CONTINUANDO y completando lo expuesto la semana pasada, voy a contarles algo más sobre la Torre de San Andrés y sus alrededores. Esta torre se construyó en 1706. Era comandante general Agustín de Robles, y a él se debe la construcción de la misma, que ejecutó el ingeniero militar Miguel Tiburcio Russell, con el fin lógico de defender las zonas próximas y el pueblo de las incursiones de piratas y posibles invasores. Al estar próxima a un barranco, las avenidas del mismo socavaban sus cimientos y fue parcialmente derruida antes de 1740, siendo reparada según proyecto del ingeniero militar Antonio Riviere. En 1769, una nueva avenida del barranco volvió a causar desperfectos, que fueron reparados por el ingeniero militar Alfonso Ochando, reconstruyéndola de forma análoga a otras ya existentes en Gran Canaria, Fuerteventura y Lanzarote. El estado actual, parcialmente derruida, se debe a otra avenida del barranco próximo, sin tener nada que ver con el enfrentamiento militar con el vicealmirante Nelson en su retirada después de ser derrotado en Santa Cruz en 1797, donde se cruzaron fuegos. Así pues, el estado ruinoso no se debe a un hecho histórico que pudiese justificar en parte mantener su estado en recuerdo del suceso, sino a un hecho natural. Mientras perteneció a Defensa y fue necesaria su presencia, fue reparada. Como hemos dicho anteriormente, al perder su necesidad defensiva y ser entregada por el Ejército al ayuntamiento es cuando se ha mantenido en el mal estado actual, constituyendo un nido de porquerías, ratas y drogadictos. Hace años realicé una infografía sobre la torre reconstruida, con una pequeña placita alrededor, y quedaba francamente bien, dándole una agradable presencia al entorno. Me puse en contacto con los colegios oficiales de Arquitectos y Aparejadores y estaban dispuestos a poner un técnico, de manera altruista, para su posible reparación. Incluso se pensó en crear un taller de cantería para formar a personal y repararlo como era debido. Puesto en contacto con la entonces consejera de Cultura del Cabildo, Dulce Xerach me dijo que para la reconstrucción no habría problemas, que en aquel momento tenía dinero, que el único problema era el mantenimiento. Yo le razoné que allí se podía instalar un pequeño museo naval, como el de Santa Cruz de La Palma, instalado en el castillo de Santa Catalina, construido en 1560, que sería conveniente en un pueblo de tradición marinera, o una oficina de información del ayuntamiento, y por tanto se le podía dar un uso que compensara su mantenimiento, aparte de enriquecer y embellecer la zona, pero no la convencí, y la torre ha permanecido en su estado actual.

Continuando con San Andrés, me resulta inconcebible que se piense en proyectos faraónicos como el Centro Logístico ¿Intercontinental? de Hoya Fría, o la obra de la avenida Francisco La Roche (Anaga), de muy dudosa utilidad actual, y que creará muchos problemas, y no se construya un dique en condiciones que preserve la entrada a San Andrés cada vez que haya un temporal en el mar. Igualmente, me duele el estado actual de la única y gran playa que realmente tiene Santa Cruz, que es la de Las Teresitas, donde se pagó un dineral por un proyecto para mí también faraónico e innecesario, de puesta al día. Donde se construyó el famoso "mamotreto", que muchos quieren ahora destruir, como si sobrara el dinero; primero un dineral para construirlo y después otro para derruirlo. Hay que buscarle una utilidad: tiendas, pequeños restaurantes, oficinas, aparcamientos (siempre convenientes)... Hay que resolver ya los problemas legales del entuerto y mientras tanto hay que tratar de mantener limpia y en orden la playa.

¿Qué pasó con el proyecto elegido en el concurso convocado para darle una utilidad a la plaza de toros de Santa Cruz? Es una verdadera pena que en una de las mejores zonas de la ciudad, Las Ramblas, exista un edificio como el que hablamos, cerrado y deteriorándose, que podría transformarse en un centro útil, de diversas actividades, como se ha hecho en otros lugares, por ejemplo en Madrid, con magnífico resultado.

Cuando el otro día bajé por la Rambla de Pulido, me produjo verdadera pena ver lo que antes era una magnífica vía comercial que ahora se encuentra con una multitud de comercios cerrados, en venta o en alquiler. Lo mismo ocurre con otras calles de Santa Cruz, como Ángel Guimerá. Lógicamente, habrá que achacárselo a la crisis, pero no ocurre lo mismo en otras zonas de la ciudad. Podría ser debido a la peatonalización de muchas calles de Santa Cruz y de La Laguna, para mí exagerada; en otras ciudades se ha realizado en zonas verdaderamente históricas y, por tanto, de calles angostas, solucionando además el transporte de las posibles compras que se efectúen en los comercios allí situados. Otra explicación podría ser el paso del tranvía, que por otro lado tan bien le ha venido a tanta gente que lo usa a diario; posiblemente hubiera sido mejor elegir otro itinerario, ahora de muy difícil solución.

Voy ahora a referirme brevemente a la prohibición de construir en La Muda, Fuerteventura, unas obras militares para instalar creo unas antenas. Ya ocurrió hace unos años con El Hierro, y en estos momentos, que yo sepa, unos aviones que pretendan hacernos daño pueden penetrar fácilmente por El Hierro sin que podamos detectarlos, y por lo visto puede ocurrir lo mismo en Fuerteventura. Vivimos confiados en que no va a pasar nada, pero si pasamos una revista a la prensa de estos últimos años, tristemente no es así, los conflictos bélicos abundan. En muchas ocasiones hablamos preocupados de una posible invasión de Marruecos, que en algunas ocasiones ha reivindicado, sin ningún fundamento, estas islas, y sin embargo ponemos toda clase de impedimentos a tomar medidas para defendernos mejor. Por desgracia, hay que buscar sitios altos para colocar todo tipo de antenas, y estos en muchas ocasiones son paisajes naturales y, por tanto, hoy en día protegidos, pero habrá que elegir "conscientemente" entre seguridad y paisaje. Cuando Tindaya, montaña sagrada, se consintió realizar un costoso proyecto.

Pasando a lo que ocurre a nivel nacional, no puedo dejar de comentar la elección del nuevo secretario general del Partido Socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba. Una vez elegido, manifestó que espera constituir una oposición fuerte y útil, ¡ojalá sea así!, pero recuerdo las palabras de Rodríguez Zapatero cuando gobernaba -y se refería a posibles acuerdos con el Partido Popular- de que ideológicamente era imposible esta colaboración. ¿Será capaz Rubalcaba de superar estas diferencias ideológicas y en asuntos de Estado llegar a acuerdos con el partido que, respaldado por la mayor parte del pueblo español, gobierna con mayoría absoluta? ¡Ojalá! Hay temas que, como la sanidad, la educación, la política exterior, la organización estatal (autonomías), requieren el consenso de los dos grandes partidos, más del 80% de la población nacional, especialmente en momentos tales como la crisis actual.