COMO dice la canción: "Salud, na, na, na y amor; el que tenga esas dos cosas que le dé gracias a Dios". En cuanto a la salud, es un estado transitorio entre dos épocas de enfermedad que, además, no presagian nada bueno, y en cuanto al amor, es como los fantasmas, bastante gente habla de ellos pero pocos los han observado en hologramas confusos, en la mayoría de casos pasajeros.

Lo que iba a preguntar es si está afectando la situación actual de crisis, de falta de perras y de amargura colectiva a su salud y a su amor. Si la contestación es que no, yo creo que tranquilamente puede darse con un canto en el pecho -según el DRAE, el golpe con el canto nos lo podemos pegar igualmente en otras partes del cuerpo: en los nudillos, en los dientes, en los pechos; la expresión viene de la satisfacción que podían sentir los penitentes cuando se flagelaban-. Lo normal es que, ya sea en primera o segunda persona, la complicada deriva económica le presente en el plano personal una expeditiva factura que de una manera u otra usted también va a pagar.

En el caso concreto de la salud, nadie se ha puesto a calcular en profundidad el costo que como sociedad vamos a acabar asumiendo, digamos que en medicinas, por no haber gestionado como Alemania nuestros recursos y situaciones anteriores. Insomnio, dermatitis, problemas de estómago, desajustes cardiovasculares, presión tiroidea, patologías bucodentales..., debido todo ello al desquiciamiento general en el que la mayoría sobrevivimos. La prescripción de psicofármacos ha crecido un 15%. Además, muchos exfumadores han vuelto a recaer. Los problemas en el trabajo -propios y ajenos-, el paro, la falta de dinero y los gastos que no paran de crecer han ido haciendo mella cada vez más en el físico y la mente de los ciudadanos.

Ahora mismo, con la presión de los mercados y con la necesidad de recortar duramente, parece darse una contradicción destacada en cuanto a lo que es bueno para Canarias y lo que es bueno para sus ciudadanos. No coinciden. En la ortodoxia aplicada por la Unión Europea, para el Estado lo aconsejado es aplicar una austeridad espartana en el gasto público y hacer competitiva la producción y actividad a base de rebajar costos, entre ellos el de los salarios. De esta manera, conseguir teóricamente una mayor competitividad y, por decirlo así, convertirnos en los chinos de Europa. Pero a la vez eso es horrible para el consumo, para las recaudaciones, para el crecimiento, para la autoestima y, como estoy diciendo, para la salud.

Mira, por ejemplo, en Suiza. La Unión Sindical (USS) propuso que la Constitución garantice un salario mínimo de 4.000 francos, unos 3.300 euros al mes, para que los 400.000 ciudadanos que no ganan eso puedan "vivir decentemente". Según la prensa, el sindicato recogió 111.000 firmas para defender su propuesta. Asimismo, una iniciativa similar de las Juventudes Socialistas y Progresistas (JSP) del cantón de Jura de 2009 está pendiente de ser debatida en el Parlamento. Si no se pronuncia antes del próximo mes de octubre, será votada automáticamente por los ciudadanos. Por su parte, el ministro de Economía, Michel Probst, confirmó las noticias de que había pedido al departamento de Artes, Oficios y Trabajo un proyecto legislativo sobre el salario mínimo. "Con esta iniciativa queremos garantizar que todos tengan un salario digno".

¿Mejoraríamos con 3.300 euros nuestra salud? Sí, seguro; supongo que salvo los que tuvieran que pagar semejantes cantidades sin que sus empresas y aventuras obtuvieran los rendimientos que, por lo visto, se consiguen en el país helvético. Por lo tanto, habrá que encontrar campos en los que hacer mejores negocios.

Con el amor sucede lo mismo. Descienden, como indicador, las bodas y los nacimientos, y eso ya de entrada es menor riqueza para presente y futuro. Entiendo que no revolotean tanto, y conste que me gustaría pensar en esas mariposillas medio perturbadas que afligen a los enamorados y que les hacen escribir cosas como esta: "Si sumas todas las estrellas del cielo, todos los granitos de arena en los océanos, todas las rosas en el mundo y todas las sonrisas que haya habido en la historia del mundo, empezarás a tener una idea de cuánto te amo".

Ahora, ya, el martes próximo, es San Valentín. Olvide la crisis, dedique un te quiero, busque una poesía.