AUNQUE cuando en mi niñez fui monárquico, recuerdo perfectamente que, justo a los ocho años de edad, que tenía cuando se proclamó en España la II República, el 14 de abril de 1931, participé en aquella novelería general que llegó hasta la calle de Duggi y el histórico Monturrio, que se situaba en una zona apartada del núcleo de la ciudad, en la que hoy es una plaza construida ante el grupo escolar San Fernando, cuyas obras habían terminado un año antes o algo así.

Lo de la proclamación del nuevo régimen lo sabía por mi padre y sus conversaciones en mi casa, así como por lo que decía la radio, que mi padre había sintonizado desde por la mañana, también como parte del festejo general, porque, ya a lo largo de la mañana, la gente se había echado a la calle formando grupos, dando "vivas" a la República y formando las acostumbradas griterías que, a mi edad, no encontraba razón de ser. Cuando mi padre regresó a casa, a eso del mediodía, explicó a mi madre cómo estaba la situación en el centro de la ciudad y en todas las calles, ya que al barrio solo llegaban gritos y barullo desde la Rambla de Pulido y la plaza de La Paz, así como de los grupos que iban al propio barrio.

El rey Alfonso XIII no tenía buena prensa en el pueblo, que de eso sí me pude dar cuenta en la escuela de don Matías Llabrés, donde estudiaba Primaria, y por lo que se decía en la calle, en que todo el mundo era republicano y daba vivas a la República. La radio, que solo se sintonizaba por la tarde y por la noche, se encendió desde por la mañana, y la fiesta no terminó hasta la madrugada, con prolongaciones en forma de parrandas, en las que el vino hizo su aparición, prolongando la cosa hasta el amanecer del día siguiente, lo que ya no pude observar porque me mandaron a acostar y me dormí pensando en la República, que aún solo conocía de oídas pero que todos pensábamos que sería una prolongación de la fiesta.

El chiquillaje y parte de la gente mayor seguía pensando que el rey Alfonso ya no mandaba y que la vida iba a cambiar en forma de mayores libertades, tendiendo al libertinaje, que también se vivió en aquella España liberada de la Monarquía alfonsina, que tenía adulones como todas las monarquías, pero, en la sombra, aparecieron las izquierdas, que son las que, a la larga, la defecaron como siguen intentándolo ahora mismo. Estaba entonces en Europa asentándose el marxismo y fue cuando Rusia se volvió soviética, dio ejemplo de libertad total, y quisieron copiarla de todo el mundo, en particular de España, cuyos socialistas y comunistas echaron a perder lo poco que tenía bueno, en cuanto a libertades y comienzo de la democracia, y ya ven el camino que llevamos con estos políticos de ahora, que son mucho peores que los de la Monarquía y de todos los regímenes conocidos y por conocer.

Pero volvió la Monarquía a España y retornó el Rey, el mismo que se rompió la cadera cuando fue a cazar elefantes en un safari africano que casi todo el mundo critica. El pueblo, no sé si con razón y el acierto es el que está parcialmente en duda, devolvió la monarquía a los monárquicos, a los que todos deseamos se porten con el pueblo como el pueblo se ha portado al depositar su confianza en ellos.