EN EL RECIENTE congreso de Convergencia Democrática, casi la totalidad de los congresistas, y ante la ponencia ideológica que enfatiza con rotundidad la lucha por un "Estado propio", ya apuestan sin ambigüedades y cara, sobre todo, a sus juventudes por una dirección y objetivos soberanistas, aunque esto del concepto de Estado propio aun le permite a Artur Mas modular comportamientos políticos, sobre todo, dada su alianza parlamentaria con el PP. No obstante, ante la evidencia de la crisis y que toda la carne en el asador hay que ponerla por ahí no dejó de manifestar A. Mas que ya es necesario para Cataluña una transición nacional como pueblo si es que no se quiere ver engullido e ir paulatinamente despareciendo del mapa político como tal.

Ya habían propugnado su derecho a la autodeterminación, que había quedado como un brindis al sol, pero ahora la cuestión va más en serio, lo que, paradógicamente, llega en un momento de crisis económica, donde los lazos deberían estar más atados para evitar deslizamientos en pro de otros derroteros. Quizás haya contribuido a ello no solo la idea que ha enarbolado el PP, de una recentralización y echarle la culpa de la deuda a las autonomías, cuando se ha visto que es una de las grandes mentiras que ha propagado el Gobierno de turno. Y sucede cuando hay discrepancias en las culpas y en los deberes que han hecho unos y otros, en donde el camuflaje del Estado está en la sombra y desdibujado, pero cuando existe una conciencia nacionalista consolidada y un pueblo detrás que apoya la cuestión es fácil y perfectamente asumible que hay que ir hacia adelante, que no se puede uno parar sino caminar y caminar.

El que Cataluña, cuando sea y a través de su hoja de ruta, llegue a constituirse en Estado tendrá aun que andar unos cuantos episodios políticos más y obtener la soberanía plena sin ambages ni cortapisas y ser sujeto histórico como un Estado más dentro de una Europa que pretende ser federalizante, aunque aún este proyecto de una Europa unida políticamente está renqueante, tanto o más que una Europa económica que no acaba de encontrarse sino a través de la mentira o del disfraz que confunde y no hay manera de aclararse dado que la situación no solo es cambiante sino mosqueante.

A pesar del empeño del centralismo por tener a todos los pueblos que integran en este momento el Estado español tutelados como si fueran díscolos o los malos de la película, si tiene como contrapartida espontánea el despertar con más fuerza si cabe pronunciamientos de libertad en todos los espacios de la política, la historia, por propia dinámica de los acontecimientos, que no están de huelga, irá recomponiendo un mapa diferente que acabará imponiendo un nuevo modelo de Estado.

Modelo de Estado que será una exigencia de los nacionalismos que han contribuido al sostenimiento de un equilibrio político, aunque se diga todo los contrario por los contranacionalistas inveterados que leen la historia con trazos confusos.

Esta situación que ha surgido en Cataluña debería ser guía de contundencia en los nacionalismos que circulan en el espacio atomizado de Canarias, donde cada organización política tiene proclamas y fundamentos diferentes, lo que es fatal y contribuye a alimentar el confusionismo que existe entre derecho de autodeterminación, soberanismo e independentismo

El derecho a la autodeterminación es aquel que se debe ejercer por todo aquel territorio que se considere pueblo. El independentismo es un proceso que hay que desarrollar en pro de la creación de un Estado proveniente de cero. Tal como y se han pronunciado los catalanes. Es la primera y fundamental piedra de toque para los nacionalismos. Sin Estado no hay nada, eso sí, soledad, deseos, manoteos en el aire, aspavientos. Pero si detrás de ese pronunciamiento no existe una conciencia nacional amplia, casi universal, no se llegará a nada y se le dará la espalda al soberanismo, que insiste en recuperar, porque se ha perdido, el Estado existente.

De momento, lo que alumbra Convergencia Democrática de Cataluña es la apuesta por tener un Estado, y una vez que lo obtenga porque así lo decide el pueblo catalán, las metas políticas pendientes se irán haciendo realidad paulatinamente. No por mucho correr se llega antes. Se tendrá que llegar, en Cataluña y en Canarias y en todos aquellos territorios que tienen organizaciones políticas que propugna avanzar hacia la construcción nacional para terminar instituido con los ropajes de un Estado no cuando lo digan unos pocos sino cuando ese clamor sea universal, evidente y se traduzca, simplemente, en lo más elemental, que es lo que da pistas por donde se puede ir, que es el voto y en este caso el voto nacionalista que sea algún día mayoría parlamentaria. Lo demás son cantos de sirena que suenan bien, pero poco más.

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y vicepresidente nacional

del Partido Nacionalista

Canario (PNC)