EL DOMINGO por la noche estuve viendo el programa de la Canaria "En clave de ja", y confieso que pasé un rato divertido y por unos momentos olvidé el drama que está suponiendo esta crisis. Los actores son francamente buenos, y con el transcurrir de los años han ganado escénicamente, consiguiendo lo que se conoce como "tener tablas". Es un programa entretenido y distendido, al que a veces le sobran algunas palabrotas.

Lo del programa no tiene nada que ver con el tema que quiero comentar, pero era para no empezar tan a saco con el malestar e incertidumbre que nos invade. Un panorama aterrador que da pánico que pueda incrementarse negativamente. Hay agoreros que anuncian tifones y huracanes, y por el momento, nadie con un mínimo de sensatez se atreve a insuflar optimismo, sosiego y paz. En el deambular del día a día por la calle, las personas de mi entorno y los conocidos van cabizbajas, y algunos tienen la moral por los suelos. Parece que estamos al borde del caos, y en el límite de otro enfrentamiento.

Los medios de comunicación tampoco ayudan transmitiendo tanto pesimismo y barruntando un caos de consecuencias irreparables. Ya estoy un poco harto de escuchar que el país necesita reformas urgentes, y a los tertulianos hablar de crisis e imponer sus opiniones como el Padrenuestro. Por muchas soluciones que den, los días pasan y la incertidumbre prosigue. Las noticias negativas se suceden sin tregua: el drama humano del paro, los bancos no prestan un duro, el dinero se ha evaporado por arte de magia, la inseguridad de los pensionistas es terrible, los precios no dejan de subir, y la gran mayoría piensa que en poco tiempo no tendrá para comer. El Estado te da un 1% y te aplica subidas, con lo cual el poder adquisitivo se reduce. El dinero no rueda suficientemente, se reduce el consumo, y aumentan las colas para solicitar ayuda y alimentos. Se anuncia más paro, por lo que acrecientan los delitos menores, porque el ciudadano toma sus propias medidas. Hace muchos años, mi padre me dijo que en España existió un enfrentamiento entre hermanos por culpa del hambre. ¿Volveremos a ver coger una escopeta para poder dar de comer a los hijos?

Hay que exigir la verdad de lo que ocurre, y hasta qué profundidad la manzana está podrida, así la calle asumiría mejor su realidad. Mientras sigan engañando y prometiendo lo que no pueden cumplir, los instalados en el sistema seguirán beneficiándose de la situación y el pueblo llorando sus penas.

El otro día escuché atónito cómo un catedrático de Economía, con un currículum de sabelotodo, aseguraba que el problema es que no hay dinero. ¡Y se queda tan pancho! ¿Ustedes han visto la quema de dinero en alguna plaza? ¿Se ha volatilizado por arte de magia? Seamos serios. El dinero existe y está en poder de los de siempre, el resto a sufrir y penar. Pero la verdadera crisis no es solo la económica, es la falta de moral y valores que se han perdido, la ética y la irresponsabilidad que se ha adueñado de España, los hábitos y costumbres de nuestros mayores se han volatilizado. Por eso los ciudadanos tienen doblegada su voluntad, y el caos se ha adueñado de ellos. Nuestros padres y abuelos sobrevivieron en tiempos mucho más difíciles que los actuales. Ahora, si todos ponemos de nuestra parte, empezando por los políticos, bajando de sus pedestales, es posible encontrar el camino, ganar optimismo y desterrar el malestar y la incertidumbre que nos invaden.

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