LOS MILITANTES del Partido Popular celebramos el pasado fin de semana en Sevilla nuestro XVII Congreso Nacional bajo el lema "Comprometidos con España", que sirvió para adaptar nuestra organización a las exigencias del nuevo escenario político dibujado tras las dos convocatorias electorales del pasado año. En muy poco tiempo hemos pasado de ser un partido de gobierno a un partido en el Gobierno, y eso nos obliga a reajustar nuestra estructura, para responder a la confianza de un país al límite de sus posibilidades.

Lo expuso muy claro Mariano Rajoy en sus intervenciones, y a los hechos me remito: nos han elegido para gobernar, y eso es exactamente lo que estamos haciendo. En siete semanas hemos puesto en marcha más reformas que el PSOE en siete años. Un consejo de ministros tras otro, hemos recortado el gasto público en más de 9.000 millones de euros, hemos aprobado una ley para poner en orden las cuentas de todas las Administraciones Públicas, una reforma financiera para que vuelva a circular el crédito a las familias y a las empresas, y una reforma laboral inevitable e imprescindible para más de cinco millones de personas que no consiguen un trabajo.

Sin lugar a dudas, esta última ha sido la actuación más controvertida. Precisamente por ello, desde el Partido Popular debemos hablar de este tema más claro que de ningún otro: la nueva legislación laboral es una medida extraordinaria para una situación realmente extraordinaria, nunca antes sufrida en la historia de España, y pretender analizarla en un contexto de normalidad económica y social es un grave error y un engaño. Y este país no aguanta más engaños. Seamos valientes y digámoslo claro: lo grave de esta reforma no es su contenido, sino la situación a la que responde, porque antes de intentar recuperar la velocidad de crucero es necesario evitar que el barco se hunda.

Como dijo nuestro presidente, exige más sacrificios frenar el deterioro que construir, y lo cierto es que la economía y el empleo no han tocado fondo en España, y mucho menos en Canarias. En las mismas circunstancias otros hablarían de brotes verdes, de la luz al final del túnel y de todos esos perversos eufemismos con los que nos tomaban por tontos hasta el otro día, pero el Partido Popular no hará eso, ténganlo por seguro.

Por supuesto, no estamos en posesión de la verdad absoluta ni lo pretendemos. Solo llamamos a las cosas por su nombre, asumimos la herencia recibida, escuchamos a quienes quieren sumar y tomamos decisiones. Eso es gobernar. En algunos momentos nos equivocaremos, seguro que sí, pero aquí nadie está en condiciones de dar lecciones de democracia a nadie, y mucho menos quienes arruinaron nuestro Estado de bienestar o fueron cómplices del desastre.

Esta es la realidad, y tenemos que ser conscientes de ella si queremos actuar con eficacia. La tarea no es fácil, pero estamos preparados y dispuestos. La medicina es amarga, por supuesto, pero debemos tomarla si queremos curarnos. Es así de sencillo, y tendremos que esforzarnos en explicarlo hasta que lo entiendan quienes quieren seguir jugando con las cosas de comer.

Pero el país necesita no solo un gobierno fuerte, sino también un partido unido que lo respalde, porque la tarea es dura y muy difícil. Afortunadamente, no acudimos a Sevilla a resolver querellas internas, porque no las tenemos; ni a competir en vanidades o distraernos con nuestros asuntos, sino a resolver los problemas de la gente. Y eso es lo que vamos a seguir haciendo, aunque algunos se empeñen en apedrearnos políticamente sin esperar siquiera a los cien días de gracia.

En el Partido Popular no tenemos tiempo para el quítate tú que me pongo yo al que algunos habían reducido la vida política. No hay lugar para cuotas mediáticas, repartos interesados ni equilibrios ficticios. Aquí nadie sobra ni se jubila en un momento como este, y lo de menos es el puesto en el que nos toque trabajar. Todo el mundo es bienvenido y todas las manos son pocas para responder al reto más complicado al que jamás se había enfrentado una organización política en nuestro país.

Afortunadamente, tenemos un líder independiente que no cede a presiones interesadas ni se deja intimidar por el qué dirán. Mariano Rajoy es un líder solvente, previsor y previsible, que ha construido su liderazgo desde abajo, sin trampas ni artificios, con sinceridad, sin ocultar sus defectos ni exagerar sus virtudes. Es, sobre todo, el presidente que en estos momentos necesita España y, como la mayoría de los españoles, yo confío en él.

Por eso no puedo más que reiterarle mi agradecimiento por seguir contando conmigo en el Comité Ejecutivo Nacional de nuestro partido, una responsabilidad que podría desempeñar perfectamente cualquiera de mis compañeros en Tenerife y en Canarias, a los que espero no defraudar. Gracias también a José Manuel Soria y a María Dolores de Cospedal por su confianza, gracias a Pepa Lutzardo por su entrega, y felicitaciones a nuestra presidenta insular en Gran Canaria, Australia Navarro, que nos acompañará en esta nueva etapa.

En la última campaña electoral dijimos que las Islas no podían quedar relegadas en Madrid a una cuota testimonial en el Grupo Mixto. Gracias a la confianza de nuestro pueblo y a la sensibilidad insular del PP, hoy Canarias no solo está en el Gobierno de España, sino también en la dirección del partido que gobierna nuestro país. La responsabilidad es enorme, pero la ilusión mayor.

diputada autonómica y portavoz del Grupo Popular en el Ayuntamiento de Santa Cruz