CANDELARIA, donde resido, está plagada de bancos donde sentarse, en plazoletas, avenidas, el casco... y están ocupados mayoritariamente por personas mayores que pasan muchas horas al día sentados y dialogando del tema de actualidad: la crisis. También hay muchas personas que simplemente se sientan, echan la mirada al horizonte infinito y se quedan como hipnotizados sin articular palabra. Supongo que estarán ensimismados en sus problemas, pero quedan tan absortos que parecen mimetizados con el ambiente, como estatuas que ven pasar las horas, días, semanas, meses y años. No hacen nada productivo, y dejan que el tiempo pase, esperando lo único seguro en esta vida: el final. Es cierto que han cumplido sus deberes sociales y laborales y están disfrutando de su merecida jubilación, sobre todo cuando han luchado o sacado adelante una familia, pero algunos parece que no tienen nada que contar, sobreviven con mentes entristecidas y sin sonreír, como mucho asienten. Hay escasez de locuacidad, y a los pocos que aún esbozan algún gesto en la cara se les nota el aburrimiento. Está claro que la culpa es de la vejez, pero mientras pueda y el cuerpo aguante, ahí no me veo.

Me considero un culo inquieto, y con mi edad sigo siendo un "jiribilla", cuyo cerebro sigue trabajando y pensando en hacer o crear cosas que me distraigan y que todavía sean productivas para los demás. Claro que el cuerpo se cansa, como ellos, pero es fundamental mantener la voluntad y las ganas de sentirse útil. Esto no es una crítica a los que pasan su jubilación sentados en un banco, es simplemente un llamamiento a que traten de encontrar algo productivo que hacer en ese tiempo, por su bien físico y síquico. El paso de las horas es inexorable; por eso hay que sacarles provecho. No se trata de volver a matarse trabajando, ni siquiera de ganar más dinero. El fin es el enriquecimiento personal, mantener la mente ocupada y adquirir nuevos conocimientos técnicos y fundamentalmente culturales. Y si además se hace una labor de enseñanza e intercambio con los más jóvenes, mucho mejor.

Esta ideología de vida es la que me ha llevado a conocer gente de todas las clases laborales, sociales, económicas y culturales. Intercambiar ideas, formas de organización, nuevos conocimientos... Por eso la despedida del Festival de Zarzuela no ha sido un trauma, se cumplió un ciclo, y lo único que puede entristecerme es pensar en el futuro que le deparará a la asociación, con la que seguiré colaborando mientras sea útil y me necesite. Han sido casi veinte años, pero la próxima pelea que la luchen los nuevos.

Llegó el momento de disfrutar un poco más de mi tiempo libre, y quizás aprovechar el verano para echar a andar el cerebro con las nuevas ideas que ya bullen en su interior. Apenas necesitaré una docena de personas para empezar y un lugar donde reunirse. Aportaré todo mi material cultural, con el permiso de mis hijos, ya que es la única herencia que tendrán; bastará un pequeño organigrama, donde haya consenso en las decisiones, y pocos objetivos sociales, donde jamás estarán los juegos típicos de la tercera edad (dominó y baraja), el folclore (ya hay mucho), carnavales (suficientes), alcohol y tabaco. Busco un lugar en el que transformar mis inquietudes, que esté lleno de música clásica, ópera, zarzuela..., que se aprecien las bellas artes, pintura, escultura..., para leer, sin las nuevas tecnologías que están haciendo olvidar cosas tan importantes y básicas como la escritura a mano. Un lugar para aprender, para degustar el tiempo, donde tampoco debe faltar interés por nuestra historia y la de los edificios emblemáticos, museos o lugares litúrgicos. Donde también pueden tener cabida la gastronomía o el disfrute de un queso de la tierra con un buen vaso de vino. Tampoco se necesitan muchos fondos, pero sí la colaboración de organismos.

Puede que sea un iluso, pero mi vida ha estado tan ocupada por proyectos con los que la gente me daba por loco que ya estoy buscando el local idóneo. Quiero un salón cómodo para charlar como en tu casa pero con gente distinta, que al mismo tiempo sirva de cine y de ambiente musical, un lugar para beber cultura y alimentar el alma.

Ya tengo un seguidor, igual de inquieto, pero no quiere que dé más detalles, por si acaso nos copien.