EL JUEVES de esta semana, día 3 de mayo, celebró Santa Cruz de Tenerife la fiesta de la Cruz con el relieve de costumbre. La llamada Rambla de las Tinajas de este paseo, que es el más bello y emblemático de la ciudad, mostró su tradicional concurso de cruces, cuyo resultado no se había dado a conocer al escribir este comentario, pero no tardará en publicarse porque este pueblo no olvida ni sus orígenes ni, muchos menos, sus tradiciones, como intervenir con sus artísticas y preciosas cruces en la pública exposición que termina en la tarde-noche del día 3 tras numerosas visitas que han durado todo el día.

Con anterioridad, figuró en el programa festero el clásico Baile de Magos, al aire libre en la vieja calle santacrucera de La Noria, que se conserva tal cual fue inaugurada como una de las primeras de la población, ante la parroquia de La Concepción, monumento religioso más representativo.

Este periódico publicó, en su número del Día de la Cruz, un interesante y muy documentado artículo del colaborador don Francisco González titulado "La Cruz de la Conquista" en que expone una historia detallada del origen de la cruz como símbolo cristiano a lo largo de los años hasta la actualidad, en la que sigue siendo venerada desde que se crucificó a Jesucristo, tras la mundialmente conocida Pasión, que terminó en la muerte de Cristo. También, en esta fecha simbólica sale en procesión la Cruz de la Conquista, la misma que trajeron las huestes del conquistador Alonso Fernández de Lugo, quien vino a ocupar, en acción bélica, las Islas Canarias por mandato de los Reyes Católicos, y dice la Historia que el Adelantado plantó esa cruz en el primer campamento que estableció en las proximidades de la que hoy es iglesia de La Concepción, en un espacio que debió de situarse en una explanada sobre el cauce del barranco de Santos, por su desembocadura.

Lo que no dice el autor del artículo, excepto en el título, es nada de la Cruz de Fernández de Lugo, la que llaman de "la Conquista". Y choca, por contraproducente, por el Adelantado, por mandato de los Reyes Católicos, haya masacrado a la población aborigen en la conquista y ocupación del nuevo territorio. Los indígenas constituían la población y contra ellos descargó Fernández de Lugo sus más modernas y mortales armas de forma masiva hasta que el pueblo guanche hizo resistencia y derrotó a las huestes del Adelantado en el barranco de Acentejo, donde hoy está el pueblo de La Matanza, que se llama así porque eso es lo que hicieron los guanches contra las salvajes huestes españolas. Y en ninguna de las obras históricas que he leído, o que sepa que existen, he podido encontrar datos o simples noticias sobre esa salvaje conquista, comparable con la cartaginesa o la de los bárbaros del norte de la península Ibérica.