ESTOY SEGURA de que a muchos de ustedes les ha ocurrido alguna vez lo que a mí: tropezarse con la desagradable situación del "rosquete" de turno en medio de alguna de nuestras aceras, parques, plazas, etc. La mayoría de las veces, la visión de tan antihigiénico encontronazo causa sorpresa, disgusto y hasta hace sentir vergüenza ajena a todo aquel que, con un mínimo de civismo, contempla indefenso el infame y resbaladizo "trofeo". Hay que ver la cara de satisfacción que suelen poner estos complacientes dueños de canes cuando sus lindas mascotas están realizando la postura más encogida y aliviada de su tabla de ejercicios diarios, y esto en cualquier lugar público. Lo escandaloso del tema es que estos irresponsables personajes, una vez terminada la necesidad fisiológica del animal que llevan de paseo atado a una correa (me refiero al perro, claro), se alejan del lugar de los hechos más frescos que una lechuga en la nevera dejando atrás el "perfumado regalito" de su peludo y fiel amigo. Todos sabemos que las huellas sucias y antiestéticas de formas y colores diversos dejadas en cualquier rincón de nuestros pueblos y ciudades por determinados perritos son única y exclusivamente responsabilidad del dueño del can. Entonces, ¿por qué no llevar encima la bolsita de plástico o la servilleta de papel cuando se saca el perrito a "estirar las patas" un rato? ¿Cuesta tanto agacharse para recoger de una manera higiénica la materia fecal o caquita que su perro ha depositado en un lugar que nos pertenece a todos? No es justo que sean siempre los mismos los que cumplen con las reglas del juego en lo que a limpieza del entorno se refiere mientras otros ensucian impunemente mirando para otro lado.

Es inadmisible que a estas alturas de la vida se siga con ese egoísmo individualista que no nos lleva a ninguna parte, o quizás sí a la destrucción de unos valores indispensables para cualquier sociedad sana. Hay calles en las que no se puede caminar en línea recta; en ellas hay que ir dando saltitos improvisados o desplazarse constantemente de izquierda a derecha para no pisar en un descuido algún que otro pequeño "monumento" a la desvergüenza y lo incívico.

Es de sentido común respetar nuestro entorno, pues este no es propiedad exclusiva de los que ensucian, sino que nos pertenece a todos. Por ello el dueño de cada perro (en este caso) es responsable de lo que "su" animalito ensucie. Lo más lógico es que cuando saquemos a pasear a nuestros tobys, rufos, fifís, etc., ya sea a plena luz del día o bajo el hermoso brillo de la luna, no les dejemos el "paquete" a los que vienen detrás. Combatir la suciedad es cosa de todos. ¿Te apuntas?

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