HACE unos años, cuando este periódico publicaba diariamente la que fue muy popular sección "El puerto es lo primero", que estaba a cargo del veterano periodista Luis Ramos, cuando dirigía este diario el periodista Rufo Gamazo, efectivamente, el puerto de Santa Cruz de Tenerife era una preocupación primordial de todo el pueblo de Santa Cruz.

Como es sabido, el origen de este pueblo estuvo siempre vinculado con el mar. Todavía a la actual avenida de Buenos Aires, donde tiene la redacción, los talleres y las oficinas este periódico, se la conoce por su nombre original de calle de Pescadores, porque, efectivamente, esta vía, con todo el viejo barrio del Cabo, fue origen de la ciudad, y a los santacruceros se les llamaba popularmente, y aún se les sigue llamando, chicharreros en el resto de la isla y en las demás islas por su vinculación con la pesca de esos peces llamados chicharros, que abundaban en nuestras aguas y constituían un alimento usual para esos primeros pobladores que se establecieron y realmente fundaron el Santa Cruz que conocemos, o el que suponemos, tal como encontró aquel primer poblado el adelantado Alonso Fernández de Lugo, quien, en representación de los Reyes Católicos, que gobernaban en España, conquistó, más salvaje que cultural y religiosamente, esta isla y las demás, porque asesinaron, casi en masa, cuando no redujeron a la esclavitud, a la población aborigen de Tenerife hace unos seis siglos.

De la pesca y del mar, además de los productos de una primitiva agricultura, vivían los primeros pobladores, que también conocieron y consumieron el producto de rebaños de algunos animales, pero, tras la conquista, se fue consolidando la relación con el mar, que, además de ser el único vínculo para la comunicación con todo el mundo exterior, seguía suministrando alimento a la población indígena con el producto de su fauna, y así se iba desarrollando la población en la isla, como en el resto del Archipiélago.

Andando el tiempo, Tenerife encontró en el puerto su desarrollo como ciudad próspera, porque por este punto de comunicación con todo el mundo exterior, además de la actividad y la producción propia, se conectaba con la producción y hasta con los adelantos del mundo exterior. Al llegar a este punto, la isla reconoció más aún la importancia de su puerto.

Yo recuerdo que, además de en las demás islas, en Tenerife era fundamental la predilección por el puerto no solo en el comercio, tanto de importación como de exportación, que ha sido y sigue siendo primerísimo en la economía insular, sino en un renglón económico tan importante como el turismo. Todo esto lo comprendía y lo sentía la gente del pueblo y, por eso, para nuestra gente, "el puerto fue lo primero", porque hoy el puerto no tiene la predilección que tuvo en los principios y hasta bien entrado el siglo XX. Recuerdo que hasta se constituyó un colectivo que se denominó Amigos del Puerto, o algo así, que cuidaba el puerto, proponía mejoras y hacía promoción del dispositivo portuario.

Los santacruceros, en lugar de ir a visitar el parque García Sanabria, iban a pasear por la galería superior del puerto santacrucero, y hasta discutían sobre el puerto y sus actividades, además de apreciar los grandes trasatlánticos atracados en los muelles y el tráfico de turistas hacia el interior de la isla.

Insisto en que los santacruceros demostraban más que actualmente su preferencia por el puerto. Cuando el inolvidable don Miguel Pintor, entonces ingeniero-director del puerto, mandó a construir el paseo superior del límite exterior del dique-muelle Sur, puso a disposición de los santacruceros un lugar extraordinariamente atrayente para visitar.

Ahora, sale a la palestra, con esto de la crisis general, que los puertos de la provincia de Tenerife pierden el 7,5 por ciento de mercancías en el año 2011 y que el puerto de Las Palmas hace competencia muy apreciable al de Santa Cruz en tráfico de mercancías. Pero estos temas quedan para próximo comentario.