EL VIERNES a última hora de la tarde, mientras caminaba casualmente por el Puerto de la Cruz, vi salir de un hotel a una familia de rusos. No era un establecimiento de lujo ni tampoco uno barato; un hotel de cuatro estrellas con buen aspecto y construcción moderna, pero nada más. La familia, un matrimonio con una hija quinceañera, tampoco parecía estar formada por potentados; simplemente turistas de clase media. Quiero decir que no los estaba esperando una limusina a la puerta. Ni siquiera cogieron un taxi. Tan solo se limitaron a pasear por la acera sin prisas y, posiblemente, también sin rumbo. Aparentemente lo único que les preocupaba era relajarse en mangas de camisa durante unos días de vacaciones, como cualquiera de los cinco millones y medio de turistas que recibe Tenerife cada año, lejos de los dos metros de nieve que sin duda habrá ahora mismo por fuera de su casa en la lejana Rusia.

En ese momento no me pregunté si esos extranjeros hubieran venido a Tenerife cuando su país estaba integrado en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Más bien, no. Entonces, ni aunque hubiesen tenido dinero -que no lo tenían, salvo que pertenecieran a la nomenclatura- viajar al exterior era un lujo fuera de las posibilidades de la inmensa mayoría de los rusos. No ya a una isla para ellos lejana, como es el caso de Tenerife; no hubieran podido ir ni siquiera a la inmediata Polonia, que por aquella época era un país comunista y arruinado al igual que ellos. Nada de eso se me vino a la cabeza mientras veía caminar a la familia rusa por el Puerto de la Cruz, insisto, pues no empecé a darle vueltas al asunto hasta el domingo por la noche, cuando en las imágenes de las manifestaciones contra la reforma laboral que mostraba la televisión vi algunas banderas de la extinta URSS. Trapos rojos como los cavernícolas que las ondeaban, con la hoz y el martillo para que no faltase ningún detalle.

¿Es volver al "sovietismo" el ideal actual de algunos españoles? Entiendo que en esas manifestaciones algunos porten banderas republicanas, por mucho que la Segunda República no haya sido para este país sino una etapa negra preludio de la tragedia que se produjo acto seguido. Pese a esta consideración, lo entiendo como un gesto de rebeldía y lo respeto como un ejercicio de la libertad de opinar. Una libertad que desearía asimismo para mis ideas, que también las tengo, si bien hace tiempo que renuncié a recibir un trato, si no justo, sí al menos equitativo. Entiendo hasta las banderas de los nacionalismos periféricos en tales protestas, pero, ¿una bandera de la URSS a cuenta de qué? Salvo, naturalmente, que alguien quiera llevarnos a los prolegómenos de la hecatombe fraticida: en las manifestaciones del 1 de mayo de 1936 no había banderas de la República; las había de la URSS, de los sindicatos y de los partidos, escoltando a fotos de Lenin, Stalin y Trotsky. Entonces se gritaba "hijos sí, maridos no; Rusia sí, España no" y ahora, pues los tiempos cambian, se vocifera "Rajoy, Soraya, sois unos canallas; la reforma laboral la vamos a abortar".

¿Canallas por pertenecer a un partido que ha ganado las elecciones con una holgada mayoría absoluta? Pues, sí; a la vista está, una vez más, que para la izquierda española es una canallada que el PP gane unas elecciones. Tomada ya la calle, ¿cuándo piensan reabrir las checas?

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