ESTE año hay que ponerse la mascarita. Como sea. Tomar otra personalidad, mutar. Hay dos posibilidades extremas:

1.- Convertirte en potentado, en el inversor más poderoso de Wall Street. La imaginación no tiene límites. Se puede probar con un traje de fondo de inversión. El fondo pone en común el dinero y el grupo de personas, como si fueran a escote. Una entidad gestora se ocupa de invertirlo (cobrando comisiones por ello) en una serie de consumiciones y activos llamados acciones, títulos de renta fija, activos monetarios o derivados.

2.- La de un ateniense amoratado de palos y con el Partenón ardiendo. La de un parado de larga duración yendo a la huelga o a una protesta del 15M. Virtualmente, esta segunda opción es adecuada si a usted le gusta la marcha y las sensaciones fuertes: incidentes y choques en Atenas con uso de bombas molotov y gases lacrimógenos entre policía y manifestantes, entre ellos extremistas denominados "black block", que actúan en los pitotes convocados por los sindicatos en contra del plan de austeridad que debatía el Congreso. La gran mayoría de los 25.000 manifestantes que, según estimaciones de la policía, se habían reunido en la plaza Syntagma, se retiró del lugar tras comenzar los incidentes. Los "black block" entraron en la plaza vestidos de negro, con pasamontañas y máscaras antigás, gritando "cerdos, asesinos". Fueron recibidos con aplausos por parte del resto de los manifestantes, que al comenzar los disturbios se retiraron.

Se puede elegir entre ambas parafernalias. Lo de enfundarse en riqueza e inversión es más aburrido, pero puede proporcionarle un carnaval tranquilo y simpático teniendo en cuenta su poder de trincar a los demás por los cataplines, vestido de crisis y con una tenaza agarrachuminas. Sufre, mamón; a recortar, austeridad, copago, reducción de sueldo, aumento de impuestos... Cabritos, que no permiten cumplir con la cifra de déficit comprometida. Seguro que alguien se disfraza de la sucesora -es indiscutible esta afirmación en la presidencia de Alemania- de Adolf Hitler. El ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, sugiere disfrazarse de "un pozo sin fondo": Grecia no puede ser un barril sin tapa. Un bidón desfondado. Los griegos tienen que cerrar la fuga y en ese caso podemos meter algo adentro. Hasta suena a proposición sexual, mira el golfian (te), que si no es con el brazo tieso lo será con la garganta estirada por el nudo económico.

Una fantasía interesante podría ser la de agencia de "rating". Esto sí que sería una novedad. A la vez que bailas en la plaza de Candelaria vas diciendo cositas en plan zorro, boberías y chorradas, pero que revolucionen a los que pululen por la zona. Tienes que partir de que la mayoría de la gente te va a creer. Largas, por ejemplo, "peligro" y todos lo dan por hecho y se lanzan a especular sobre las consecuencias de la alarma que anuncias. Aunque hay más de setenta y cuatro agencias de "rating" en el mundo, el mercado está controlado por tres grandes compañías neoyorquinas que dominan aproximadamente el 90% del mercado, por lo que su funcionamiento es el de un oligopolio. Podría sonar bien Agencia de Rating Cruz del Señor o Plaza los Patos, en plan barato, para valorar la eventualidad de impago y el deterioro de la solvencia de la mujer (u hombre, según gustos) que se apalanque a tu lado.

Disfrázate de banco. Es lógico que te preguntes ¿cuál sería esa estética? Y depende, claro; pero según mi opinión puede valer perfectamente -por el lado de los clientes embargados- el de zombi de Haloween. Lo único que tendrías que hacer es caminar tambaleándote por negro y si quieres babándose, incluso, e ir diciendo: "Uhh, uhh". Con eso ya encarnarías la fantasía "entidad financiera" en su faceta también válida para pyme o pringado.

Ahora mismo, hoy por hoy, disfrazarse de chino te puede asegurar trabajo. Lo que pasa es que no te va a gustar por la fiesta demasiado masificada. Disfrazarse de árabe tampoco, porque probablemente garantiza la bronca; lo de los indianos sí, porque este año va todavía más de polvos rojos.

La calle manda, los ríos de gente se dirigirán a su centro de gravedad, porque para esto va a dar igual que la OCDE asegure que la brecha entre ricos y pobres aumenta hasta alcanzar el nivel más alto de los últimos treinta años. Viva el Carnaval.

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