SIGUE empeñado el Gobierno de Canarias en negar la evidencia. Insiste en manifestar que en Canarias, a diferencia de Cataluña, no se cierran hospitales ni se despiden a empleados públicos, y que aquí se abren centros. Después de más de dos décadas intentando abrir los hospitales del norte y sur de la isla, querer colgarse medallas y tirar voladores por la próxima apertura del mal llamado hospital del norte (que de hospital tiene poco) no tiene razón de ser y causa risa y asombro. Ya verán todos en qué consistirá tal centro asistencial y las precariedades en su funcionamiento y servicio. Desvisten a un santo para vestir a otro. Y los dos, mal vestidos.

También dicen que el salto que ha dado la sanidad pública desde que se gestiona en Canarias ha sido abismal. Yo lo interpreto como un salto triple mortal con tirabuzón hacia adelante, ¡no te digo!... Recuerdo que hace unos años, y están las hemerotecas para los desmemoriados, se dijo desde el Gobierno que la evolución de la sanidad era tanta que hacía pocos años podíamos ver por las carreteras a vehículos tocando la pita y con un pañuelo asomando por la ventana para trasladar a un enfermo urgente a los hospitales y que ahora teníamos ambulancias medicalizadas... Cierto, pero también mi abuela planchaba con una plancha de hierro y brasas dentro, se cocinaba con carbón en las cocinas y las neveras eran de hielo... Y es que estamos en pleno siglo XXI y algunos lo obvian. Una vergüenza de argumentos.

Ahora nuestros políticos sacan pecho acudiendo a una encuesta de satisfacción de los usuarios en referencia a la calidad de la sanidad recibida. Y acuden a ella porque no tienen otra, maquillando y disfrazando el resultado. Nosotros, los trabajadores sanitarios públicos, sí que nos sentimos muy orgullosos del resultado de nuestro oficio, que causa admiración y agradecimiento ciudadano. Por nuestro trabajo de médicos, de enfermeros, de auxiliares, de cocineros, de limpieza, de mantenimiento y de todas las categorías laborales que trabajamos en los centros públicos. Esta encuesta agradece con nota alta los servicios prestados por los sanitarios. Y se realiza cuando el paciente ingresa, después de meses o años de haber soportado una gestión nefasta de la sanidad, de haber aguardado en listas de espera eternas. Entonces, al ingresar, olvida las penurias por las que ha pasado y se siente feliz por el tratamiento recibido... El de los trabajadores sanitarios. A los mismos que se les rebaja los sueldos y quitan pagas extraordinarias, a los que les aumentan las horas de jornadas laborales, a los que recortan derechos sociales, a los que persiguen y avasallan, a los que despiden y dejan en paro. Podrían recordar las encuestas que informan de que estamos a la cola del Estado en temas de sanidad pública, en educación y en servicios sociales. Esas no las consideran, a pesar de ser elaboradas a nivel nacional por asociaciones y plataformas de usuarios y en defensa de la sanidad pública. Esas no son válidas... No les interesan y las cuestionan.

Las previsiones y dictámenes de los gerentes y directores de los hospitales públicos son de recortes y rebajas francas con disminución de actividad asistencial. Se les informa a los jefes de servicios de que hay que realizar menos intervenciones, de que no hay que pedir tantas pruebas diagnósticas, de que no hay que apuntar tantos pacientes en lista de espera, de que durante los tres meses de verano se cerrarán quirófanos de mañana, porque los de tarde llevan meses cerrados... Hay que ahorrar. Y se cerrarán camas de plantas hospitalarias, ya lo verán. Y se despedirán a eventuales e interinos, que ya son más de mil. Y, mientras tanto, que los pacientes se mantengan en listas de espera interminables, que no se preparen para ser operados, de bajar la actividad sanitaria... Y eso es peligroso y los médicos no podemos permitirlo por impedirlo nuestro código ético y deontológico, por atentar contra la salud. Incluso, puede estarse incurriéndose en un delito penal por omisión del deber de socorro. Pienso que no debemos dejarnos chantajear por lo que opinan y dictan los gestores políticos responsables de la sanidad, con visiones economicistas duras y puras. Debemos ser valientes y enfrentarnos a ellos.

Por otro lado, el PSOE, que cogobierna, hace mutis y mira para otro lado. Solo se empeña en demostrar la poca solidaridad que tienen los empleados de las administraciones locales y de cabildos, que no están por la labor de rebajar, una vez más, los salarios a sus empleados. Y los llaman insolidarios. Pues yo pienso que la solidaridad debe empezar por ellos mismos. Que se rebajen su sueldo, que se jubilen forzosamente a los 65 años como el resto de empleados públicos de Canarias, que tengan movilidad geográfica y que los trasladen y cambien de instituciones públicas, que dejen sus privilegios (dietas, aparcamientos, viajes, asesores), que aumenten su jornada laboral como lo hacemos nosotros (solo trabajan 240 días al año). ¿Por qué son tan diferentes los políticos del resto de trabajadores? ¿No son empleados públicos también, no trabajan para la administración autonómica?

Este es el triste panorama que tenemos y tendremos en Canarias en relación con la sanidad pública. Cantemos como en los juegos infantiles... Erre con erre, cigarro; erre con erre, carril... Rebajas, recortes, reformas, reconversiones, restricciones..., Rajoy, Rivero...

Intersindical Canaria