1.- Cuidado, señoritos del PP, no se les vaya a ir la cosa de las manos. Cuidado, señores jefes de policía del PP, que los estudiantes no son enemigos; son estudiantes. Y a los que gamberreen, que se les identifique y se obre de acuerdo a la ley. Y si quieren otras leyes, promúlguenlas, ahora que pueden. Pero los manifestantes, por lo general, no son delincuentes. Si rompen cosas y queman contenedores, que el peso de la ley caiga sobre ellos, pero no el peso de las porras. Las porras hay que dejarlas para el final o para nunca. Que nadie se quede sin pagar lo que ha roto, pero la cuerada, la leña, el detener a una señora con su nieto o a un probo padre que grita, hombre, por Dios. No regresemos a los tenebrosos tiempos del comisario y de otros desalmados de semejante jaez. No regresemos al desterrado franquismo. No provoquemos. Actuemos como un Estado moderno, liberal, tolerante. Si un indignado se mea en las botas de los agentes, se le detiene, se le multa, se le reprende y se le hacen pagar las botas -porque donde cae la meada de un indignado no hay betún que lo repare-. Y si no tiene dinero, trabajo comunitario hasta que pague hasta los cordones. Pero no obliguemos a nadie a cantar aquello de "Mucha, mucha policía". Y, por supuesto, nada de violencia.

2.- Lo de Valencia no me gusta. El PP ha desplegado a sus nuevos delegados y a sus nuevos jefes de policía. No me gustaría una policía sectaria, tipo la que quiso crear aquí -y, de hecho, creó- López Aguilar. Pero tampoco me gusta una policía leñera. Ni de coña. Yo no quiero temer a la policía sino valerme de ella para vivir más seguro. Y lo de Valencia no me gusta, ni me gustan las imágenes que vi y que habrá visto el señor ministro del Interior, para mí -y para tantos- todavía un desconocido. Cuando las manifestaciones se desbordan y elementos incontrolados queman mobiliario urbano y rompen escaparates, como el Cojo Manteca en sus años de gloria, hay que ir contra ellos. No contra los inocentes. Y la policía sabe, porque sabe mucho, quiénes son unos y quiénes son otros.

3.- La Transición, la bendita y elaborada Transición, a la que contribuí con ahínco y con pasión, nos dejó una sensación de respeto. Yo aprendí mucho de ella. La tolerancia es, en toda España, y en Canarias también, una asignatura aprobada. Que no se empiece a suspender. Que progrese adecuadamente. Que no se tiren al barranco los valores larga y penosamente conquistados. Que no se nos vayan de las manos ni la dignidad como pueblo ni el respeto a los demás. Por Dios.

achaves@radioranilla.com