Hay fórmulas para resolver las ecuaciones de tercer y cuarto grado semejantes, aunque más complicadas, a la que nos enseñaron en el bachillerato para calcular las cuadráticas. Sin embargo, no suelen utilizarse. Resulta más práctico "atacarlas" con métodos aproximados de cálculo; máxime en tiempos de tanto auge para los ordenadores. Eso le resta valor práctico a la proeza de un adolescente hindú, aunque residente con sus padres en Alemania, que ha sido capaz de encontrar la solución a un problema propuesto por Newton hace más de tres siglos. Shouryya Ray -así se llama el joven prodigio- ha dado con la solución explícita de la ecuación que describe la trayectoria de un proyectil sometido a la atracción gravitatoria y frenado por el rozamiento del el aire. Lo de proyectil suena un poco bélico; para no herir susceptibilidades, ya que hoy el personal es muy sensible, pensemos también en una pelota de tenis o en un balón de fútbol, que se comportan de forma similar.

¿Por qué nadie ha sido capaz de encontrar durante más de trescientos años la solución a un problema con la que ha dado Shouryya Ray a sus dieciséis escuetas primaveras? Esencialmente porque nadie la ha buscado con ahínco. Y nadie lo ha hecho porque no hacía falta. No porque hayamos renunciado a disparar cañones o a jugar al tenis sino porque, al igual que en el caso de las fórmulas algebraicas antes mencionadas, los métodos aproximados de cálculo nos proporcionan los decimales exactos que necesitamos. Que tampoco son muchos, dicho sea de paso, pues casi todas las obras de arquitectura e ingeniería que nos rodean se han erigido solo con dos o tres dígitos más allá de la coma que indica el inicio de la parte fraccionaria; nada más. Asunto distinto es el mérito personal de este chico, que lo tiene y mucho pese al carácter técnicamente secundario de su hallazgo.

Volviendo a la tierra, hay muchos problemas en matemáticas, física, química o medicina -especialmente en medicina- pendientes de resolver. Problemas que, desafortunadamente, siguen ahí a la espera de una mente brillante. ¿Son quienes nos gobiernan brillantes a la hora de buscar soluciones para los muchos males que nos aquejan en tiempos de tribulaciones como los actuales? De Paulino Rivero prefiero no hablar hoy porque mencionar la inteligencia política en su caso -y hablo de él estrictamente en su faceta de hombre público- supone un insulto a la inteligencia, dicho sea redundando adrede. Pero como tampoco hay mucha diferencia a los efectos que estamos considerando entre CC y el PP, quedémonos con los populares en las últimas líneas de este folio. Con el PP tinerfeño, para concretar, en el que la hasta ahora presidenta, Cristina Tavío, ha ungido como su sucesor al alcalde de Los Realejos. Sí, lo sé; a Manuel Domínguez lo tendrá que elegir un congreso insular, como fue confirmado Rajoy en un cónclave nacional tras el dedazo aznariano, pero el ungimiento ya estaba hecho previamente en ambos casos.

Empecé con fórmulas matemáticas y acabo con una reflexión de Einstein. "No se puede hacer la misma cosa una y otra vez y esperar resultados diferentes", dicen que dijo en cierta ocasión. Lástima que algunos políticos, en principio no absolutamente torpes, persistan en hacernos creer que son capaces de resolver nuestros problemas actuando como lo han hecho siempre. Así no salimos del agujero ni por aproximación numérica.

rpeyt@yahoo.es