En algunos centros de salud están dando cita con 15 o más días para el médico de cabecera. Si el paciente decide acudir a urgencias aquejado de una dolencia grave, lo más probable es que acabe en los pasillos pues no hay espacio -ni personal- suficiente para atender a todos los que precisan asistencia. Decimos esto por si alguien piensa todavía que exageramos cuando afirmamos que muchos canarios fallecen en las listas de espera sanitarias antes de ser atendidos. ¿Y quién es el culpable?, se preguntarán ustedes. El caso es que no hay un único culpable, sino varios. El principal es el político necio, además de estúpido, que preside el Gobierno de Canarias. Pero también hay que incluir en la lista a la caterva de ineptos que tiene a su lado y a los dirigentes de CC que, de forma suicida para este partido, no lo obligan a dimitir.

Insistimos en manifestar que Paulino Rivero, su esposa y la cúpula de CC (la que manda y no hace nada porque no sirve) están abusando del carácter de los canarios hasta que un día, pluf, se produzca un estallido popular de incalculables consecuencias. Luego dirán, como lo hace el pájaro tatarita de Las Palmas, que EL DÍA exacerba los ánimos debido a su línea editorial. EL DÍA no empuja a nadie a la calle; lo hace la desvergüenza política de algunos de nuestros gobernantes. EL DÍA no provoca; tan solo advierte de que no se puede continuar como vamos. Estas han sido siempre islas prósperas; islas afortunadas. Aquí siempre hemos vivido bien, salvo en la época de los gobernadores coloniales que actuaban como auténticos virreyes. No podemos olvidar que Canarias es una colonia a la que han tapado con el disfraz de comunidad autónoma y, lo que es peor, de región ultraperiférica y equiparándonos con ello a los países más pobres del mundo, que son los países caribeños y algunos de África. Como decíamos en nuestro comentario de ayer, es una vergüenza que estemos pidiendo migajas en Madrid y en Bruselas, cuando en realidad poseemos recursos suficientes no para pedir, sino para dar.

Sin embargo, ni siquiera en la época de los virreyes vivíamos tan mal como lo hacemos con Paulino Rivero. ¿Cuándo se echará la gente a la calle para obligar a dimitir a este déspota político?, volvemos a preguntarnos. ¿Cuando ya sus familiares se hayan muerto? ¿Cuando a muchos les pueda más el hambre que la vergüenza y terminen por acudir a los comedores sociales, que hasta ahora han estado evitando por pudor? ¿Por qué tiene que sufrir Canarias a esta pareja de gobernantes?

Estamos convencidos, y así lo hemos dicho en innumerables ocasiones, de que esto solo tiene una solución: la independencia. Lo decía claramente nuestro colaborador Ramón Moreno Castilla en su artículo publicado el último domingo, con el título Piratas del Atlántico. "A la vista de todo lo que está pasando y los difíciles retos que tiene Canarias por delante -escribe Moreno Castilla-, me ratifico en la idea que tantas expectativas ha despertado en la opinión pública de las Islas: que una gran solución para nuestro futuro es ser un Estado Libre Asociado a Marruecos, que para nada iría en detrimento de nuestra propia soberanía. Sería, como apuntaba en mi anterior artículo, "Canarias-Marruecos, el Eje Atlántico", una especie de tratado de asociación en el que todo serían ventajas: no tendríamos problemas a la hora de delimitar nuestras aguas, pues serían aguas compartidas; nos beneficiaríamos conjuntamente de los yacimientos de hidrocarburos y de la explotación del banco de pesca "canariosahariano"; en la agricultura se podría cultivar en régimen de partenariado, extensible a las relaciones comerciales de toda índole; en turismo podríamos ofertar un paquete Isla-Continente; lograríamos una continuidad territorial, dada la progresiva falta de nuestro espacio vital, y un sinfín de plusvalías de difícil cuantificación. ¿Hay quien dé más?".

Nuestro objetivo es la independencia. Pero si no podemos conseguirla, pese a que seguimos confiando en la Resolución 1.514 de las Naciones Unidas, la opción de una asociación con Marruecos, o quien decidamos, no es mala. Lo inaceptable es seguir como colonia española. Y no nos vale, lo decimos un día más, un referéndum de autodeterminación. No queremos que nos suceda lo que está ocurriendo con Gibraltar. Rajoy y Cameron coinciden en todo menos en el contencioso de Gibraltar. El primer ministro británico quiere que se pronuncie la población del peñón porque sabe que así tiene las de ganar. Lo mismo ocurriría en el caso de Canarias, donde hay suficientes españoles y foráneos de todo el mundo infiltrados, para que España gane cualquier consulta. Aunque arrancamos de dos posiciones distintas. Un tratado, el de Utrecht, y una invasión cruel y genocida, que no prescribe.