A MEDIDA que la crisis se agudiza sin que se atisbe un horizonte claro, oscuro o gris, desde la Moncloa continúa transmitiéndose al ciudadano que allí solo se han encontrado con una montaña de graves engaños que el anterior Ejecutivo se encargó de dejar bien solapados. El presidente Rajoy anda empecinado en recortarlo todo y olvida reactivar algo. Desde Europa se duda ya de estas medidas de austeridad, que no llegan a remover mínimamente cualquier crecimiento. Es más que probable que si en Francia cambian de inquilino en el Elíseo se produzca una importante modificación en la política europea que conduzca a una rectificación generalizada, lo que le vendrá de perlas al presidente español (casos más extraños se han visto en política). Mientras, Rubalcaba ya sueña con volver a destrozar, aún más, este páramo llamado España, encubriendo que hace solo cinco meses era el vicepresidente del Gobierno y que desde la Transición ha tenido un recorrido político más que sombrío, lo que le convierte en uno de los más desacreditados protagonistas de la reciente e indescifrable historia de nuestro país ("yo sé todo de todos"), y que ahora camina de la mano de un absurdo político que responde al nombre de Elena Valenciano, especializada en emitir una monótona sonoridad que se transforma en un soporífero aburrimiento. Sus intelectuales declaraciones de la pasada semana utilizando el Día del Trabajo, conmemoración que los dirigentes sindicales explotan insistiendo en recibir los dineros públicos para seguir engullendo altas dosis de mariscos y jamón de Jabugo, dejaron al descubierto su fidelidad al químico cántabro.

El expresidente Zapatero, artífice del desastre nacional, estuvo en Lanzarote, escenario de uno de los mayores engaños cometidos con esta Comunidad consentidos por el presidente canario bajo el esplendoroso nombre de Plan Canarias. La pasada semana, el Sr. Rivero fue recibido por el rey Juan Carlos y se entrevistó, aquí, en Canarias, con Rubalcaba. Ambos encuentros permitieron, seguramente, comunicarles lo satisfechos que estamos los canarios por copar los últimos puestos de cualquier ranking que refleje la ruina más absoluta en todos los ámbitos. El ilustre leonés, aprovechando el puente como cualquier españolito, pero con escolta y dos sustanciosos sueldos, realizó gestiones para la adquisición de una vivienda en la isla de los volcanes (los pobres conejeros deben recibir toda la ayuda posible para que su influencia no les afecte). El presidente canario trataría, además, que en la Zarzuela le consiguieran una entrevista con Rajoy... sin Soria presente. Aunque antes de trasladarse a Madrid recibió una bocanada saludable desde casi todos los cabildos insulares en forma de ayuda económica de las corporaciones hasta 2015.

En la Comunidad canaria, desde la Cámara de Comercio de Santa Cruz de Tenerife también se ha trasladado a la sociedad, de manera más contundente, la complicada situación que se vive aquí después de conocerse las pavorosas decisiones que el presidente Rajoy ha tenido con estas tierras. Los más de 800 millones que se han quedado por el camino oscurecen el escenario donde participan 360.000 parados (cinco mil más en abril) en busca de un trabajo que no existe. La subida de impuestos y los múltiples obstáculos que encuentran los empresarios para inyectar dinamismo que influya en la creación de empleo no hacen sino disminuir, y toda expectativa hacia el crecimiento del tejido empresarial se destruye. Ni Rajoy ni Rivero deciden implicarse en las dificultades que han encontrado el 73% de las pymes durante el primer trimestre de este año a la hora de hallar liquidez para sus negocios. Se han tropezado con un incremento considerable en el coste de la financiación y aumento en las exigencias de garantías y avales.

La mayoría de los sectores de la economía en Canarias no presenta ningún tipo de recuperación. Solo el turismo escapa, aunque ya se prevé una disminución del visitante peninsular para la época estival, permaneciendo atentos al turista británico, que ve, igualmente, cómo la situación económica de su país frena sus destinos vacacionales al exterior. Por otra parte, el consumo sigue paralizado y los comercios vacíos. El movimiento de los dineros que los pensionistas propagan por el país también ha sufrido un descenso considerable gracias a la inútil visión de Rajoy y Rivero. Pero los sueldos de la banca, de los adinerados y exministros no es que disminuyan, sino que aumentan de manera insultante. En Francia puede estar la solución.