Que nadie se sobresalte por el título de este comentario, que se vende, pero poco a poco, por parcelas y con el permiso de sus presidentes.

La venta comenzó hace ya años, con Felipe González, quien, con la milonga de "la competencia", vendió a las compañías petroleras Repsol, BP, Cepsa y algunas más la empresa de crudos y gasolinas del Estado llamada CAMPSA, y lejos de darse la competencia, las diferencias de precios entre ellas no superan un par de míseros céntimos.

Unos años después, y ante una supuesta y posible quiebra del Estado, el expresidente Aznar vendió tres joyas de la corona, Renfe, Iberia y Telefónica de España. En consecuencia, montar en tren hoy en día se ha convertido en todo un lujo, viajar por el aire supone inseguridad y hablar por teléfono una carga al presupuesto familiar.

El último presidente, Zapatero, no quiso quedarse atrás, y después de vender Correos, por un puñado de votos cedió los hospitales de Cataluña al gobierno de Artur Mas.

Y puestos a vender, vendemos cualquier cosa, hasta los pendientes de la abuela, hasta lo más entrañable, hasta las Loterías y Apuestas del Estado.

Con tanta venta, la memoria me traiciona, y viene a recordarme que durante el reinado de Felipe II en el imperio español "no se ponía el sol".

Solo nos queda la liquidación final, y aunque nos pueda parecer lejana, no lo está tanto, pues llevan ya tiempo dejando caer, eso sí, muy suavemente, las ventas de la sanidad, las pensiones y la educación. En Cataluña ya están saltando chispas.

Y, puestos a vender, tantas deudas tenemos que hasta "deuda" vendemos, y no para unos días, sino para diez y quince años. Un día sí y otro también, el Tesoro Español vende cuanto puede de nuestra deuda, eso sí, de forma muy sutil. Ayer, sin ir más lejos, la prensa nos decía: el Tesoro "ha colocado" 3.600 millones de euros al 3,2%. Pero lo que los ciudadanos no saben es que los 3.600 millones hay que pagarlos, y al 3,2%.

Debemos ser optimistas y creer que, pasados esos años, nuestros nietos no tengan que ser hipotecados, rescatados o comprados por lo que ahora llaman "mercados", bien europeos, chinos o americanos.

Mª Luz Bofarull Pons (Barcelona)

Carta a Diego Afonso

Querido amigo y compañero Diego:

Permite que te escriba esta carta y que la haga pública.

En los tiempos que corren no es fácil ver ejemplos como el tuyo. Tras unas elecciones en las que no obtuvimos el resultado que esperábamos, tomaste una decisión dura y, una vez más, teniendo en cuenta lo que era, a tu juicio, lo mejor para tu municipio y tu partido.

Te pido perdón por haberte pedido que esperases. Pero sabes bien que la petición fue hecha desde el entendimiento de que la situación podía solucionarse y que, en definitiva, podíamos dar continuidad a lo que fue necesario para nuestro pueblo.

Te doy las gracias por haber sabido guardar silencio y esperar por el bien de lo que entendíamos que era lo mejor para nuestro pueblo.

Solo espero que este agradecimiento de tu partido, de tu comité, se extienda al pueblo y en reconocimiento a una labor de cuatro años en la oposición y cuatro años en el gobierno.

Gracias por tu seriedad a la hora de abordar las necesidades de tu pueblo y tus vecinos. Gracias por tener siempre presente el futuro de nuestro pueblo. Y gracias por el rigor a la hora de solucionar los problemas del día a día de tus vecinos.

Y especialmente gracias por tu honestidad, que quizás no haya sido entendida ni reconocida.

Solo espero que podamos estar a la altura de las circunstancias y reconocer la labor honesta, con aciertos y errores, del primer alcalde nacionalista de Icod.

Francisco González

(concejal y presidente del comité local de

Coalición Canaria en Icod de los Vinos)