EL DÍA de Europa (Europe Day) se celebra todos los años el 9 de mayo, en recuerdo de la misma fecha de 1950, cuando el ministro francés de Exteriores, Robert Schuman, propició el famoso pronunciamiento que originó la creación de la primera Comunidad Europea: la del Carbón y el Acero. La llamada Declaración Schuman es el germen de la gran realidad geográfica, jurídica y económica que es hoy la Unión Europea.

En 1986, la designación oficial de la efeméride coincidió con el centenario del nacimiento de Schuman, que junto con Jean Monnet, Konrad Adenauer y Alcide De Gasperi, tienen la consideración de Padres Fundadores de la Europa Comunitaria. Es uno de los símbolos europeos, junto con la bandera, el himno, el lema y la moneda única, que identifican la entidad política de la Unión.

Cada año, la Comisión Europea se esfuerza por impulsar actividades que ofrecen a los ciudadanos la posibilidad de reflexionar sobre la necesidad de aunar esfuerzos por el bien común, y la oportunidad de interactuar y participar en la construcción de una Europa enriquecida por su diversidad cultural.

Las instituciones comunitarias han celebrado este día inmersas en el halo de pesimismo que transmite la crisis global de nuestra economía, que afecta muy seriamente a la viabilidad de la moneda única, y hace tambalear la estructura política de la Unión. Las incertidumbres que se ciernen sobre el horizonte no han de hacernos pensar que esa Europa única que en su día ideó Schuman es una utopía.

Pensemos en los orígenes de esta organización que concilió las posturas de dos potencias adversarias como Alemania y Francia, a la que se sumaron potencias cercanas como Bélgica, Holanda, Luxemburgo e Italia. No debemos perder la perspectiva de lo que supuso engendrar un espacio de libertad y seguridad, a partir de los rescoldos de la Segunda Guerra Mundial, hace sesenta y dos años.

Veintisiete países, a los que pronto se sumará Croacia, integran la Unión Europea en la actualidad, lo cual es más que indicativo de la viabilidad de la propuesta, que ha de trascender a la crisis económica. El proyecto necesita asentarse sobre liderazgos fuertes, y nuestro país habrá de consolidar, con Mariano Rajoy, su presencia en el grupo de cabeza de esa unidad política.

Como cada 9 de mayo desde su adhesión a la entonces Comunidad Económica Europea, en 1986, España se suma a las celebraciones con más de un centenar de actos bajo el lema "Juntos somos más fuertes", un mensaje de unidad en el actual contexto de crisis.

Ya desde el mismo momento en que nuestro país entró en la Unión Europea, en 1986, Canarias ha tenido que trabajar muy duramente para que los Estados miembros comprendieran la compleja realidad de las Islas y modularan sus políticas en aras de garantizar nuestra cohesión con el resto de las regiones continentales.

Este tren de largo recorrido que ha sido nuestra integración plena en el proyecto ha requerido el máximo consenso de toda la sociedad canaria, que nos ha consolidado como una de las comunidades autónomas donde el sentimiento europeo tiene mayor presencia.

Somos más conscientes que ninguna otra zona de España de la importancia de pertenecer a la Unión Europea, un mercado global de gran amplitud que requiere tener bien claros los objetivos, aspectos y políticas en que se va a incidir, y su marco espacial, agrupando aquellas regiones que merecen trato similar, y marcando periodos plurianuales de actuación.

No en vano, y tras un arduo proceso de negociaciones, se reconoció desde 1999 la existencia de regiones ultraperiféricas (RUP), realidades geográficas y económicas distintas de las que caracterizan al resto de Europa.

Para Canarias, como para el resto de territorios con tal consideración, estas circunstancias son desventajas para su desarrollo que Bruselas procura minimizar a través de diferentes programas y acciones, con el fin de fomentar su convergencia económica y social. Así quedó considerado en el Tratado de Lisboa, en cuya facción de Ciencia colaboramos de forma activa.

Nuestros transportes y conectividad, innumerables obras públicas e infraestructuras, nuestro sector agrario y pesquero y nuestra Universidad se han beneficiado decisivamente de esta integración, que arroja un saldo más positivo que negativo. En su estudio del año 2008, que fijaba nuestras prioridades para el periodo 2007-2013, la Comisión Europea fue muy clara: Canarias es una oportunidad para Europa.

Precisamente por ese beneficio que nos ha reportado pertenecer a la Unión Europea, se supone que somos verdaderos laboratorios de ideas en una situación geoestratégica privilegiada, en donde todos los retos y fenómenos a los que se enfrenta la sociedad actual pueden delimitarse, analizarse y hasta solucionarse.

Ahora que Europa trabaja con la mirada puesta en el llamado Horizonte 2020, que marcará las nuevas perspectivas financieras del continente, habremos de trabajar desde el consenso por lograr la mejor posición posible. Ahora, esa unidad no solo habrá de implicar a las fuerzas políticas. También los agentes económicos y sociales, y muy especialmente las organizaciones empresariales, habrán de involucrarse y aportar sus conocimientos en este proceso.

Es lógico suponer que la Unión Europea consideró que Canarias, como el resto de las RUP, podían comenzar a ir por libre, toda vez que habían ingresado nuevos países mucho menos favorecidos que nosotros. Ya no ha de haber acciones concebidas exclusivamente para recibir financiación, sino un nuevo enfoque y nuevos proyectos que proporcionen valor añadido y desarrollo sostenible.

Por ello, la revisión de todos los instrumentos que han favorecido nuestra convergencia con Europa, que integran nuestro Régimen Económico y Fiscal, y se sustancian en programas como el POSEI y en nuestra participación privilegiada en fondos RUP, FEADER y FEDER requerirán del Gobierno de Canarias una postura flexible y abierta al consenso, pero muy especialmente de colaboración con el Gobierno de España, presidido por Mariano Rajoy, que ha dado sobradas muestras de conocer y defender nuestras peculiaridades.

El Informe Barnier-Barroso sobre la estrategia europea respecto a las Regiones Ultraperiféricas supone un gran avance en este objetivo, ya que contempla la posibilidad de consolidar en el tiempo los distintos programas de ayuda, con independencia de nuestro nivel de renta y Producto Interior Bruto, pero habremos de garantizar el mejor uso posible a las ayudas y privilegios que comporta.

La consolidación de Canarias en España y Europa es una oportunidad única, donde todo suma y ninguna facción excluye a la otra. Habrán de pasar muchos años para ello, pero acciones como la celebración del Día de Europa contribuyen a forjar una identidad europea basada en valores, historia y cultura comunes, y han de llevarnos a reflexionar sobre nuestro pasado para edificar un mejor futuro.