TIEMPOS de meditación y de estudios nos llevan a intentar analizar los componentes que intervienen en el desarrollo del movimiento turístico mundial, guiándonos por los múltiples contactos que a través de nuestra larga vida hemos venido sosteniendo en el espectro general del tema, y a todo un entorno donde siempre hemos observado su desarrollo desde el punto de vista de la capacidad profesional como elemento fundamental para conseguir los mejores resultados, dentro de un contexto en el que sabemos debe ser pieza fundamental la cultura de la paz. Ahí deberían estar fundadas las bases de las estructuras de la política de desarrollo turístico.

Indudablemente, en todo este complicado entramado existe una señal evidente que tiene mucho que ver con la alta política mundial, en la cual pueblos y países están implicados. Analizar esta delicada situación debe ser motivo de profundos conocimientos y de serios estudios socioeconómicos, pues no debemos olvidarnos de que la economía ha venido siendo lo que mueve el mundo.

Nos llevan estas consideraciones a contemplar desde nuestro particular observatorio cómo el desarrollo de este imparable movimiento de la sociedad mundial se manipula de forma encubierta con unos fines políticos que poco tienen que ver con el bienestar social, la calidad de vida o el desarrollo del nivel cultural de los pueblos del mundo. Cómplices de esta situación están regados por el mundo entero, ocupando los más relevantes cargos dentro de la sociedad, en la mayoría de los casos sin saber realmente que lo son y a quiénes están sirviendo con su trabajo.

En este orden de cosas, instituciones respetables, organizaciones internacionales y una incalculable pléyade de cerebros de la más alta capacidad intelectual están impuestos en esta situación, contribuyendo a tarar un desarrollo que debería andar sus pasos por unas sendas más apropiadas donde lo que llamamos "política de desarrollo turístico" fuese la luminaria que encendiera el porvenir de los pueblos, la culturización de sus habitantes y el aumento de su nivel de vida, sin llegar, claro está, al desafuero que en los últimos años ha llevado a varios países a su lamentable situación actual.

El turismo acaba con la pobreza, tiene acuñado la Organización Mundial de Turismo. Nada más acertado y real. Lo hemos vivido. Lo estamos viviendo.

No es de extrañar, entonces, que al acabar con la pobreza el nivel cultural de los pueblos evolucione hacia la consecución de un nivel de vida superior al de sus orígenes, donde esté presente toda una larga serie de valores que la pobreza no ha dejado desarrollar y que en la nueva situación aparecerán como unas ocultas virtudes que en muchos casos serán señas de identidad de los pueblos, y que marcarán los caminos de las corrientes turísticas mundiales. La cultura de la paz generará unas rutas donde los lugares de acogida y la calidad de sus habitantes serán valores decisivos. Así es como vemos el panorama, después de nuestros largos y experimentados estudios.

Los valores históricos, culturales, de ocio y de recreación y toda la estructura moderna de una sociedad que avanza a ritmo trepidante en sus aspectos tecnológicos tienen que estar bien asentados en sus bases, con una formación profesional humanística que supere a la tecnológica, si es que queremos un mundo mejor, un mundo donde la persona sea algo más que un número y donde la solidaridad humana esté por encima de las políticas económicas y sociales que nos azotan.

En este escenario ocurren situaciones que nos dejan perplejos por su ejecución, cuando vemos cómo se manipulan proyectos de desarrollo del más alto contenido para la capacitación humanístico-profesional de los pueblos, desmontando programas originarios en su existencia por las más amplias experiencias, con resultados constatados y sin otra explicación plausible, a primera vista, que unos limitados y endebles argumentos.

Hechos y realidades que nos llevan a considerar la implicación de unos elementos presentes, que parecen estar presididos por esa política socioeconómica que mueve el mundo, donde el colonialismo no ha desaparecido y donde resulta un pecado capital todo lo que sea enseñar a capacitarse profesionalmente, con honestidad, honradez, ética y amor al trabajo, para afrontar los retos que la vida nos emite. Una realidad que a lo largo de nuestra dilatada vida contemplamos diariamente por todos los más recónditos lugares del mundo, y que llega a los más variados lugares manipulada por las circunstancias mencionadas, convirtiendo en actores de estos infortunios a instituciones y personas que en la mayoría de los casos desconocen que son solo instrumentos de un sistema donde, como decía el ilustre político maestro venezolano Luis Beltrán Prieto Figueroa, lo importante es "mantener al pueblo en la ignorancia para vivir de sus carencias". Nosotros le añadimos: cueste lo que cueste.

Meditaciones y conclusiones que nos llevan de un lado a otro, desorientados y sin ver claro cuál será el fin de esta tragedia mundial que nos abre un escenario donde parece valer todo a la hora de seguir disfrutando del poder, ya sea político, empresarial o social, sobre la base de no permitir la culturización en todos los sentidos de aquellos habitantes de los pueblos del mundo que, por su endebles parámetros económicos y sociales, no han tenido la oportunidad de desarrollarse debidamente y viven colonizados de forma indiscriminada por la tiranía de un poder fáctico que les niega incluso las más elementales oportunidades para ello.