EL PINCHAZO del sistema financiero norteamericano fue el primer causante de la crisis que sufrimos a partir de Lehman Brothers. Se vendía aire, se especulaba con expectativas infladas hasta la saciedad, se había creado un entramado ficticio superpuesto al suelo de la economía real.

Lo primero a señalar por mi parte es que ni siquiera creo que hablemos en pasado. No se han reformado los parámetros esenciales del sistema financiero global que llevaron a la enfermiza desconfianza del presente y, por ejemplo, siguen existiendo, más sofisticados que nunca, los paraísos fiscales. Únicamente se han apuntalado las piezas centrales de la antigua estructura recortando drásticamente el crédito a los mortales para evitar lo que denominan riesgo sistémico y que no es más que la dinámica justa que, siguiendo el mismo proceder que hoy se aplica a los ciudadanos, entonces se hubiera provocado. Si no puedes devolver un millón tienes un problema, pero si no puedes devolver 10.000 millones el que lo tiene es el que te los prestó.

Los mercados encontraron en la globalización la escapatoria perfecta a la presión que los ciudadanos, a través de sus gobiernos, podían ejercer sobre ellos. Pinchó la burbuja. Antes hacían agua sectores enteros como el de la construcción, engañados con que Canarias podía ser un sitio demandado en Europa, tipo California o Florida en Estados Unidos, y mientras ellos y los Estados embarcados en los déficit estructurales se confabularon para socorrerse mutuamente dándose plazos, inyecciones y aumentando los fondos que los sostienen, resulta que a los ciudadanos los estrujan para que los parta un rayo aplicándoles el implacable e inmisericorde rodillo, en crecimiento geométrico, de la usura capitalista más despiadada.

Como muestra, han aumentado "escandalosamente las comisiones" -según los datos del Banco de España de 2011, un 22,27% en mantenimientos de cuenta corriente, un 22,87% en cuentas de ahorro-, con auténticas barbaridades en los descubiertos, en las hipotecas, en las tarjetas, en los estudios de créditos, en las devoluciones, en los recibos, en las transferencias.

Mientras tanto, por la falta de perras, la Agencia Tributaria, la Seguridad Social, Tráfico, las administraciones autonómicas, las administraciones locales y hasta el sursuncorda... es igual, con colas kilométricas en las oficinas de Correos para retirar notificaciones, se han lanzado en tromba a provocar intervenciones, requerimientos y embargos con el factor añadido, que ya es para flipar por tiempos, de la sustanciosa subida del petróleo con todo lo que acarrea.

Moderación, señores. Moderación. Calma. Una cosa es ponernos a trabajar -esa es otra- en no legar a las futuras generaciones el desastre y otra muy distinta hacerlo de hoy para mañana, deprisa y corriendo, y con cargo exclusivo a los sectores más estallados y fundidos de la sociedad. Habrá que intentar, más allá de consejos sobre prácticas de códigos éticos, ir dándole salida a la gente en su particular calvario para superar el cepo que los ahoga, porque la gran mayoría responde con las propiedades que saturan los activos de los balances bancarios. ¿Quieren más?

Se está disparando la morosidad. ¿Saben lo que significa? Que toda esa gente para vivir tendrá que sumergirse, lo que alimentará inevitablemente el pozo en el que pueda tener sentido la frase de que de esta crisis salimos todos o no sale nadie.

Fíjense lo que ocurre: para hacer frente a esa morosidad el sector financiero español tiene que dotar provisiones por 81.090 millones de euros, colchón que se vio incrementado en 1.939 millones de euros en comparación con el cierre de 2011 y en 8.915 millones en relación al mismo mes pasado. El dato de enero registra otro aumento respecto al nivel de diciembre (7,61%), y mantiene la cota en máximos desde noviembre de 1994, cuando marcó el 8,01%. Diciembre ha supuesto el séptimo mes consecutivo de subidas, una tendencia que continuará en los meses próximos en opinión de los expertos. De acuerdo con la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), la morosidad seguirá creciendo hasta rozar el 9% durante el primer semestre de este año. El principal deterioro de esta tasa vendrá del lado de las empresas, que actualmente suponen más del 75% del crédito moroso. Aunque en el caso de la morosidad de las familias Fedea constata un nuevo repunte.

Todo tendrá que dosificarse partiendo de vincular el hecho culpable con su autor. En caso contrario y sin moderación, el 9% se va a quedar muy corto.

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