Me harto de buscar referencias en la prensa canaria a la catástrofe ecológica que en este mismo instante está ocurriendo en el mar del Norte (Escocia) desde hace una semana, sin resultados.

Parece increíble que un escape de gas de tal magnitud (de varias toneladas diarias y altamente venenoso) en la plataforma Elgin de extracción de hidrocarburos, que han tenido que evacuar a los trabajadores hasta de las plataformas vecinas, no haya tenido un espacio mínimo en la discusión que actualmente se mantiene en Canarias a cuenta de la concesión del Gobierno central de permisos a Repsol para llevar a cabo prospecciones en aguas Canarias.

El riesgo de explosión de la enorme nube de gas impide enviar a personal para sellar el agujero submarino, y la propietaria total estudia en estos momentos cuál sistema se puede aplicar para solventar la situación. Todo apunta a que la solución que se impondrá será dejar que la bolsa de gas se vacíe por sí sola. Me pregunto qué sistema se utilizaría para afrontar un problema similar en una futura plataforma en el entorno del Archipiélago.

No se recuerdan ya, pues, las catástrofes del "Prestige", o la más reciente del golfo de México. ¿No nos ha enseñado Fukushima que no existe seguridad absoluta, que con lo mal que estamos tratando a este planeta no es de extrañar que algunas veces se le escape un sabuchazo sin miramiento alguno? No se le oculta a nadie que precisamente Canarias, por su origen y presente volcánico, no puede ofrecer una estabilidad geológica mínima (¡miren al sur de La Restinga!).

El necesario transporte del crudo en barco generaría un tráfico marítimo aún más denso que el ya existente, lo que disparará exponencialmente la probabilidad de accidentes de toda índole.

El provecho, no le quepa duda a nadie, no se va a quedar en Canarias. La cantidad y el tipo de personal especializado que se requiere para la construcción y explotación de una plataforma no se puede formar en Canarias. Es de todos conocido que no existe actualmente la infraestructura formativa ni tecnológica para ello -excepción hecha de algún ingeniero concreto- y que los especialistas en esa materia son compañías norteamericanas y holandesas.

El argumento de que si no lo hacemos nosotros lo hará Marruecos, tampoco es fundamento alguno. Por un lado, la UE tiene mucho interés en que se establezcan relaciones estrechas con los países del Mediterráneo Sur en base a transferencia de tecnología e industria, por lo de la buena vecindad económica. Si se plantean proyectos en el sector de las energías renovables, a Marruecos le va a ir muy bien la instalación de fábricas de paneles o aerogeneradores para el demandante mercado europeo y africano. Estos proyectos deben presuponer una renuncia a conceder permisos de explotación por parte del Reino de Marruecos.

Por otro, a Marruecos no le interesa enfrentarse a su mejor socio comercial, la UE (¿dónde vendería Marruecos sus tomates, a los que debe su estabilidad política y a causa de los cuales no se ha contagiado de la Primavera Árabe?). En este momento hay que aprovechar que Angela Merkel tiene que encabezar el cambio de modelo energético de Alemania y Europa y que está encantadísima de que Mariano Rajoy le esté haciendo el trabajo sucio en uno de los países fuertes de la Unión, para que no sea solo Canarias, sino la Unión Europea, la que empuje. ¡Oído, políticos canarios en Bruselas!

No tiene sentido insistir en implantar una tecnología que ya hoy está condenada a desaparecer por obsoleta y destructiva, porque no es consonante con el crecimiento sostenible que tenemos que empezar a practicar si queremos sobrevivir en este planeta antes de que sea demasiado tarde. Es el más que cacareado pan para hoy y hambre para mañana.

Es posible (acuérdense de Malpaso en El Hierro). Ni los americanos consiguieron hacerlo.

Si el pueblo se une y consigue dirigir a sus políticos (y no al revés), no se perforará. Y la prensa tiene un papel decisivo en ello.

Eduardo Cabrera

(Berlín)

Las enfermedades de nuestro siglo

La semana pasada esta noticia, un tanto sorprendente, saltaba a los medios de comunicación: "La Consejería de Sanidad de Madrid señala a las liebres como culpables del brote de leishmaniosis", un brote que ha provocado ya más de doscientos cuarenta casos, que previsiblemente continuarán aumentando.

