MANUEL FERNÁNDEZ, parlamentario herreño del Partido Popular, persona consecuente, a la que no me une ningún tipo de amistad, ha hecho unas manifestaciones que han levantado ampollas, y como aquí somos más papistas que el Papa, se le han tirado a la yugular. Simplemente ha dicho que hay que atajar la duplicidad de órganos de gestión en Canarias, e incluso algunos de su propio partido le han vituperado. Pues tiene toda la razón en sus afirmaciones, aunque yo añadiría que lo que existe es triplicidad. La señora Valido ha salido en defensa de los Cabildos, me parece bien, pero lo único que hace es eludir el problema. El presidente del Cabildo de Gran Canaria arrima el ascua a su sardina y se envalentona alegando que mejor sería ampliar las competencias. Don Ricardo, con su socarronería, sonríe y elude el envite.

No hace muchos años, un Diputado del Común dijo una verdad como un templo acerca de la inmigración, y en aquella ocasión también le saltaron los políticos al cuello, y lo llamaron xenófobo. El tiempo ha demostrado lo acertado de su opinión. El señor Pizarro, empresario y clarividente economista que anunció la grave crisis en su momento, le dio un repaso a Solbes en un debate, y le acusaron de todo. Sus vaticinios se han cumplido. La señora Aguirre dice que le gustaría soltar lastre, y poco menos que está excomulgada. En estos días, el que fuera presidente del Gobierno y ahora componente del partido Nueva Canarias, aliado de Coalición Canaria, soltó en el programa "El Envite", de la sectaria Televisión Canaria, tal cúmulo de trolas y medias verdades que no tienen parangón, y tuvo un aliado en don Carlos Sosa, en su perfecto derecho de emitir su opinión, pero que, como a Alfonso XII -¿o sería XIII?-, sus preguntas fueron "a huevo". Total, que menos mal que uno está fuera de la política, porque cada vez tengo menos interés en ella.

Tras todas estas declaraciones voy al grano sobre la duplicidad o triplicidad de organismos. Somos unos dos millones de habitantes en Canarias, y los autóctonos hemos demostrado hasta ahora ser muy pacíficos, aguantando todo lo que nos ha caído encima. Vienen más de diez millones de turistas al año, y algunos incrementan el padrón semestralmente. Todos estos habitantes están gestionados por tres administraciones distintas: Gobierno de Canarias, cabildos y ayuntamientos, y en cada uno de estos organismos hay un sinfín de gestores para lo mismo. ¿Son necesarios y útiles? Pues no, sobra la mitad del enjambre, y el costo de lo que supone su mantenimiento se quedaría en la mitad. Soluciones: cada organismo puede repartirse la gestión de las distintas consejerías, vale también eliminar entidades o privatizar determinados sectores.

En el siglo XXI, donde hay tantos medios y adelantos, estos políticos no son capaces de ser buenos gestores, para lograr disponer del dinero suficiente para el desarrollo de nuestra tierra. ¿Cómo pueden seguir manteniendo tres órganos distintos que gestionan la cultura, cuando el presupuesto de este año se ha reducido a más de la mitad, y no pueden celebrarse la mayoría de los eventos que se programan cada año? ¿Para qué mantener tantos funcionarios si no hay trabajo en este sector? Y peor, ¿qué hacen diputados, consejeros, concejales, viceconsejeros, directores generales, gerentes, asesores y altos funcionarios cobrando sueldos altísimos de unos organismos que solo están gestionando menos de la mitad de los espectáculos? ¿Les han recortado los sueldos? No, todo sigue igual, como en la canción de Julio Iglesias.

Esta máxima se puede aplicar a otros sectores. En agricultura, por ejemplo, hay concejalías en Candelaria, Güímar y Arafo, poblaciones que están unidas casi en cinco kilómetros, pero cuyas medianías están abandonadas y secas. ¿Para qué si no hay dinero y el Cabildo ya se encarga bien de esa gestión? En el norte hay cinco municipios distintos, separados en apenas quince kilómetros: Tacoronte, El Sauzal, La Matanza, La Victoria y Santa Úrsula, con unos cincuenta y seis mil habitantes, y con sus correspondientes ediles y alcaldes. Alemania tiene más de ochenta millones de habitantes y se administran con cuatro millones de empleados públicos, mientras España, con apenas cuarenta y siete millones, tiene tres millones de funcionarios. ¡Es de locos! Y en lugar de reflexionar sobre tanto gasto público se enzarzan en dimes y diretes, y nadie entra en el fondo del problema. Claro, no quieren perder sus prebendas y sus cómodos salarios, y a los demás que nos parta un rayo.

No está en mi ánimo cargar las tintas sobre los funcionarios, pero hay que hacer algo, traslados, o contratar empresas que gestionen las administraciones, como en Suecia. Personalmente eliminaría el Parlamento y el Gobierno de Canarias, y que cada isla fuese gestionada por su Cabildo. Fernández tiene mi enhorabuena por la valentía de sus palabras.

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