La decisión de Paulino Rivero de entregar a determinadas empresas las concesiones de FM ha puesto al descubierto que la precaria situación en la que está inmersa la profesión periodística y audiovisual -en su vertiente sonora- en las Islas irá a peor al cambiar el Gobierno de Coalición Canaria realidades por mentiras. Una vez conocidas las propuestas de las empresas que han conseguido concesión, se deduce que la disparatada valoración de los proyectos consistió en creer en "pajaritos preñados" y desechar lo que ya estaba funcionando.

Diez empresas concesionarias, el "top ten" de los adjudicatarios, que aglutina casi el 80% de las frecuencias canarias, prometen invertir veintisiete millones de euros, dar empleo a unos novecientos trabajadores y no vender sus licencias durante un periodo de quince años. Es, sin duda, el imposible de los imposibles. Ni siquiera serían creíbles estas cifras en tiempos de mejor situación económica. Un auténtico disparate que convierte el concurso de frecuencia modulada de Canarias en una apestosa letrina.

Defender la credibilidad e imparcialidad de la mesa de valoración que presidió Fernando Ríos, bajo la atenta mirada del viceconsejero de Comunicación, Martín Marrero, con el apoyo incondicional de otros dos "hombres del presidente", Javier González Ortiz y Jaime Pérez-Llombet, es un chiste con el que solo ríe Paulino Rivero, máximo responsable de un concurso claramente manipulado y del que deberá responder en los tribunales para resarcir el daño hecho a empresas radiodifusoras tinerfeñas claramente damnificadas.

¿Quién puede creer que La Opinión, cuya plantilla en el periódico editado en Tenerife ha sufrido recortes en cantidad y sueldos en los últimos años, va a contratar a treinta trabajadores para su emisora? ¿Cómo puede ser ganadora de una frecuencia la propuesta de Canarias Ahora en una de las "joyas de la Corona" -ocho kilowatios en Las Palmas de Gran Canaria- repitiendo el 99% de su programación? ¿Será cierto que Faycan, radio musical de Gran Canaria que funciona con muy poco personal y un potente sistema informático de automatización, dará empleo a ciento veinte locutores y técnicos?

Y, finalmente, Blas Herrero, dueño de Kiss FM, ¿va a invertir doce millones de euros en las Islas cuando no tiene para pagar la nómina de unos pocos empleados que desde Madrid mantienen una radio musical en cadena? ¿Y Radio Popular con una inversión permitida de un millón y medio de euros? Ya está claro: en la baremación de los proyectos al concurso se premió al más mentiroso. Si fue así, no me explico por qué Paulino no se concedió a sí mismo Radio Rivero.

Javier Zerolo

Tiranizar el voto

La universalidad del voto, utilizado por un solo partido cuando hace prevalecer ese voto para imponer su autoridad, reduce inevitablemente a todos los demás a la esclavitud y a la imbecilidad, porque convierte a sus votantes en déspotas involuntarios, esos votantes seres reales que viven, trabajan, aspiran, sufren y confiaron, ahora engañados por la utilización tiránica del voto. Consideran al pueblo un rebaño, y sus esquiladores (el Gobierno) utilizan la lana (los impuestos) para sus amos (el capital). Imponen una reforma laboral, recortes en sanidad y educación, aumentan tarifas en transporte, público, luz, gas, IRPF, mientras los bienes, las rentas, los privilegios del gran capital son intocables o amnistiados.

Los privilegiados del capital y las grandes empresas ya han conseguido sus leyes con la reforma laboral y la otra clase privilegiada, el "poder púrpura", a través del portavoz de la Conferencia Episcopal, quiere imponer sus criterios sobre las decisiones del Congreso y revocar leyes como la ley del aborto; o imponer criminalizar la homosexualidad según la homilía del obispo de Alcalá; o las declaraciones del obispo de Cádiz, que pide el diezmo por obligación. Si los laicos no nos inmiscuimos en sus tratados, que no se inmiscuyan en los nuestros, y sigan a su maestro cuando dijo "dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios".

José Enrique Centén Martín