Intento comprender el sentido de la noticia y por más que me esfuerzo no logro entender cómo se ha podido llegar a la conclusión de que hay que exterminar a todas las liebres en la zona forestal Parquesur, al norte de la Comunidad de Madrid.

La noticia aclara al principio que esta enfermedad la trasmite un mosquito llamado flebótomo, al picar a personas o animales; luego dice que las liebres han facilitado la multiplicación de los flebótomos, al ser para ellos una fuente de alimentación y que, a su vez, las liebres han infectado a los flebótomos y que así las liebres se han convertido en reservorios, animales portadores del parásito (antes fueron los perros, a los que hubo que sacrificar por este motivo), y también dice la noticia que las liebres serán sacrificadas de forma humanitaria. ¡Cuántas vueltas y vueltas para no mirar el asunto cara a cara!

Una nueva enfermedad parece amenazarnos. Jamás habíamos escuchado el término leishmaniosis, pero pronto hablaremos todos sobre ella como si fuera algo que conociéramos de siempre. Lo que será indudable es que en esta ocasión el enemigo se llamará "liebre", y a partir de ahora las miraremos a todas con recelo no solo en Madrid, sino en todas partes, sí, aunque los expertos después desmientan y rectifiquen.

La regulación en el Cosmos también actúa en la Tierra, en la naturaleza y en el mundo animal, es el equilibrio legítimo universal en todo el infinito. Toda intervención en este equilibrio, cada abuso que se les causa al planeta y a los animales, recae de nuevo sobre nosotros. ¿No sería de mayor beneficio encontrar las causas que han llevado a la ruptura del equilibrio?

Cuando leo en el periódico noticias como esta, en las que se lleva a cabo una matanza tal de animales, me pregunto: ¿quién dio la orden?, ¿quién lo recomienda?, ¿quién apoya este crimen contra los animales? ¿Y quién gana con ello?, ¿quién?

¿Quién permite a los seres humanos intervenir en las leyes naturales? ¿Quién atiza la guerra contra el planeta Tierra, contra el mundo animal? ¿No será todo esto la consecuencia resultante de la ley de la "acción y reacción"?

Mar Montes Alonso

Asamblea de vecinos la "kale borroka"

Existen dos formaciones políticas de reciente creación localizadas en el ala izquierda de la izquierda que aún no han encontrado su sitio en nuestra sociedad. Una de ellas, situada a la izquierda del PSOE, que se hace llamar Socialistas por Tenerife; y otra radical, que sobrepasa los extremos ideológicos de la izquierda, que se hace llamar Sí Se Puede, y también va por Tenerife. Como se ve, el nombre de ambas puede abarcar desde las más nobles intenciones hasta las más oscuras. No se puede decir que sean incoherentes.

Uno de los métodos usados para embaucar a la gente sencilla de pueblo y enardecer a los suyos ansiosos de que les mientan es mediante las llamadas asambleas de vecinos, los primeros, y asambleas vecinales, los segundos. Ambas asambleas no son informativas. Bajo ese disfraz manipulan la verdad y envenenan la buena conciencia de la gente para predisponerla en contra de cada uno de los alcaldes y corporaciones locales. Inútiles, como son, de rebatir los argumentos en cada uno de los plenos, hacen convocatorias para exponer los suyos llenos de imposturas a sabiendas de que no pueden ser rebatidos porque a los que critican no están presentes. ¿Habrá mayor cobardía que intentar conseguir con artimañas votos que no le pertenecen? Sirva de ejemplo la convocatoria en San Andrés para que los vecinos den su opinión sobre cuál sería la mejor solución para la escollera, como si los vecinos fuesen todos ingenieros; o el caso más reciente de los socialistas que van a por Tenerife en Tegueste, que tras una de estas asambleas en la que dieron una información manipulada de los sueldos de la corporación se terminó, días después, con un atentado contra la vivienda del señor alcalde. Quiero pensar que esa incitación a la violencia no fue premeditada.

