Nos dijeron que esto de la Unión Europea era genial y, sin embargo, el euro nos ha empobrecido. Antes, con cinco mil pesetas arrasabas el supermercado. ¿Para qué ha servido toda esta panacea de Europa si esta moneda nos hace menos competitivos y cada vez nos cuesta más vender nuestros productos agrícolas, ha debilitado el sector servicios y tenemos que soportar una moneda sobrevalorada que es genial para Alemania, que vende productos de calidad? Nunca he visto tantos coches de alta gama en Santa Cruz de Tenerife y tanta pobreza. Pero es increíble, parece que la gente está abandonada a su suerte; nadie se plantea una solución a todo este disparate.

Cuando no vivíamos en la sociedad del bienestar, como la quisieron llamar, teníamos una moneda propia y la gente contrataba las hipotecas a interés fijo y las viviendas las podían pagar en siete años, porque mientras la moneda se devaluaba la hipoteca se estancaba y los sueldos subían; pero ahora, con esta moneda, no existe esa independencia económica para salir de esta crisis, y después parece que Alemania es la gran salvadora de los países en crisis de la Unión. Ojalá pudiéramos volver a ser lo que éramos antes; prefiero menos autopistas y más trabajo fijo y menos pobreza. Solo con los fondos de cohesión para hacer autopistas no me compensa toda esta miseria.

Ni siquiera en cuestión de conflictos me convence la Unión Europea. Todavía recuerdo el conflicto de la ex-Yugoslavia; que Europa hacía muy buenas declaraciones de intención, pero al final la guerra la solventaron los americanos, porque Europa, como siempre, habla mucho pero no hace nada mientras la gente muere.

A ver si algún día tenemos luces para salir de todo esto y volvemos a ser lo que éramos. Ya la gente no se pone en huelga porque vive esclavizada por su hipoteca y no puede ni siquiera perder el día de trabajo. Vamos a hacer como antes el gran mercado mundial del comercio y a comerciar todos con todos. .

Jesús Alberto Reyes C.

La Victoria: parroquia de San Juan Bautista

Dicen los más viejos del lugar que después de la tormenta viene la calma, y está muy claro: ya han pasado doce meses desde la inauguración de las instalaciones parroquiales de San Juan Bautista, en La Victoria de Acentejo. Bendito sea Dios.

Los vecinos están encantados, las instalaciones reúnen todas las comodidades para la celebración de la Eucaristía, reuniones de jóvenes, matrimonios y otras utilidades que gracias a las instalaciones se están realizando. Un grupo numeroso de personas participa en la santa misa todos los sábados, frente a una decena que, por motivos de espacio, acudían a la ermita.

Desde el periódico EL DÍA queremos dar gracias, primero, al santo patrón, san Juan Bautista, porque gracias a su intercesión la obra se hizo realidad, pero de forma especial a nuestro párroco, don Pedro Bermúdez Benasco, que tanto sufrió en silencio ante el atosigamiento injusto e injustificado que vertieron contra él, solo por ver terminados los salones parroquiales, que de no haberse producido la ejecución de la obra el deterioro era tal que la podredumbre de las estructuras, según los técnicos, que corrían peligro.

Nos consta que nuestro párroco don Pedro rezó mucho y pidió a Dios para que la obra se terminara, por el bien del pueblo y como alabanza a Dios. Sabemos y estamos seguros de que rezó mucho por aquellos que le calumniaron y que hicieron mucha bulla en los medios de comunicación acusándole de algo que jamás le pasó por la cabeza, pero allá ellos con sus ruindades y sus conciencias. La historia y el tiempo colocan a cada uno en su sitio.

Gracias al pueblo, en general, y a los vecinos de San Juan, en particular; que el santo patrón derrame las bendiciones sobre todos y cada uno de los que han colaborado en esta gran obra, para y por el bien del barrio.

Y para terminar, recordar en este tiempo de Cuaresma la palabra del Evangelio: por sus obras los conoceréis.

Vicente Pérez Aguiar