Fue una experiencia nefasta, porque una compañía del nivel de una famosa como Lola Herrera tendría que haber cuidado que se escucharan perfectamente los diálogos de la comedia, pero no. Los actores no disponían de un micrófono personal, de esos invisibles que permiten seguir la trama sin dificultades, sobre todo en los momentos en que se hacen alguna confidencia en voz baja. En la fila 8 era imposible entender alguna parte de esos diálogos, teníamos que permanecer casi sin respirar para oír, y eso que no tengo problemas auditivos. Me imagino que en "paraíso" la cosa sería peor.

Pero no acaba mi queja aquí. A medida que avanzaba la obra, aumentaba también el calor en la sala; el teatro estaba lleno, y ya estaba a punto de darme una lipotimia, cuando decidí salir antes de acabar la obra. Una vez en el vestíbulo, y hablando con el personal del teatro, les hice el comentario referente al aire acondicionado, a lo cual me contestaron que no funcionaba en ningún momento porque hace demasiado ruido, y que menos mal que yo estaba en el patio de butacas, porque si hubiera estado en la parte alta era imposible respirar, y lo hubiera notado más, puesto que el calor sube. Y en mi comentario sobre la megafonía me contestaron que ya eso dependía de la compañía. Pues, señores que dirigen el teatro, tengan en cuenta esto y exijan cuando contraten este punto.

Yo no puedo entender que en un teatro tan emblemático como el Guimerá pueda suceder esto. Más cuando el precio de las entradas no es barato. Salí lamentando todo esto y no haber podido disfrutar de la obra, ya que me gusta muchísimo el teatro. Estoy seguro de que más de uno de los que estaban en la sala están de acuerdo conmigo, pero los canarios somos así de tranquilos y no solemos expresar nuestras quejas.

Próximamente me hubiera gustado ir a ver a Loles León y a Bibiana Fernández, pero, por supuesto que lo tengo claro, no voy a tirar mi dinero para vivir de nuevo esta experiencia, e imagino que a la dirección del teatro las opiniones del público le son indiferentes. Mientras se llene...

Andrés Dorta Hernández

¿Es soberano el pueblo?

Si nos atenemos literalmente a la primera acepción de "soberano" que nos proporciona el Diccionario de la Lengua Española, "que ejerce o posee la autoridad suprema e independiente", creo que no, ya que ni la ejercemos ni la poseemos. Simplemente otros, los políticos, que dicen que nos representan, nos la administran en función, claro está, de sus respectivos intereses, que no de los nuestros. Y para muestra un botón: el que fuera primer ministro de Islandia, el Sr. Haarde, ha sido absuelto de cinco de los seis cargos que se le imputaban y declarado "negligente" por el otro. Ahora se está planteando acudir a la Corte Europea de Derechos Humanos porque los procedimientos seguidos no están de acuerdo con los estándares modernos. Cree que es un error criminalizar la política. El gran teatro del mundo nos ha dejado una magnífica representación. Éramos muchos los ciudadanos que estábamos pendientes de este proceso, porque creíamos que sería el inicio de un cambio en las prácticas políticas; craso error.

¿De qué sirve que el artículo 1.2 de nuestra Constitución establezca que la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado, si no podemos exigirles rendición de cuentas a los que nos representan? Perdón, la rendición de cuentas es solo política: pierdes las siguientes elecciones y eres miembro del supremo órgano consultivo del gobierno, es decir, del Consejo de Estado.

Lo que es un error es que los políticos lleven tanto tiempo tratándonos como si fuésemos estúpidos o imbéciles, que, por cierto, no son términos similares; el Código Penal les daba tratamiento diferenciado al tratar la imputabilidad. Pero el espectáculo no ha terminado, el circo continúa. Otra prueba de lo anterior la constituye el hecho de que parece como si no hubiese sido suficiente con inyectar ingentes cantidades de dinero público para sanear la banca; todavía no están cuantificados exactamente los activos tóxicos inmobiliarios que obran en su poder y ahora se anuncia que el Estado rescatará a las Autonomías con 30.000 millones en "hispabonos" para evitar la bancarrota.

Nicolás Villodres Ríos

(Granada)