1.- "¡Cuando el carbón estalla, no hace falta maravalla!". Esto dijo CésarFernández-Trujillo una hora después de habernos metido en el gallinero de un mago, con su "Volvo", en un descampado, detrás de "Los Huevos Duros" laguneros, una víspera de San Benito. Él, ArturoTrujillo, también periodista y querido amigo, y un servidor, cargados como piojos, íbamos a la casa de otro mago, a robarle la comida que FranciscoHernándezPérez, el "Pichote", inolvidable, iba a consumir en la carreta al día siguiente. Queríamos hacerle la ruindad, pero un volantazo mal dado, en aquella oscuridad, hizo que César -y nosotros- se precipitara en el gallinero, con gran estruendo de gallinas y gran cabreo del propietario, que salió, escopeta en mano y actitud hostil. "Dígame cuánto le debo", gritaba César entre carcajadas de los tres. El mago dijo y transamos. Sacamos el coche de allí, todo cagado, y nos dirigimos a la casa del otro mago, el custodio del caldero, a dar cuenta de la comida de Francisco, naturalmente carne de cochino, al grito de: "¡Cuando el carbón estalla, no hace falta maravalla!". Y casi dejamos el caldero vacío. Al tipo le dijimos que el "Pichote" nos había mandado, a ver si la carne estaba buena. César era mi amigo desde hace cuarenta años y se le ocurrió morirse el domingo, tres días antes de que su hijo, periodista como nosotros, presentara un libro dedicado a la vida de su padre. Qué pena. Bueno, lo leerá allá arriba, en compañía de su esposa y del "Pichote". Riéndose los tres.

2.- Este hombre, que desprendía bondad, fue una estrella de la radio. Está en su historia. Era dueño de una voz prodigiosa y de una gran capacidad para no aburrir, que son condiciones esenciales en un buen presentador y en un buen radiofonista. Cubría todos los géneros, desde la entrevista a la presentación de espectáculos, pasando por la transmisión de los espectáculos deportivos y de los actos culturales de nivel. Era un profesional muy seguro, que jamás se salió de la senda marcada. Era también incapaz de llevarse mal con nadie. Y supo vivir y dejar vivir a los demás. Esto le define muy bien. En suma, un profesional de la comunicación con una gran habilidad para que el mensaje llegara a los demás, nítido, tan nítido como su propia voz.

3.- Su vida estuvo ligada al mundo de la radio y de la publicidad. Y, dentro de la primera, las personas que más confiaron en él fueron el padre JoséSiverio, en la COPE; y JoséAntonioPardellas, en Radio Isla, empresa en la que fue clave el concurso de César Fernández-Trujillo. De vez en cuando recordábamos todo eso en nuestras tertulias en "La Taurina", en Tacoronte, donde Pepe y Antonio nos dan tan bien de comer en nuestro par de reuniones al año. Ahora fallan tres: el "Pichote", el letrado JoséDomingoGómez, que se fue el otro día, y César, que nos dejó el domingo. Está claro que es ley de vida, pero siempre te cabrea cuando un amigo se va, porque es verdad que algo se queda en el alma.

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