CON LA MENTE puesta en los últimos tristes acontecimientos que han convulsionado nuestra existencia, volvemos sobre este interesante tema de la profesionalidad en el turismo, insistiendo, una vez más, sobre ese cúmulo de experiencias que los años y nuestra dedicación profesional nos han aportado, cargadas de miles de situaciones y ejemplos en los más variados escenarios mundiales relacionados con el desarrollo del turismo, algo que consideramos necesario para poder enseñar a los que quieran de verdad llegar a ser buenos profesionales del sector.

Dentro de este amplio escenario, podemos citar la dirección de un hotel de cuatro estrellas en una de las zonas más emblemáticas e históricas del turismo español, así como la gerencia, dirección y puesta en escena de unas agencias de viajes, mayoristas y detallistas, en un país suramericano con distintos y variados resultados, además de otros muchos trabajos relacionados con el sector del turismo, que sirvieron para enriquecer la visión panorámica que ilustran toda una actividad donde siempre han estado presentes las enseñanzas profesionales como el valor más importante de todo este entramado.

Ya lo dijo Baroncinni, delegado de la Organización Mundial del Trabajo, ante la UIOOT, allá por los años sesenta del pasado siglo: "De nada sirven los cristales de bohemia, los cubiertos de plata o las alfombras persas si no existe un personal debidamente capacitado para servir a los clientes". Esta y otras muchas aseveraciones sobre el mismo tema las hemos recogido en nuestros trabajos de prensa, conferencias, aulas de estudios e intervenciones públicas, en cientos de veces, por todo el ámbito mundial, en nuestra larga y extensa trayectoria como dirigentes en las más altas cúspides del turismo mundial, siempre con carácter estrictamente privado, y sin otros fines que servir de forma benemérita al desarrollo del turismo desde el campo de la gestión educativa.

Ahora, en unos momentos cruciales del turismo mundial, cuando la tecnología ha hecho espectaculares avances, profundizar en las líneas humanísticas del tema es más que una necesidad. Es de una evidencia notoria que el trato humano está muy por encima de las formas que la técnica ha puesto en escena en el mundo del turismo. No estamos tratando, por supuesto, de los viajes del "todo incluido" o del "low cost", donde el precio priva sobre todo lo demás. Ahí hay que acomodarse a lo que encontremos vía internet, a las tarjetas que abren puertas y servicios, etc. Es el turismo de masas, la base del más amplio espectro del turismo mundial.

El panorama en que entramos aquí es el que nos lleva a la recepción del viajero desde el punto de vista del trato personal, desde su llegada al punto de destino turístico que haya elegido, o desde el lugar de su procedencia, donde deberá ser atendido en su petición del lugar apropiado para sus vaca-ciones. Ahí, la profesionalidad del técnico que contacte con el cliente es donde está la clave del éxito. Un valor que solo se consigue con un alto grado de las prácticas adecuadas en puestos reales de trabajo, en las mejores condiciones y con una tutoría seria y eficaz.

En estas andanzas, los años cincuenta y sesenta del pasado siglo marcaban su pauta con las escuelas de hostelería suizas, donde los más pudientes enviaban a sus hijos a lograr una esmerada y seria formación profesional. Nada de títulos académicos para colgar en sus despachos y sí el aval de un simple diploma recogido en las prestigiosas escuelas de Lausanne o Glion, que decían mucho y bien de quienes lograban esos ansiados reconocimientos.

Hasta aquí unas consideraciones generales referidas a la idoneidad de una formación profesional para actuar en el sector turístico, en la cual deberá estar involucrada todo el entorno que genera esta actividad, ya que el escenario donde se desarrolle la misma forma parte del valor añadido que hace falta para lograr esa formación ideal que debemos perseguir.

Entonces, nos encontramos ante la actual situación mundial del problema, donde se intentan descubrir los lugares idóneos para desarrollar programas de estudio que faciliten el acceso a esa profesionalidad ideal que propugnamos, en cuya búsqueda son pocos los que han podido superar las grandes dificultades que presenta el problema, tanto de índole político y económico como de carácter educativo, ya que las mejores condiciones para su establecimiento, desde el punto de vista profesional, en muchas ocasiones chocan de frente con otras problemáticas que hasta llegan a ser de la más alta política internacional

Este es un problema fundamental que ha llevado a muchas organizaciones internacionales a establecer sus centros de estudios profesionales en lugares donde han encontrado el más decidido apoyo político-empresarial, sin que, en algunos de los casos, la idoneidad de estos lugares sea de lo mejor y más aceptable.

Así las perspectivas, el espectacular avance del movimiento de turistas por el mundo hace más que necesario una auténtica labor de la más estrecha colaboración política-empresa-sociedad para desarrollar la puesta a punto de la profesionalidad en el sector turístico, como un verdadero aporte para que este desarrollo nos lleve al entendimiento y conocimiento socio-cultural-económico, que debe ser la meta que todos debemos proponernos.

No estamos tratando de una utopía, estamos tratando de una auténtica necesidad si queremos que el desarrollo del turismo mundial nos sirva para algo que se relacione directamente con la cultura de la paz, algo que hemos tenido siempre presente desde aquellos memorables días en que pisamos por primera vez la modélica institución de las Naciones Unidas radicada en Costa Rica -el país que se gasta el presupuesto del ejército en la educación- y que lleva por nombre Universidad para la Paz.