Si observamos la historia de este mundo, comprobaremos que la codicia ha sido una constante en todas las épocas. Los insaciables ricos saquean los recursos naturales de la Tierra, por lo que en muchos países los nativos caen en la pobreza cuando sus recursos naturales les han sido quitados. En la actualidad, los ricos se vuelven cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. El acaudalado "camello" del que Jesús habló, precisamente en nuestra época sombría no tiene respeto por nada, a pesar de que Jesús, por medio de la parábola del camello y del ojo de la aguja, les explicó a los ricos de forma inequívoca que tras su muerte no regresarían al Reino de Dios.

Esta afirmación de Jesús de Nazaret tiene validez tanto para el pasado como para el presente. Los ricos explotan los recursos naturales y prometen ayuda a los pobres, que casi siempre quedan en eso, en promesas. En determinados días festivos, como por ejemplo en Navidad, algunos ricos dan de sus incalculables riquezas algunas migajas, que no obstante recuperarán durante el curso del año con sus variados negocios o con sus inversiones en bolsa.

El equilibrio entre ricos y pobres no solo está distorsionado, sino que las diferencias entre unos y otros se han vuelto tan grandes que apenas pueden ya reducirse, lo que significa que los que han hecho su agosto llaman "suyas" a las instituciones bancarias, y esto es una bofetada a los pobres, a quienes dejan morir con el brazo extendido junto a sus fortunas.

En este punto hay que decir que en nuestro tiempo se cometen muchos abusos con la denominación de "cristianos", pues el nombre del maestro del sermón de la montaña, Jesús, es utilizado para muy diversos fines en los que lo único importante es conseguir los objetivos deseados; pero el fin no justifica los medios. Hace dos mil años Jesús de Nazaret enseñó que la riqueza es como una piedra de molino al cuello de los que se aferran a sus bienes materiales.

Pero ¿qué sucede en la actualidad? Muchos de los ricos que se asemejan al joven de la parábola de Jesús son también entre otras cosas ricos en dogmas paganos, aunque se denominan a sí mismos cristianos. Ninguno de los ricos, incluidos los predicadores de una iglesia institucional inconcebiblemente rica, quiere intentar en su vida seguir al sencillo carpintero Jesús y abandonar todo aquello que le sobra. Más bien se abusa constantemente de su nombre para obtener beneficios propios.

José Vicente Cobo Román

¿Qué madre no da la vida por sus hijos?

El universo entero está inmerso en una macabra cultura de la muerte, pero Jasón Torres la ha convertido en una cultura de la vida. Ha sabido conjugar sus sentimientos con las declaraciones de Groninger al L''Osservatore Romano: "Debemos repetir con la máxima firmeza que nada ni nadie pueden darnos permiso para matar a un ser humano inocente, ya sea un feto, un embrión, un niño, un adulto, un anciano o un enfermo en su incurable agonía". En relación con la eutanasia en la fase terminal de un enfermo en estado vegetativo, dijo: "Nadie puede reclamar la eutanasia para sí mismo o para otra persona. Ninguna autoridad puede imponerlo o permitirlo legítimamente. Esto es una violación de la ley divina, una ofensa para la dignidad de la persona, un crimen contra una vida y un ataque contra la Humanidad".

Susan Anne Catherine Torres, una mujer estadounidense de 26 años, dio a luz, mediante cesárea, a una niña sietemesina en Richmond (Virginia). La niña nació en perfectas condiciones en la Unidad de Cuidados Intensivos. Susan falleció un día después de dar a luz.

Anteriormente, en el Virginia Hospital Center, fue ingresada Susan, donde se le diagnosticó un melanoma en el cerebro. Quedaron paralizadas sus funciones cerebrales y quedó en estado vegetativo. Su esposo, Jasón Torres, decidió mantenerla en vida para darle una oportunidad al bebé que se encontraba en el claustro materno.

Clemente Ferrer

(Madrid)