1.- La asepsia ha sustituido al corazón. Y en un mundo deshumanizado y cruel, esto es lo que se estila: dejar al margen a las personas para rendirse ante el gran proyecto, aunque sea incierto. Esta disquisición viene a cuento de la Caja, de nuestra Caja General de Ahorros de Canarias, que un día fundaron los señoritos de Santa Cruz, entre ellos un cura, para captar los ahorros de sus criadas. Y que, luego, grandes hombres (don, Rafael Clavijo, Quintín Padrón y Álvaro Arvelo) llevaron tan lejos. Hasta crear una entidad solvente y entrañable, que estaba en todos los saraos y que hacía de pulmón de la isla y luego de todas las islas. Pero llegó la crisis y con ella la concentración bancaria y, por imperativo legal, la Caja tuvo que fusionarse con otras, algunas de ellas más poderosas, que le echaron tierra encima. Ahora, tras el nacimiento de Banca Cívica, nos gobiernan dos godos, que se apellidan Pulido y Goñi, y que se han nombrado a sí mismos copresidentes, con unos sueldos y primas de más de un millón y medio de euros, cada uno, al año. Y van a montar un ERE para dejar en la calle a doscientos, trescientos, padres y madres de familia canarios. Hay un hombre que lucha con denuedo contra esto, un hombre honrado, decente y cabal. Se llama ÁlvaroArvelo, presidente de CajaCanarias.

2.- Si acudo a la demagogia, me provoca decir que Goñi y Pulido se bajen sus escandalosos sueldos y que con ese dinero ayuden a las familias de los que van a poner en la calle. Pero comprendo que, efectivamente, los actos heroicos de las personas no deben ser promovidos por un tercero, porque perderían valor. Deben salir del corazón. Y los corazones de estos dos parece que han huido, despavoridos. Nuestra Caja ya no será nunca más nuestra Caja. Quedan algunas personas que se irán pronto y entonces se acabó. Aquellas paredes se volverán frías, heladas; y ni siquiera los empleados de siempre estarán en sus puestos.

3.- La concentración bancaria impuesta por la crisis nos ha traído unos lodos espesos a los canarios. Nos hemos quedado sin nuestro banco de toda la vida. Repito que hay un hombre que lucha, desde la vicepresidencia de Banca Cívica, para evitar que su obra y la de tantos otros se dañe: Álvaro Arvelo. Las islas están en deuda con esta persona fundamentalmente buena, seria y capaz. Estoy seguro de que Álvaro no va a bajar los brazos, porque la recia estirpe de deportistas a la que pertenece jamás perdió la vergüenza en los terreros. Es ahí, en esos círculos de tierra, donde se forjan los caracteres de los caballeros de esta tierra. Y él conserva esa impronta que lo hace casi invencible. Pero las fuerzas tienen un límite, por desgracia. Su sufrimiento de cada día sólo lo conocen él y su familia. Merece ganar.

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