ABUNDA en este país la proclividad tanto a hacer como a recibir falsas promesas. Si alguien lo duda, que le pregunte a Paulino Rivero. Primero fue Zapatero quien le vendió la moto sin ruedas de los 25.000 millones de euros. Esa era la cifra que invertiría el Estado en Canarias durante diez años. Lo aseguró el presidente del talante tras aquel famoso consejo de ministros celebrado en Las Palmas. De esa ingente masa de dinero nunca se vio un céntimo por estos alrededores. Los socialistas autóctonos dicen que sí, pero la realidad es que los fondos llegados el primer año de esa pródiga década apenas alcanzaron los guarismos habituales. De inversiones extras, nada. Luego vino la crisis, los recortes y lo demás. A día de hoy, el Gobierno que preside Rivero anda encrespado porque desde Madrid no solo no nos van a dar lo mismo que nos daban con anterioridad a la trola de los 25.000 millones, sino que nos recortan unos 700 millones de euros que al final serán unos 1.000 según las cuentas de González Ortiz. Bien es verdad que ahora no gobierna Zapatero sino Rajoy.

El segundo embarque del Bambi al señor de El Sauzal fue el asunto del mar territorial. "Ve tranquilo, Paulino, que esas aguas ya son tuyas; ah, y que Oramas y Perestelo no se olviden de votar lo que hemos hablado", le dijo Zapatero mientras se encorvaba para darle un par de palmaditas en la espalda. De este tema se ha escrito tanto, que me daría vergüenza dedicarle una línea adicional.

¿Será verdad eso tan comentado de que en este país no cabe un tonto más? Posiblemente sí, aunque no es el caso porque Rivero no es tonto. Incapaz de resolver los problemas graves a los que se enfrenta Canarias por supuesto que sí; lo demuestra cada día el hecho de que los problemas siguen ahí. Pero la incompetencia para una tarea no implica la torpeza para otras. Verbigracia, para endosarnos banalidades. Es su forma de hacer política; de presentarse como un exitoso negociador en Madrid -o en donde sea- de lo mejor para Canarias. Lo único que consigue, si acaso, es alguna limosna, pero él sabe vender humo en los medios de comunicación que le son afines. Su último "gran logro" ha sido otra promesa, esta vez de Mohamed VI. Paulino le ha pedido al rey alauita que, de seguir Marruecos con las prospecciones petrolíferas, se tomen las medidas necesarias para que no se produzca un derrame que afecte a Canarias. Petición a la que el monarca magrebí ha accedido gustosísimo. "No preocupesé usted, monsieur Rivegó, que Marruecos no contaminagá aguas canaguias del amigó Zapategó. Que Allah bendiga a usted y toda familiá", parece que le respondió Mohamed. Ahí me las den todas, debería estar pensando en ese momento el comendador de los creyentes frente al agudo vernáculo que tenía delante. ¿Cómo se dice mago en árabe? ¿Y bobo? ¿Qué término usan los marroquíes para referirse a un pollaboba? Eso sí, para que ni España, ni Repsol ni nadie se dé prisa en buscar petróleo, también le aseguró Mohamed VI a nuestro viajero presidente que sus sondeos han dado resultados negativos. Como si, de haber encontrado algo, se lo fuesen a decir.

Se preguntaba el otro día el editorialista de este periódico a qué coño ha ido Paulino Rivero a Marruecos. También se lo han preguntado muchos canarios, especialmente los que están tiesos porque no tienen trabajo, al igual que lo ha hecho Fernando Maura, responsable de política internacional de UPyD aunque este partido va más allá de la simple pregunta, pues le ha pedido al Gobierno central que "llame al orden" al presidente Rivero a cuenta de ese acuerdo, tan triunfalmente anunciado, de crear una comisión mixta para abordar asuntos estratégicos entre Marruecos y Canarias. Puestos a llamar al orden, habría que hacerlo con los otros dieciséis presidentes autonómicos, incluida Esperanza Aguirre la de Madrid, habida cuenta de que aquí el que no tiene una embajada no es nadie.

Al margen de competencias estatales burdamente invadidas -hay que ver cómo se ponen por esta y otras periferias cuando consideran que el Estado invade el ámbito autonómico-, ¿qué coño hace Paulino Rivero en Marruecos?, me pregunto también yo. ¿Es que ya no hay problemas en las islas pendientes de resolver? ¿Es para andar de trulenque para lo que le recortan los sueldos a los funcionarios, incluidos los profesores? Pero incluso en el supuesto de que estuviésemos nadando en la abundancia, ¿qué le puede ofrecer el Gobierno de Rivero a Mohamed VI? ¿La fórmula infalible para que el 31 por ciento de la población en general y la mitad de la juventud en particular esté en paro? ¿La receta magistral para que crezcan sin cesar las listas de espera sanitaria? ¿El método para que tengamos uno de los sistemas educativos con más fracaso escolar de la OCDE? ¿O quizá el arte de volar en helicóptero?

Así no se sale de una crisis; así lo único que conseguimos es hundirnos más. Si lo que pretendía Rivero era incordiar a Soria y a Rajoy, como también ha señalado alguien, objetivo conseguido. Pero incordiando no se genera ni un solo puesto de trabajo; por ejemplo. Bien está que determinadas empresas canarias puedan desarrollarse en Marruecos. Algunas llevan bastante tiempo haciéndolo con notables resultados, aunque eso no supone un empleo adicional en el Archipiélago. El personal poco o nada cualificado, que constituye el núcleo duro del paro regional, no tiene cabida en Marruecos porque los marroquíes también necesitan trabajar. A lo sumo unos pocos directivos y pare usted de contar. Al final, el gran logro internacional de Rivero se circunscribe a que unos cuantos empresarios que durante mucho tiempo han ganado dinero en Canarias con el negocio del ladrillo inviertan fuera, para seguir ganando, lo que deberían revertir aquí en otras actividades económicas de las que tan necesitados estamos. ¿Para reírnos o para llorar? Decídanlo ustedes.

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