamaris, nos llaman fachas. Bueno, no me importa. En realidad, estoy acostumbrado a los insultos. El otro día, por la Red, cuando dije lo que dije para defender a Pepe, recibí muchos mails a favor pero algunos en contra; terribles. Los tengo guardados. Porque mi próximo libro sobre el mago, que está al caer, ya tiene título: "Todos los magos son del Barsa". En él haré consideraciones metafísicas sobre la filosofía culé y su relación con el habitante del agro canario. Que pueden parecer baladíes, pero pretendo que nos acercan a todo un comportamiento social. Por cierto, ahora que caigo, ¿culé viene de culo?