No entiendo por qué al exponer personalmente a la Policía Local de Santa Cruz en Añaza los repetidos apedreamientos contra mi persona por seis muchachos que me exigen dinero si quiero librarme de ellos, los mismos guardias locales me dicen que tengo que llamar al 112.

¿Por qué tengo que llamar a ese número si les corresponde a ellos, que además deben de conocer al grupo de gamberros, todos del barrio anexo de Santa María del Mar? ¿Es que tienen miedo porque en alguna ocasión se han encontrado su local apedreado con el rótulo de Policía Local roto (ahora recién pintado por si lo vuelven a apedrear)?

Es un grupo de seis muchachos del barrio de Santa María del Mar que desde hace unas semanas les ha dado por exigirme dinero a cambio de dejarme en paz con sus apedreamientos y persecuciones, porque ya hasta me siguen para dar con mi domicilio. A uno de algún bloque cercano lo encontré por la noche al llegar a mi piso, el cuarto, esperando mi llegada para asegurarse y, claro, decírselo a los de su banda.

Ahora alimento y protejo al único gato superviviente que dejaron de los muchos que había y no debe de agradarles, de ahí sus apedreamientos. Es que no veo ningún otro motivo para este vandalismo.

J.S.P.

Diógenes y la libertad

Dicen que un día estaba Diógenes comiendo un plato de lentejas. En ese momento llegó Aristipo, otro filósofo, que vivía con gran lujo adulando al rey, y le dijo: "Si fueras sumiso al rey no tendrías que comer esa basura de lentejas"; y Diógenes le contestó: "Si tú aprendieras a comer lentejas no tendrías que vivir adulando al rey".

Bueno, aquí está el genuino Diógenes, el que siempre estaba, como quien dice, haciéndoles la puñeta a sus conciudadanos y enseñándoles sus miserias y esclavitudes banales. Vivía con total austeridad en la calle, era casi un indigente, su casa era una gran vasija. Los atenienses, a pesar todo, lo respetaban y me imagino que cuando lo veían intentarían desparecer del lugar porque pensarían "¡qué coñazo, Diógenes!". Pero Diógenes busca la libertad terrena en su lucha constante por liberarse de todas su cadenas, huyendo de todo lo que lo esclavizase; buscaba la pobreza para ser libre, una pobreza voluntaria

Dicen que un día el rey fue a verlo, me imagino que después de la fama de raro que se estaba ganando, y le dijo: "Diógenes, te puedo servir en algo, soy Alejandro Magno". Y Diógenes le contestó: "Te puedes apartar para que me llegue la luz de sol, no necesito nada más". Dicen que el rey se marchó y luego comentó: "Si no fuera Alejandro Magno quisiera ser Diógenes". Se ve que el rey ya estaba harto de adulones y de una vida vacía, porque no siempre tener le da sentido a la vida, como bien dijo un Galileo mucho tiempo después de que Diógenes muriera.

Pero, al parecer, Diógenes no se aburría, aunque tuviera mucho tiempo ocioso, y dicen que un día lo vieron a plena luz del día con un farol caminando por las calles de la ciudad y la gente le preguntaba: "¿Qué haces, Diógenes, no ves que es de día?". Él les decía: "Busco a un hombre honesto sobre la faz de la tierra", y se comenta que nunca lo encontró.

Diógenes buscaba la libertad, y me da la sensación de que si estuviera con nosotros volvería a sacar su farol y buscaría otra vez a un hombre honesto y se libraría de hipotecas, móviles, ipod, coches de alta gama, etc., para no servir a nadie, solo ser libre.

Jesús Alberto Reyes

(Santa Cruz de Tenerife)