NO SÉ si ustedes están en la guerra esa de los libros y la prensa impresa, que ya no se van a utilizar en el futuro porque entramos en la era cibernética, en que con una simple "tableta" tendremos solucionado todo el problema de la información y de la lectura. Como uno es de la vieja guardia, a uno le siguen gustando los periódicos con su olor a tinta y su tamaño a veces excesivo, que también tiene su encanto, y no concibe otra forma de leer un libro que no sea teniéndolo en las manos, sentado en su buena butaca y con buena iluminación, y hasta con una copa en la mesita auxiliar. Pues no, resulta que ahora se pueden llevar cientos de libros en la mano y leer cualquiera de ellos desde el tranvía o el metro, sea de noche o de día, haga luz o no, y todo porque basta con una de esas tabletas. Y cuando uno se enfada con otro, en lugar de tirarle un libro a la cabeza, se le lanza toda una biblioteca que, aunque le caiga encima, ni se va a enterar. Parece que estuviésemos en otro mundo, como cuando a mediados del siglo pasado se decía que la gente iba a salir al espacio exterior y hasta a ir a la Luna y desembarcar en ella, aunque igual hay que decir "descohetar" en lugar de desembarcar, vaya usted a saber.

Pero mientras ese idílico mundo llega, uno sigue disfrutando con su prensa de la Tierra y, como tanto lo actual como lo futuro son de un interés más bien relativo, uno se vuelca en las cosas pasadas, que este periódico nos recuerda diariamente al trasladarnos noticias de hace cincuenta años, de ayer casi.

Una de ellas, que luego mostraré, se refiere de pasada al Marqués de la Florida, que no sé para ustedes pero para los que no llegamos a hacer la guerra por los pelos fue de gran importancia, sobre todo por lo que al deporte se refiere, y ya supondrán que en aquellos años sin radio, sin tele, sin móviles y sin coches, el deporte fue -y sigue siendo- algo fundamental, ya que entonces, aparte de las cartas o los dados, era la única distracción posible. Y en esto del deporte destacó primordialmente Luis Benítez de Lugo y Ascanio, X Marqués de la Florida, uno de los más antiguos títulos del nobiliario canario, y concretamente tinerfeño, que viene nada menos que de fines del siglo XVII y en Tenerife, lo que a algunos tanto inquieta hoy en día. Aunque nació en Madrid, donde, por cierto, le cogió la guerra civil, aunque logró pasar a la zona que luego sería la ganadora, es canario de muchas generaciones atrás y pasó su vida entre Madrid, donde matrimonió con mujer canaria, y la isla hermana, de donde era su mujer, sin olvidar las visitas a su tía, condesa del Valle de Salazar y marquesa viuda de la Villa de San Andrés, que vivió en el chalet de la Rambla, que había sido propiedad de don Ricardo Hogdson, recordado director de la Escuela de Comercio. Muchas fueron las diversas federaciones deportivas que llegó a presidir, al parecer más de quince, entre ellas las de natación, en cuyo deporte también destacó.

El hecho de haber sido oficial durante la guerra civil lo llevó a fundar y presidir la Hermandad de Alféreces Provisionales, así como de la Confederación de Excombatientes, y fue presidente de la Confederación de Excombatientes Europeos. Pero fue también un activo deportista y como jugador de tenis tuvo de recogepelotas nada menos que a Manolo Santana, llegando a ser un par de veces en los años cuarenta campeón de España.

Esta afición suya por el deporte lo llevó a alcanzar el puesto de presidente del Atlético de Madrid Club de Fútbol en los años cincuenta, si bien no parece que con demasiado éxito, lo que es de extrañar en quien, siendo estudiante de Derecho en Madrid y jugando en el equipo de fútbol de su Facultad, llegó a ser campeón de España estudiantil en el año 1935.

El hecho de que hoy día este Atlético de Madrid, al que llaman "el Pupas" porque no hay desgracia futbolística que no le caiga, se haya proclamado algo que no ha podido alcanzar aún el Madrid en este año, como es una copa europea (creo que es aquella que antes se llamaba Copa de Ferias), le hubiese producido a don Luis una alegría desbordante, como me la ha producido a mí y a otros muchos miles de "colchoneros", que es como nos llaman a sus hinchas, supongo que no porque estemos todo el día encima de uno de ellos (qué más quisiéramos), sino por el dibujo y colores de nuestra camiseta, que en esa final era la misma también del equipo rival (no en este día, por supuesto), que también era español y hasta del mismo genérico nombre de "Atlético". Algún día les contaré que allá por el año 39 llegué a entrenar en Vallecas con este equipo que entonces se llamaba Atlético Aviación, pero esa es otra historia.

Don Luis Benítez de Lugo fue uno de los promotores de las carreras de galgos en Madrid, de lo que nosotros, los chicharreros, sabíamos algo desde ya antes de la guerra por las carreras celebradas en el campo del Tenerife, el Stadium, que se decía entonces.

