RECIBO un correo electrónico de mi buen amigo Miguel Castro con el discurso que este genial actor lanzó en la película "Su excelencia" (1966), en la que interpretaba al embajador de Méjico en las Naciones Unidas. Esas palabras de Cantinflas, con un contenido lleno de ironía, sirven para recuperar la memoria y comprobar, para mal, que la actualidad política es la misma que hace cerca de cincuenta años.

Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes (Ciudad de México 1911-1993) fue un gran comediante mejicano con más de cincuenta películas a sus espaldas. La primera, en 1936, "No te engañes, corazón", y la última, en el 81, "Cantinflas y sus amigos". En todas dejó la impronta de un hombre comprometido con sus semejantes, cuya ternura y afabilidad lo convirtieron en un clásico. Dicen que el nombre de guerra viene como consecuencia de su brillante incoherencia y frases sin sentido, y que en uno de sus monólogos un espectador le gritó "cuánto inflas". Los actos de sus personajes, de una enorme sensibilidad, y los de su vida real contribuyeron a dejar claro el mensaje de evidencia del bien sobre el mal.

En la película de referencia se encuentra en la disyuntiva de elegir entre Los Colorados (la izquierda) y Los Verdes (los americanos conservadores), pues su voto inclinaría la balanza por unos u otros. Al final, tras el discurso, se abstiene, presenta su dimisión como embajador y deja en tablas el panorama. Pero lo verdaderamente ingenioso es la actualidad que cobran las palabras que dedica a ambos. Los Colorados acaban de perder las elecciones, dejando el país arrasado con millones de parados, enfrentados sin argumentos, y pretendiendo que los ganadores resuelvan los problemas en dos meses. Se han lanzado a la calle a destruir aún más todo atisbo de recuperación, enfrentándose a las nuevas leyes de sus contrarios. Igual que en los últimos años en España, donde el falso progresismo ha traído aborto libre sin pensar en los valores de la vida, matrimonios entre personas del mismo sexo, enfrentamiento entre hermanos, educación que crea vagos, adoctrinamiento, absurdo enfrentamiento con la Iglesia y un cúmulo de despropósitos que convierten el país en un desierto donde los árboles de la moral y la ética brillan por su ausencia. A Los Verdes les recrimina los excesos, la utilización de la fuerza, adiestramiento, imponiendo una forma de ser, hablar, andar y comportarse..., pero con prosperidad para unos pocos. Presumen de democracia y ejercen autoridad donde quiera que vayan, dejando constancia de su prepotencia y la fuerza del dinero.

Ante este perfecto retrato, Cantinflas apela a la comprensión, a reconocer que todos somos iguales, que nadie es mejor que otro, que no importa el color, la raza, la condición social..., que simplemente somos seres humanos con el anhelo de ser libres y legar a nuestros hijos un mundo mejor.

La realidad actual es que vivimos en una época éticamente difícil, donde estamos obcecados, no admitimos errores ajenos, creemos estar siempre en posesión de la verdad, nuestra verdad. Para lograr un mundo más equitativo e igualitario solo necesitamos un poco de comprensión, bajar la excesiva altanería y el orgullo, y recordar que hace más de dos mil años un humilde carpintero de Galilea dijo aquellas sublimes palabras: "Amaos..., amaos los unos a los otros", porque parece que la mayoría ha confundido los términos, y creen que dijo: "Armaos..., armaos los unos contra los otros". Queda dicho.

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