EL NORTE de Tenerife lleva varios años al borde del colapso eléctrico. Afortunadamente, porque hasta las crisis tienen algunas ventajas, el consumo ha decaído desde el año 2008 debido a una menor actividad. Ahora vuelve a producirse un repunte. Lo cual, miren ustedes por donde, es una señal de recuperación mucho más fehaciente que los brotes verdes vislumbrados en su día por Zapatero. El caso es que se impone solucionar un problema importante para toda la Isla aunque de forma especial, como digo, a los municipios norteños. Por eso Red Eléctrica de España decidió en su momento que hacía falta una nueva subestación transformadora, habida cuenta de que resulta imposible ampliar -por motivos de ocupación del suelo con edificaciones residenciales- la existente en La Corujera.

Una estación de este tipo no es, ni mucho menos, una instalación contaminante o ruidosa. En esencia se trata de un transformador o un conjunto de ellos; un transformador más grande que los que cualquiera de nosotros usa en casa -ahora ya menos-, pero nada más. ¿Impacto visual? Desde luego que sí, aunque mínimo. Y, en la peor de las circunstancias, bastante menos dañino para la vista que las edificaciones de "bloque visto" "fabricadas", que no construidas, por individuos a quien Andrés Chaves, amigo y vecino de columna, llama magos y yo denomino belillos. No porque el término mago me parezca inadecuado -todo lo contrario-, sino porque belillo se aproxima más a rebenque y solo unos auténticos botarates son capaces de haber dejado las medianías en el deplorable estado en que se encuentran actualmente.

Sea como fuese, y como la estación transformadora hay que colocarla en algún lugar, les ha caído en suerte a los municipios de La Victoria y La Matanza. No solo dicha instalación en sí misma, que tampoco ocupa un espacio tan grande, sino los cables de alta tensión que han de llegar y salir de ella. En este punto, como era de esperar a tenor de las sensibilidades que corren en estos tiempos, comienza la tragedia. Los ayuntamientos de ambas localidades, reunidos urgentemente en sesión plenaria, han aprobado por unanimidad una propuesta conjunta en la que se rechaza el proyecto de la subestación de Los Nateros -nombre de la zona donde va a ser ubicada- y se pide a todas las administraciones que lo paralicen. No se dijo nada en las reuniones consistoriales acerca de si, de forma paralela, se proponía la apertura de una tienda de velas y quinqués. O, mejor aún, una ferretería en la que vendan esos pequeños generadores eléctricos con los que magos y belillos -lo mismo da- acuden pertrechados cada domingo a las zonas recreativas de los montes para no perderse el partido de la jornada en la pantalla de plasma, por supuesto de grandes dimensiones, que llevan en el furgoneto monovolumen vigilando de reojo a la suegra por el retrovisor para que la doña, como diría Chaves, no le dé una patada con el ñame -sin querer o adrede- y les joda el invento. Dicho sea todo esto sin ánimo de ofender, sino con la sana intención de reírnos un poco porque, con la que está cayendo, parece más aconsejable descojonarse que ponerse a llorar.

rpeyt@yahoo.es