"UNA SENTENCIA del Juzgado de Menores Número 1 de Santa Cruz de Tenerife condena a un alumno de Secundaria por haber cometido un delito de atentado y lesiones al agredir físicamente a su profesora mientras llevaba a cabo labores de vigilancia durante una actividad extraescolar", informaba Europa Press, a través de este periódico, el pasado viernes, día 2.

La misma agencia y el mismo día, a través de un diario de tirada nacional, también informaba: Baeza (Jaén). "Un matrimonio ha sido detenido acusado de un presunto delito de detención ilegal hacia su hija menor de 16 años de edad, la cual denunció a sus padres ante la Guardia Civil durante el puente de Andalucía, en concreto, el pasado 28 de febrero, según han informado fuentes cercanas al caso".

Ante todo, como padre y como profesor, me solidarizo con la profesora y con los padres, que se vieron obligados a entrar en un conflicto judicial. Eso duele en el alma. Desconozco ambos casos con profundidad para poder opinar. Aunque pienso que tal vez le haya dolido más, ¡mucho más!, el atentado o la vejación a la profesora, por su condición docente, que las agresiones físicas sufridas, que, insisto, desconozco. He conocido algún caso similar: una consecuencia del fracaso del sistema educativo en España.

Me pongo en el sitio de unos padres que han sido denunciados por una hija, por haberla castigado sin salir de casa, aunque el pueblo esté en fiestas, y se me viene el mundo abajo. También he conocido varios casos similares: otra consecuencia más del fracaso del sistema educativo en España. Vuelvo a insistir. Tanto en el ámbito de la educación familiar como escolar o académica. Un desastre.

¿Y el "trauma" de los chicos -de la hija y del alumno-?, puede preguntar algún defensor del menor "espontáneo", que siempre salta -aunque le suele coger el toro- obsesionado por los derechos del niño o del menor, sin caer en la cuenta de que los niños y los adolescentes tienen o deben tener sus deberes. Según mi modesta experiencia, durante más de media vida dedicado a la docencia -entonces EGB, que no estaba tan mal- a estas edades, por lo general, a los adolescentes les resbala lo que les digan los padres o los profesores; y, además, ahora son víctimas de la Logse. Por lo que hay que estar muy encima de ellos, sin agobiarlos, con paciencia, perseverancia y optimismo o sentido del humor.

Estoy intentando analizar dos hechos, con apariencia distinta, en muy distintos lugares, a muchos kilómetros uno del otro, y aunque paradójicos, tienen la misma etiología y un pronóstico similar. Que si no se toman medidas a tiempo, como decía un hermano de La Salle, profesor mío... Medidas que el Gobierno actual está en magníficas condiciones para poder adoptar. Lo atinado sería devolver la educación escolar o académica -nunca la familiar- a la competencia del Estado y elaborar un plan de enseñanza para todo el territorio nacional, consensuado o elaborado de tal manera que, basado en la Constitución, no estuviera sujeto a los vaivenes del partido en el poder.

Sin ánimo de agotar el tema, previamente hay que empezar por fortalecer la familia, tratar de resolver el problema del paro, estimular a las empresas para conciliar trabajo y familia, y tratar de evitar las disfunciones familiares, para que los niños, algunos ya desde muy pequeños, no se sientan "huérfanos de padres vivos". Esta orfandad es lo que realmente traumatiza a los chicos y que tanto afecta al normal funcionamiento de la escuela. En este sentido, los centros docentes, tanto de Primaria como de Secundaria, se ven desbordados; tal como señala la profesora Gotzens Busquets: "Cuando se indaga a fondo cuáles son los problemas reales de disciplina que tanto agobian, nos encontramos, por lo general, con que no son problemas de disciplina escolar, sino que hacen referencia a problemáticas sociales de alto nivel (delincuencia, drogadicción, marginación, etc.)". Por lo tanto, su solución no se halla en una institución educativa, aunque obviamente, no signifique desentenderse de ellos.

Por lo que, también, se debe revisar o reformar la Ley del Menor. Creo que ya lo ha anunciado el ministro de Justicia. Y, además, restablecer cuanto antes el artículo 154 del Código Civil, suprimido en diciembre de 2007, que establecía: "Los padres podrán corregir razonable y moderadamente a los hijos". Pero ¿de quién pensaban que eran los hijos: del viento o de las nubes? Sería por eso.

y profesor emérito

del CEOFT

fmgszy@terra.es