1.- No sé dónde estaban todos estos chulos que se han echado a la calle cuando el PSOE. Les ha picado el escroto cuando han visto al PP en el poder y han empezado a quemar coches y contenedores, a apedrear bancos y a contusionar a policías. No crean que yo no tengo ganas de aporrear las cristaleras de los bancos y de quemar muñecos con la jeta del señor -vaya nombre para un banquero-. Pero me contengo y me reprimo porque esas cosas no se hacen. En Valencia y en Barcelona arden las calles y la policía acude a la porra y al palo para partir algunas cabezas. Las imágenes que he visto ya no me gustan y lo mismo que creo que la policía se pasó hace unas semanas junto al Turia, ahora ya no pienso igual. La propiedad privada, aunque sea de los odiosos y odiados bancos, es sagrada. La algarada, convenientemente atizada por el PSOE y disculpada con satisfacción por los dos líderes sindicales comelones -Toxo y el otro-, irá a más. No envidio al ministro del Interior, ni a los jefes de policía que tienen que andar con el palo y la zanahoria. Pero esto se les puede ir de las manos. ¿Y por qué con el PSOE no ocurría, como oportunamente pregunta mi cuñada Marili?

2.- Puede que les llegue el muerto. Casi siempre se produce un muerto, que resulta ser un tipo que andaba por allí para ver lo que pasaba y al que no le importan los recortes en educación porque no ha cogido un libro en su vida. Ojalá que no muera nadie, pero esta es otra Transición, sin venir a cuento. En la calle veo a muchos cojos Manteca, herederos de aquel de la muleta que se dedicaba a romper todas las farolas de todas las ciudades donde soplaba la ventisca. Si no se muere, el tipo deja a España a oscuras. Pero Jon Manteca es personaje -muerto, además- de una historia que creíamos superada. El PSOE vuelve a equivocarse. En realidad, no hace sino meter la pata. En esta revolución de chicha y nabo se ve su mano negra. La mano negra de FredyelQuímico.

3.- Ha salido a la calle la juventud ociosa, mezclada con agitadores profesionales que se tapan la cara con bufandas palestinas. A estos hay que detenerlos cada vez que se desmanden y hacerles pagar los daños. Si la justicia funcionara en este país tendrían que permanecer en la mazmorra hasta que pagaran los perjuicios que causan. Ni un día más, ni un día menos. Es terrible verlos, por televisión, cómo actúan. Con una impunidad terrible, porque todo les importa un huevo. Qué tropa, Dios mío. Y pobre ministro. Y pobre policía. Y pobres delegados del Gobierno.

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