No confundir estas asambleas con el derecho de los ciudadanos a participar en la política del municipio. Para ello ya existe la llamada participación ciudadana, donde la población tiene acceso a las decisiones (http://es.wikipedia.org/wiki/Gobierno) del gobierno de manera independiente sin necesidad de formar parte de la administración pública o de un http://es.wikipedia.org/wiki/Partido_pol%C3%ADtico partido político, donde sus integrantes proponen y debaten cuestiones con su ayuntamiento para el bien del pueblo. No confundir tampoco con las asambleas informativas que los consejeros hacen con grupos, como el de los agricultores o ganaderos para informarles sobre sus posibilidades de mejoras. No son lo mismo. Aquellas asambleas de vecinos ni son asambleas ni son de vecinos. Son solo reuniones políticas que únicamente persiguen soliviantar al pueblo para arañar votos y les importa un pimiento el bienestar de los vecinos; por encima de ellos están sus propios intereses. Asistid a esas reuniones y desenmascaradlos.

¡Estad alerta! No os dejéis engañar por su aspecto, porque bajo la apariencia de mansos corderos, de nobles idealistas, de admirable filantropía, se ocultan verdaderos lobos disfrazados, verdaderos depredadores caracterizados por su raposería.

Un indignado

Roñosos jardines

Sin miedo a equivocarme, son demasiadas las ocasiones en que hago protagonistas de estas modestas líneas a unos jardines que, por situación y dimensiones, merecerían algo más de atractivo del que poseen.

Con la llegada del tranvía, una serie de zonas, no pequeñas, ocupadas por la instalación de las vías sufrieron una modificación más que considerable, y aunque la opinión generalizada es muy positiva en relación con el medio de transporte, es mucho peor para las calles ocupadas, y muy en concreto desde la plaza de La Paz hacia abajo, dando lugar a una situación más que paradójica.

Los espacios a los que deseo hacer referencia, inicialmente destinados a lucir bellos macizos florales, discurren siguiendo la catenaria, a la izquierda en sentido ascendente, entre las calles Juan Padrón y Alfaro. En la parte alta, ocupan asimismo la plazoleta que enfrenta las oficinas de la sociedad municipal de desarrollo.

Desconozco si fue por creatividad de el o los profesionales o por imposición de quienes encargaban el proyecto, que están formados por diferentes triángulos, unidos por uno de sus catetos, sin señalar, dando lugar a una serie de polígonos irregulares, realizados en acero corten en su totalidad.

Teniendo en cuenta que bajo gran parte de ellos subyace un parquin, era condición indispensable una impermeabilización perfecta, aislamiento que fracasó de forma más que lamentable, constituyendo este error el origen de nuestros pesares.

Nunca fueron sembrados con el menor asomo de buen gusto, como si los padres de la criatura no estuviesen contentos con lo por ellos engendrado, y como igualmente desde el primer momento el agua se convirtió en un enemigo, ya me dirán cuál ha podido ser el resultado de esta labor en busca de un vergel.

Los árboles de "alto fuste", expresión que adoran pronunciar los de jardines, que en su momento pudieron tener algo de carnaje, sin llover ni por casualidad, y sin recibir ayuda de nadie en forma de agua, parecen fantasmas, almas en pena, y no es por nada, pero razón tienen para estar así de chuchurríos.

Los diseñadores del embellecimiento de la ciudad han decidido que el tema podría sustanciarse colocando una serie de restos de la tala de pinos, del tronco y no de la piringola o pingora, que es la parte más alta de la copa de los árboles, restos volcánicos como el picón negro, algo más grueso que la zahorra, y unos cantos rodados, unos callaos blancos, que por lo oído vienen de Asturias.

Los restos de las confieras, sucios de por sí, y aún más después de recibir la visita de los perros y de los dueños de los mismos, que como todo queda camuflado ellos pretenden disimular incluso las vacías cajetillas de tabaco

En Castilla y León, y concretamente en la provincia de Segovia, que cuenta con grandes manchas verdes de pinos resineros, la leña la conceden los ayuntamientos para la cocina y calefacción, pero los piñotes y la roña cada vecino los puede recoger en sacos cuanto le plazca para encender en invierno las estufas.

Por tanto, la roña, además de ser la suciedad de algunas personas, el óxido u orín de los metales, la sarna de algunos animales, especialmente el ganado lanar, y de hacer mención a la tacañería de las personas, es la porquería que para embellecer -qué contrasentido- han colocado en estos desgraciados jardines.

José Luis Martín Meyerhans