Durante los años de la guerra civil me acuerdo muy bien de las carreras de galgos que se celebraban en ese Stadium, e incluso recuerdo que a veces se hacían coincidir con partidos de fútbol que organizaba don Domingo Rodríguez, hermano del fundador de este periódico, acudiendo a los únicos equipos entonces existentes, que no eran sino los juveniles de los grandes equipos de la isla (Tenerife, Fomento, Iberia, Price, Hespérides, etc.), en uno de los cuales llegué a jugar e incluso en uno de aquellos partidos con público y todo gané mis primeras pesetas.

Las carreras de galgos eran muy concurridas, y un ayudante de laboratorio que tenía mi padre en el de la Junta de Obras del Puerto, que se llamaba Facundo, tenía varios que llevaba a participar en las carreras. Pero para el Marqués de la Florida mucho más importante fue su actividad como empresario de cuadras de caballos de carrera, con destacados ejemplares de los que recuerdo uno llamado Maspalomas, aunque para un estudiante de provincias desplazado a estudiar a Madrid y sin cuatro perras no era algo que pudiese ni siquiera presenciar.

Y por esas cosas de la vida, cuando en el año 61 volvimos a vivir a Madrid procedentes de Asturias, lo hacemos a la entonces calle General Sanjurjo (desde el año 85 de nuevo José Abascal), numero 40, cuando en la contigua casa nº 42, esquina a Fernández de la Hoz, vivía precisamente don Luis Benítez de Lugo, como pronto nos pudimos enterar por mi mujer, que sí que lo conocía como rival en el tenis.

Recuerdo que en los años posteriores a la guerra, solían visitar las Islas unas expediciones de jugadores del Club de Tenis Turó de Barcelona, generalmente con campeones de España en sus filas, y se celebraban competiciones en las pistas del Náutico de Santa Cruz, como bien recordará mi amigo el historiador Marcos Guimerá, competiciones en las que participaba mi mujer, a quien recientemente el Torneo Salvador Lecuona le ha dedicado una placa en recuerdo de sus actuaciones de hace ya sesenta años, gesto que tanto hemos agradecido sus familiares y amigos.

Y ya con motivo de estas visitas, como ocurría con los periódicos encuentros entre los equipos de Las Palmas y Tenerife, tuvo ella ocasión de jugar algún partido mixto con el marqués de oponente varón, aunque no guardaba muy buen recuerdo, pues estimaba que cargaba demasiado el juego sobre su oponente femenino, que es lo natural al ser la parte débil del conjunto y tratarse de un juego que se lleva a cabo para ganar a un rival, no para mantener relaciones sociales.

Luis Benítez de Lugo fue además el tercer presidente de la actual Casa de Canarias, y entonces Hogar Canario, después de haber sido fundada por el periodista, y su primer presidente, Juan Bautista Acevedo, al que sucedió Esteban Pérez González (hermano de don Blas Pérez, ministro de Gobernación durante un amplísimo período) y a aquel, y durante siete años (1960-66) le sucedió, mediante el ya entonces democrático proceso electoral, el Marqués de la Florida. Tengo bien presente que siendo yo directivo de esta entidad, en el período 1999-2003, bajo la eficacísima gestión de Ángel Hernández, tuve ocasión de saludar por última vez al Marqués de la Florida con motivo de la presentación de un libro histórico relativo a un familiar.

Y vamos con el motivo de este comentario de hoy. Una de las secciones para mí más atractivas de los periódicos es aquella que suelen dedicar algunos de ellos al recuerdo de noticias publicadas en el mismo y relativas a hechos y circunstancias de tiempos ya pasados y desconocidos para la mayoría de sus lectores. Este periódico nos ofrece diariamente en la página segunda toda una columna de viejas noticias, con cinco o seis epígrafes bajo el paraguas de "Tiempo Atrás" y el titulo genérico de "EL DÍA decía hace 50 años", con, a veces, sabrosos comentarios de lo que ocurría en mi pueblo hace medio siglo, casi nada. Y hace ya un par de meses una de las noticias decía, y copio literalmente, y tal como aparece en la columna del periódico, lo siguiente: "Actos en el Hogar Canario de Madrid. El Hogar Canario ha celebrado solemnes festejos en honor de la Virgen de Candelaria, Patrona de Canarias, y que dieron comienzo con una misa en la Iglesia de San Ildefonso, oficiada por el capellán castrense, marqués de la Florida; el secretario general y la junta directiva, así como por gran número de socios y fieles. Por la tarde, en el domicilio social se celebró el acto de ofrenda de flores a la imagen de la Santísima Virgen de Candelaria, entronizada en el local de la entidad".

Como observarán, para quienes conocimos al marqués la noticia de su filiación religiosa no ha dejado de sorprendernos y, entre otras cosas, revela la importancia y el alcance que puede tener cualquier noticia aparecida en los diarios. Para quienes no llegaron a conocer ni documentalmente a don Luis Benítez de Lugo y Ascanio (ilustres apellidos tinerfeños), la noticia puede que sorprenda, pero para los que sí tuvimos dicho honroso conocimiento se trata, evidentemente, de una omisión de alguna línea del texto original. Pero ello nos ha dado pie para recordar e informar a ustedes de la personalidad de una de las más relevantes figuras de la vida social de las Islas que se inició con la conflagración civil entre hermanos el año 1936 y, mal que pese a algunos, ya felizmente superada.