ACABO de enterarme. No es broma. Algunos pingüinos salvajes -hembras- intercambian favores sexuales a cambio de que los machos les consigan las piedras que necesitan para construir sus nidos. Incluso aunque estén comprometidas. Suelen escoger a los solteros para no tener un altercado con la pareja. Pero, en algunas ocasiones, llegan a engañar a los machos, que llevan a cabo el ritual del cortejo que generalmente conduce al apareamiento. Pero después de haber conseguido su objetivo -las piedras- se escapan. ¡Anda con las pingüinas!

Algunas vi ayer en la Piñata de Carnaval. No somos tan especiales. Los seres humanos no somos las únicas criaturas que tienen sexo por placer. Los delfines y chimpancés también tienen una actividad sexual plena, aunque no estén en sus ciclos reproductivos naturales. Y se dan besos con lengua, además de otras artes amatorias que ya quisiera más de uno.

Ah, y un remedio que vendría de perillas a algún cafre disfrazado de policía de esos de Valencia: los chimpancés bonobos cuando llegan a una nueva zona y descubren una fuente de alimento; el entusiasmo es tan grande que por lo general termina en desenfreno sexual, lo cual disminuye la tensión y permite la alimentación pacífica. Mira tú qué fácil lo tiene la delegada del gobierno en Valencia para poner un poco de sosiego ante tanta brutalidad: "Dense unos buenos revolcones y dejen la porra quieta, hombre, que se han pasado tres pueblos".

Telefónica, Movistar o la madre que los trajo.

Sigue siendo monopolio. Ahí está el problema. Lo primero que quiero pedir para esta empresa es un premio por el apoyo a la inmigración. Desconozco el porcentaje de españoles contratados, pero tras veinte días, con una o dos llamadas por jornada, solo me atendió un españolito. Ñoooh, el Movistar este, qué majete. ¡Cómo se preocupa por la integración de culturas! ¡Y una... miércoles! por la tarde. No creo que sea por los sueldos reducidos, la sumisión... No me parece.

Hace veintiún días que solicité una línea nueva con ADSL. Aclaro que solo se puede pedir a Movistar. Me atiende una señorita con inconfundible acento iberoamericano que dice llamarse Desirée algo. Y que "procurará atenderme y solucionar todos mis problemas". Empezamos bien, pensé. Repite mi nombre cada dos palabras con el señor o con el don delante. ¡Qué educación! Me pide el número de DNI. Se lo doy. Me pide la dirección, el número de teléfono y datos correspondientes para la instalación. Se lo doy. Se lo doy todo. "Tranquilo, señor Alejandro, que en menos de siete días tiene la línea instalada".

A los cuatro días llamo al 1004, por agilizar... ¡Joder! Que la máquina sabía ya, antes de que yo dijera nada, que "el plazo máximo para la entrega o instalación de mi pedido sería el 10 de marzo de 2012". Y me cuelga, sin más. ¿Cómo que el 10 de marzo? Chiquita tomadura de pelo.

Nueva llamada al 1004. Señor Alejandro, no se preocupe, hoy o mañana le llamarán del 1002 para coordinar la hora de la instalación. Así un día tras otro. El viernes de la semana anterior, me atiende un empleado, también americano del centro o del sur, que dice llamarse Cristian Rodríguez y que "como le gusta tener contentos y satisfechos a sus clientes se va a enterar del problema y me lo va a solucionar". Que me llamará cada día y me informará, porque ya están solucionados todos los problemas y debe contactar conmigo el instalador en menos de 48 horas. Que, no obstante, él se compromete a llamarme diariamente para informarme del proceso. Dos días lo cumplió. Ya van cinco sin saber nada. Sin poder contactar con el susodicho. Llamo, pregunto, me piden DNI, nombre y apellidos, dirección, incidencia, repitiendo mi nombre cada dos palabras, me agradecen la espera, comprenden mi desazón, me pasan a otro compañero, a otra compañera... ¡Que no, coño! Que quiero hablar con el tal Cristian Rodríguez. No con Mari García ni con Daysi Medina, Andi Gutiérrez, Lilí Ramos, Marianela Molina, Andrea Martínez, Ornela Silva, Cori Delgado, Alberto Solís o Gonzalo Romero. Que no puedo más. Que si no había pares libres. Que si ahora sí hay pares libres. Que si ahora es la centralita que no tiene capacidad. Que si se pondrá una centralita adicional. En fin, que no tengo ni la línea ni el ADSL ni fuerzas para seguir preguntando. Y ¿cómo te vas a enfadar con ellos? ¿Qué culpa tienen los pobres? Me rindo. Soy un gilipuertas más que sucumbe ante esta red de informadores para desinformar, entretenernos y aburrirnos a los que pagamos, sobre todo, porque no hay otra.

No sé si coger el disfraz de pingüina o de bonobo, porque si no, a alguno me lo como. ¿Cómo era la maldición gomera? ¿En obras te veas? Prefiero picar una zanja. O siete.

Feliz domingo.

adebernar@yahoo.es